XVI

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                                NATALIA
Estuve toda la tarde pendiente al móvil, esperando recibir su mensaje. No me gustaban las tecnologías para relacionarme con alguien, considero que no es demasiado real. Pero me moría por un mensaje suyo. En cambio no recibí nada, tal vez ni lo había visto. Intentaba convencerme de esa idea.

Hice el trabajo de arte con bastantes ganas, era mi asignatura favorita y además, Alba estaba en clase, quería sorprenderla.

Mi madre llegó a casa, seguramente de haber estado flirteando por ahí con algún hombre. No la criticaba por ello, pero era la realidad. Se solía ver con mucha gente. Casi no estaba por casa, por eso no tenemos una relación demasiado cariñosa. Aún así quiero lo mejor para ella.

Cenamos las dos juntas, yo viendo una serie y ella mirando el móvil. De pronto el mío sonó y me levanté lo más rápido que pude. En la pantalla de mi iPhone salía un número desconocido, suponía que Alba. Entré al chat y efectivamente, era ella. Dejé mis paranoias de ser insuficiente para Alba y leí el mensaje.

¿No había forma más original para darme tu número?– Al leer el mensaje esbocé una sonrisa.
Estuve pensando en unos segundos las palabras correctas.
Realmente esta era la más fácil. Además, así al menos no soy yo la que inicia conversación– No envié emoticonos, no suelo enviar. Aún así se notaba mi tono humorístico en el mensaje.
Esperé unos segundos en el chat y contestó bastante rápida.
La más fácil, pero la menos bonita, ¿no crees?
–Crees que soy demasiado y realmente soy una básica.
–Podría llamarte muchas cosas, pero básica no creo que fuera una de ellas–Me gustó ese mensaje.
Respondíamos ambas continuamente sin pausas entre los mensajes, así daba gusto mantener una conversación, aunque siendo con Alba, cualquier tipo de conversación sería de lujo.
–¿El viernes quieres venir de fiesta?–Pregunté cambiando el tema de conversación.
–No soy mucho de fiestas– No me sorprendió el mensaje, en parte me lo esperaba.
–Yo tampoco, pero si vienes tal vez me pueda llegar a divertir con tu baile.
–Bailo genial. Tendré que venir a ensañarte lo bien que bailo.
–Estaré expectante a tus movimientos.

Seguimos un poco la conversación, pero eran tonterías. Ahora me apetecía más ir a la fiesta.

Llamé a Miki para decirle que venía otra persona. No le dije quien, quería ver la sorpresa de su cara al ver a Alba.

También llamé a María.

–Eys, ¿qué tal?–Pregunté iniciando el diálogo.
–Pues bien, hasta hace un momento estaba con Sara y Pablo.
–¿Y eso?–Cuestioné con curiosidad.
–Nos apetecía quedar–Respondió.–¿Bueno me llamas solo para eso?
–Eh... No, Alba viene a la fiesta el sábado– Dije cortada.
–¡Eso es genial!–Dijo con sinceridad. –Ya te dije que me encanta esa chica para ti.
–No somos nada.
–Aún– Respondió súper feliz.
Ignorando el tema añadí –Por cierto, ¿África y tú os seguís queriendo mudar?
–Sí, pero no encontramos nada la verdad.
–En mi edificio hay un piso que se alquila–Dije con una sonrisa en la cara.
–¡Qué! ¿barato?– Oí su voz susurrando: Dime que sí, dime que sí. Me reí. María sinceramente era muy graciosa.
–Sí–Oí un grito de felicidad desde el otro lado del teléfono –Coméntaselo a África anda.

A las tres siempre nos había hecho ilusión vivir juntas, pero siendo realistas. Yo no trabajaba, vivía en un piso precioso y me daba mucha pereza hacer la mudanza. Así que si al final deciden venirse aquí, prácticamente viviremos juntas. Solo separadas por un par de paredes.

Me despedí de María y me fui a dormir. Como siempre despertándome cada dos horas.

Me desperté por la alarma y me di cuenta de que iba a llegar justa a clase y me tocaba con Alba. No quería llegar tarde. Me vestí bastante rápido, me coloqué el pelo hacia un lado y desayuné. Solía desayunar antes de vestirme, pero hoy le hice al revés, por las prisas supongo.

Salí y fui con la moto para llegar antes, mi moto tenía un sonido peculiar. El motor hacía bastante ruido al arrancar, eso provocaba que todo el mundo me mirase y que cuando suena ese ruido del motor, ya sabes que he llegado.

Vi a María y a África n el sitio de siempre.
Las saludé asintiendo con la cabeza. Ellas dijeron al unísono –¡Ey!– y se empezaron a reír, no entendía como tenían tanta energía por la mañana. Yo parecía un muerto viviente.

Las acompañé a su clase y después me fui hacia la mía, pensando en como sorprender a Alba.
No encontré demasiadas respuestas, así que me limité a entrar en clase y verla ahí sentada.
Un chico fue a preguntarle si se podía sentar con ella, no llegué a escuchar lo que Alba respondió, pero el chico se fue a su sitio de vuelta.
Alba me había sorprendido a mi.
–¿Así que me guardas el sitio?–Pregunté sentándome en el sitio que reservaba para mí.
–No te creas, en realidad no era para ti.
–¿Para quien era entonces?– Pregunté atendiendo a su improvisación.
–Para dejar mis cosas, en el suelo se machan y rompen.
–Wow, me consideraba más importante que unos cuadernos, pero tranquila, me voy– Dije picándola.
–Gracias–Respondió picándome aún más.
Abrí la boca como representación a mi sorpresa. Cogí los cuadernos de Alba y me fui a otro sitio.
–Natalia, déjalos–Se puso roja, un poco más seria, pero seguía teniendo un tono un tanto humorístico.
–Así tienes sitio– Dije guiñándole el ojo. Me senté en la mesa y empecé a mirar sus dibujos. Realmente eran arte.

Me paré en uno que me llamó la atención. Era yo, dibujada a manos de una auténtica artista.
Notaba su mirada clavada en mí, y al observar con detención el dibujo y pasar mi dedo por él.
La miré. Ella estaba súper sonrojada, con una mano tapándose media cara y mirándome con cara de pena.

No sé por qué, realmente era increíble. No sé que significaba, pero si yo le he escrito canciones, ella también puede convertirme en arte.

Buah, perdón por este capítulo, pero es que tengo mucho sueño y no me viene la inspiración xd. 🖤

Just by being honest | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora