XIII

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ALBA

Natalia abrió la puerta y entró antes que yo. La casa era enorme, parecía más pequeña desde fuera. No era una mansión, pero sin duda el piso más bonito que había visto hasta ahora. Paredes blancas, con un suelo de madera oscuro, combinaban a la perfección. Observaba cada detalle, había fotos de Natalia de pequeña, no las vi demasiado bien, pero seguro que eran adorables.

–Wow–Me limité a decir cuando entré en su casa.
Natalia se rió y dijo–No es para tanto– Yo puse los ojos en blanco.
–¿Tienes hambre?– Preguntó unos segundos después.
–La verdad es que sí–Dije con normalidad.
–Soy una cocinera espectacular–Dijo ella con superioridad.
–No sé si creérmelo...–Dije con algo de humor.
–¿Perdona?–Dijo con cara de sorpresa y medio riéndose mientras se acercaba a mí.
–¿Qué quieres que te haga?–Añadió.
–Me conformo con algo comestible, ¿serás capaz?–Dije sonriéndole.
Ella se acercó más a mi, me medio acorraló poniendo un brazo en la encimera que yo tenía detrás y dijo– No me subestimes, podría tener un premio michelín si me lo propusiera– Yo me reí.

Estaba cómoda en esa posición, físicamente ella tenía el poder, pero mentalmente lo tenía yo. No me aparté. Me quedé igual

–No te veo como cocinera–Añadí.
–¿De qué me ves?–Preguntó.
–Basurera, tal vez–Dije adoptando una posición pensativa.
–Golpe bajo–Añadió y las dos nos reímos.
–¡Va a cocinar!–Dijo apartándose de mí.

Natalia estuvo un rato pensando en que plato hacer hasta que finalmente concluyó en hacer una ensalada, con un montón de ingredientes, todos me gustaban. Y también hizo salmón ahumado para acompañarla. Realmente empecé a creer que era una maestra culinaria.

–Y ya estaría–Dijo mientras emplataba como una auténtica profesional.
–Sinceramente, me has sorprendido– Confesé.
–Ya lo sé–Dijo sonriendo victoriosa.
–Aún hay que probarlo, no te emociones.
–No vas a poder dejar de comer de mis exquisitos platos Alba, ni lo intentes–Yo me reí. Me gustaba que pronunciara mi nombre en sus frases.

Fuimos hacia la mesa, que puse yo mientras ella cocinaba, para ayudar un poco. Y nos sentamos una enfrente de la otra. Ella se sentó y se cruzó de brazos esperando una respuesta a si su comida realmente estaba buena, yo pillé la indirecta, lo probé y efectivamente. Estaba buenísimo. Ella lo notó.

–No hace falta que lo digas, sé que está aún más bueno que yo–Dijo ella con superioridad. Yo me reí un montón por su comentario. Lo peor es que no era verdad, ella estaba mucho más buena que ese plato. Seguido de reírse conmigo empezó a comer.
–Por cierto, me tenías que enseñar algo–Dije recordando sus palabras.
–En realidad no–Sonrió con los ojos cerrados por unos segundos.–Lo dije para que vinieras.
–Qué básica, no me esperaba esto de ti–Dije riéndome.
–Yo tampoco me esperaba que me dejaras plantada–Contestó también riéndose.
–Entonces estamos en paz–Dije y añadí– Bueno, la próxima vez, no hace falta que me mientas, vendré igualmente.
–¿La próxima vez?–Preguntó sonriendo súper adorable con algo de brillo en los ojos.
–Bueno, si hay.
–¿Aún estamos aquí y ya piensas en la próxima vez?–Preguntó aún con la misma expresión.
–Sí, bueno, es que he de pensar como dejarte plantada la próxima vez–Dije y ella sonrió.
–Puedes admitir que quieres verme– Me dio la impresión de que me sonrojé, baje la cabeza y me puse las manos en la cara.
–Yo también quiero verte Alba– Cuando pronunció esas palabras algo le pasó a mi cuerpo, mi corazón estuvo unos segundos sin latir y después empezó a acelerarse.
Agradecí muchísimo que Natalia rompiera el hielo cuando preguntó; ¿Quieres dar una vuelta?
Asentí y respondí–Claro–Me levanté de la mesa, puse el plato donde Natalia dejó el suyo y la seguí.

–¿Dónde vamos?–Pregunté con cierta impaciencia y curiosidad.
–Sorpresa.
–¿Será sorpresa o también me mientes?–Dije sonriéndole mientras ella se reía.
–Creo que está vez será verdad, no queda mucho.

Pasaron unos minutos hasta que llegamos a una especie de edificio abandonado, nos pasamos unos cuantos minutos más subiendo, hasta que llegamos a la azotea de arriba. Ers el edificio más alto que había y tuvimos que subirlo a escaleras, pero no se me hizo demasiado pesado.

–Ala–Dije como una niña pequeña al llegar arriba.
–¿Te gusta?–Preguntó.
–Evidentemente, es precioso–Dije acercándome a los bordes para tener mejor vista.
–Ten cuidado–Dijo calmada, pero con precaución.
–Lo hago–Respondí, sentándome en el bordillo.
–Suelo venir aquí, por las noches es precioso.
Antes venía más, para despejarme.
–¿Y ahora por qué vienes?–Pregunté mirándola mientras camina hacia mí.
–Componer–Dijo sentándose a mi lado.
Noté como mis ojos brillaron más–¿Cantas y compones?–Pregunté.
–Eso intento–Nos reímos.–Realmente casi nadie sabe que compongo y que canto. Solo un par de personas.
–¿Y por qué yo estoy entre esas personas?–Pregunté curiosa.
–Quiero que me conozcas–Dijo mirándome. Nunca le había visto esa mirada, era su típica mirada seductora, pero a la vez ers sincera, apenada incluso.
–Y yo quiero conocerte- Articulé sin dejar de mirarla.

Ella me cogió la mano y yo, como de costumbre me sonrojé. Nos fuimos moviendo inconscientemente hasta que quedamos prácticamente enfrente. Nos estuvimos mirando varios minutos, su mirada iba de mis ojos a mi boca. Y mi mirada solo eran sus ojos.
Natalia apartó la mirada, iba a quitar su mano de la mía, pero yo la agarré, eso provocó que me volviera a mirar y sin darle más vueltas, me lancé, la besé.

Just by being honest | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora