NATALIA
Sentí sus labios pegados a los míos y fue una sensación que no había sentido nunca. Con nadie. Podría decir que sentía mariposas en el estómago, aunque no creo que fuera eso. Cómo sea, era el beso más bonito que me habían dado nunca. Yo acomodé mis manos en sus mejillas mientras la besaba. Sus manos estaban sobre las mías. Fue sin duda la escena más bonita que había vivido nunca.El beso se fundió y nos quedamos un rato mirándonos sin saber que decir. Perdidas en nuestras miradas. Aparté la mirada, un poco avergonzada de ser tan vulnerable a ella, pero me volvió a coger la mano, esta vez no me besó, simplemente me acarició la mano. Estaba cómoda, y no habló de postura. Su presencia me hacía estar a gusto. Mirarla y ver como medio sonreía cuando se daba cuenta de que la miraba. Esos momentos eran mágicos. En si todo lo que la rodeaba era magia.
Empezó a correr un poco el aire, hacía frío.
–¿Quieres qué vayamos a casa?–Pregunté.
–Sí, claro–Me levanté rápidamente y le ofrecí la mano para ayudarla. –Estás hecha toda una caballera–Dijo riéndose de forma adorable.
–Sin duda alguna–Respondí riéndome.Empezamos a bajar las escaleras.
–¡Ya podría haber ascensor!–Dijo cansada.
–Eres una exagerada–Dije seria, pero con cierto humor.
–Son 14 pisos Natalia–Pronunció poniendo los ojos en blanco–Yo me reí ante sus gestos extremadamente tiernos.
–Estamos bajando, ¿cómo puedes estar cansada?–Pregunté riéndome.
–No estoy hecha una atleta.
–Cualquiera lo diría–Dije irónicamente, ya que estaba en perfecta forma física. Ella me pegó en el hombro y fingí dolor– ¿También haces pesas?–Pregunté haciendo referencia a la fuerza de sus brazos. Ella se rió de nuevo.
–De hecho cuando te deje plantada fui al gimnasio en realidad.
–Ese comentario ha ido a hacer daño–Dije mirándola con cara de ofendida.
–Solo un poco–Cuando acabó de pronunciar esas palabras la empujé levemente a la pared y puse mis brazos para que no pudiera salir.
–¿Ah sí? Te recordaba buena persona– Noté sus nervios.
–Soy buena persona–Bajé un brazo y Alba siguió bajando las escaleras, me planteé si hacer lo que estaba a punto de hacer, pero me decidí y mientras bajaba la cogí del brazo, la atraje hacia mí y la besé.Además de que me moría por volver a besarla, quería también que lo supiera. Así íbamos empatadas, ella me robó un beso y yo le robé otro.
Separó los labios de los míos, pero seguíamos estando en la misma posición, con las manos cogidas.
Se aclaró la garganta para parecer más madura y responsable y me preguntó–¿Dices que soy mala persona y luego me besas?
–Así es. ¿Tú me dejas plantada y luego me besas?–Dije enarcando la ceja.
Me volvió a dar un beso, esta vez rápido y luego añadió– Solo es una recompensa– Me reí ante su respuesta y seguimos bajando.Llegamos abajo y salimos, hacía bastante frío, pero Alba llevaba menos ropa que yo, por lo tanto, me quité la sudadera que llevaba y se la di.
–Natalia, no la necesito, estoy bien.
–Alba, son 5 minutos, no voy a morir. Quiero dártela– Suspiró y se la puso.ALBA
La sudadera olía a Natalia, me encantaba su olor. Era muy característico. Por no hablar de el sabor de su boca, era una mezcla de menta y tabaco, no la había visto fumar nunca.
–¿Fumas?–Pregunté curiosa.
–Sí–Asentí en modo de respuestaNo me gustaba nada el tabaco, pero a Natalia le quedaba tan bien, además la sudadera también olía. No me molestaba, sería capaz de acostumbrarme.
–¿No te gusta?–Cuestionó en referencia a fumar.
–Nada– Respondí y ella se rió.
–Pues lo vas a tener difícil–Dijo sin mirarme. He de admitir que me emocionaron esa palabras, pensaba en futuro. Eso me aseguraba prácticamente al cien por cien que mañana no iba a desaparecer.Seguimos caminando y llegamos de nuevo a su casa. Tampoco estaban sus padres, pero prefería no preguntar.
–Creo que me iré dentro de poco, ya es tarde–Dije mirándola.
–Si te vas porque crees que me molestas, no me molestas–Me miró.–Pero si quieres irte, yo te acompaño, hace frío, te puedo llevar, además tengo coche, no tendrás que pasar más miedo–Sonrió.
–No es que me quiera ir, pero supongo que debería irme ya. Y no hace falta que me acompañes.
–No te he preguntado, te quiero acompañar.
–Está bien, ¿pero podemos ir en moto?
–¿Qué acabo de oír?–Dijo poniéndose los brazos en la cabeza. Haciendo un gesto muy gracioso.
–Eres tontísima–Dije negando con la cabeza a modo de decepción.
–Sé que te ha gustado cogerme del abdomen, ¿pero tanto?– Se rió.
–No me ha gustado–Dije evidentemente mintiendo.
–Te va a crecer la nariz Alba–Se rió y cogió las llaves de la moto y de su casa.
Sacó su casco y me dejó uno, que me quedaba horrible.–Estás preciosa– Dijo riéndose. Yo le saqué el dedo y volvió a reírse.
Se puso el casco y yo hice lo mismo. Ella subió antes, yo fui detrás. Nada más subir Natalia cogió mis manos y las puso en su abdomen, vi un poco su sonrisa por el casco y yo la sonreí de vuelta.
Arrancó y de vez en cuando, ponía la mano encima de la mía.
Le iba guiando hasta mi casa, hasta que llegamos. Me estaba acostumbrando a la moto, como bien decía Natalia. No quería irme ya, me gustaba el viaje siempre y cuando fiera con ella.
Bajé de la moto me quité el casco y ella también lo hizo. Me iba a quitar la sudadera para dársela, pero me paró.
–Quédatela, al menos hasta mañana. Sé que está en buenas manos.
–Gracias– En ese momento me planteé como despedirme de ella, decidí no hacer nada. Irme sin más. Así que eso hice, me fui.
–Alba–Oí que decía desde la moto. Hizo un gesto con la mano para indicarme que fuese. Eso hice. Me dirigí hacia ella.
–¿Me devuelves el casco?–Dijo sonriéndome.
–Claro, perdona–Sonreí tímidamente.
Me cogió de la barbilla suavemente y me dio un beso en la mejilla.