En el centro comercial no había mucho que hacer sin la cartera llena o una tarjeta de crédito generosa pero mis amigos y yo no perdíamos la costumbre de quedar allí para tomar aunque fuese un refresco con tal de vernos y chismorrear sobre algo interesante o no tan interesante.
—Todavia sigo en shock por lo sucedido entre Megan y Nicole. ¡Yo no hubiese vuelto con ella! —exclamó mi amiga Mona indignada por la no ruptura de nuestras no amigas.
—¿Y qué más te da? Ninguna aquí aguantamos a ninguna de esas dos petardas. —comenté de mala gana— Son tal para cuál.
Megan y Nicole eran unas chicas de nuestra clase, o mejor dicho de mi clase, que nos hacían la vida imposible en el instituto. No las soportábamos al igual que ellas tampoco a nosotras. Y no es que fuesen las populares o algo por el estilo. Para nada. Si algo teníamos en común con esas dos era el odio hacia esa gente que se creía superior solo porque su sudor olía a Armani. Nos odiábamos por temas familiares. Tan simple cómo que nuestras madres no se llevaban nada bien con las suyas y competían por todo, incluso por quien tenía la hija más inteligente o más guapa o más cualquier cosa. Asuntos sin resolver de la edad media que heredaban las siguientes generaciones.
—A mí no me caen tan mal... —se animó a decir nuestra adorable amiga Kika.
Kika tenía un pequeñísimo problema con la bondad. Poseía demasiada. Hasta el límite de atragantarte con nubes de chuche y pedos de unicornio. Realmente adorable, y como no, comprensiva y atenta con todo el mundo.
—Además después de enterarme de lo que le ha hecho Megan a Nicole, me da un poco de pena Nicole. Creo que está ciega de amor y eso significa que tiene corazón.
Rodé los ojos disimuladamente. Mi pobre y mejor amiga Kika. Hacíamos un buen equipo las dos porque yo la protegía a ella de ser demasiado buena y ella a mí de ser demasiado mala.
—Te recuerdo que Nicole tampoco era una santa. Que esa mucho... culo veo, culo quiero.
—Tú lo has dicho B, era. —enfatizó.
—Puto amor. —habló esta vez Mona.
En un instante sus cabezas giraron hacia la misma dirección siguiendo a algo o a alguien con la mirada. Lo que hizo que yo girase la mía hacia allí.
—Por mí el amor es bienvenido si es con ese pedazo de pivon. —susurró mi amiga Thalía.— Decidme que lo estáis viendo, por la virgen santa.
Thalía era muy pero que muy pasional. Y cuando digo muy me refiero a que era lujuria pura. No había chico e incluso hombre que se le resistiera. Tengo cierta información confidencial que haría a más de uno ir a la cárcel por acostarse con una menor si lo denunciara. Aunque todo era consentido. A veces la envidiaba pero solo a veces.
Analicé bien al chaval mientras ellas llenaban la mesa de babas. Tenía el pelo cobrizo, un poco largo para mi gusto. En este momento estaba de espaldas pero sí que era cierto que estaba bien dotado, probablemente era más gimnasio que genética. Se giró un momento y miró su móvil pero podía ver que no solo era un cuerpo bonito además era guapo. No pude ver sus ojos pero si encima fuesen claros, ese chico ya podía tenerlo todo en la vida. Y solo eran eso, cosas superficiales, no estaba mal pero...
—Tampoco es pa' tanto. —dije al mismo tiempo que volvía a sentarme de frente.
¿Me estaba torciendo el cuello para eso? A ver no estaba mal pero eso, no era para tanto.
—Pero si está cañón, ¿que me estás contando? —señaló Mona hacia mí con la boca abierta.
—No me sorprende de B. No sé dónde está su sexualidad. —apartó su atención del chico y me miró atentamente— Ahora que lo pienso nunca te ha gustado un chico, o nunca nos lo has dicho.
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Para tanto y más ©
Teen FictionIsabella y Harry no se soportan. Se provocan y discuten, discuten y se provocan. Pero teniendo en cuenta que les ha tocado ser familia cuando no han pedido serlo, es normal, ¿no? Hermanastros, ni siquiera eso era válido para Isabella. No quería tene...