Era de esperar que si Tomás nos invitaba a un restaurante caro, tuviese un coche caro. No era de lujo, no valía millones, pero desde luego mi madre no podía permitirse un coche así; Un Audi A7 último modelo en color negro y tapicería de cuero.
Ya sabía que mi antiguo profesor manejaba mucho dinero, por eso en mi instituto nos preguntábamos como es que un profesor podía permitirse un coche así. Descubrimos que su familia tenía mucho dinero y que a parte de ser profesor, era uno de los grandes accionistas de la empresa de su padre. Solo que su vocación era enseñar.
Siempre me había caído bien y siempre había estado muy pendiente de mí porque decía que yo era un diamante en bruto. Lo cierto es que mis buenas notas hacían que los profesores me cogiesen cariño o me odiasen a muerte. Este en especial era mi favorito y yo su predilecta pero lo que no sabía era desde cuando estaba tan pendiente de mi madre también. Eso estuvo taladrándome el coco durante todo el trayecto al restaurante.
Una muchacha rubia vestida en un elegante uniforme de camisa blanca, chaleco rojo y falda negra, nos recibió en la entrada para comprobar nuestra reserva. Fue simpática pero no mucho.
—Acompáñenme por aquí, por favor. —dijo esta vez un camarero sonriente, señalándonos el camino.
Este sitio me ponía los pelos de punta. No me gustaba tanta formalidad, me sentía incómoda.
—Espero que os guste este restaurante, es uno de mis favoritos. —mencionó Tomás cuando ya estábamos situados en una mesa, justo en la ventana que proporcionaba vistas al puerto de Alicante.
No contesté, dejé que lo hiciera mi madre con su enamorada sonrisa porque si contestaba yo empezábamos mal. Mientras tanto miré el menú y me imaginé siendo un dibujo animado dando un brinco en el asiento y los ojos saliéndose de sus cuencas de tanto que se me abrieron los ojos. Normal que fuese su favorito, ya podía serlo con esos precios. Menos mal que pagaba él.
Había poca cosa que me llamase la atención pues mi paladar no era tan exquisito como el de la gente que había en ese lugar.
—Hay filete de emperador, cariño. —me avisó mi madre.
Ella sabía que yo era muy delicada para la comida, poca cosa me gustaba y cuanto más sencillo mejor así que en sitios así mi madre siempre miraba en el menú qué podía comer yo antes que ella.
Asentí con la cabeza y no miré más. Eso más un refresco y mi cena estaba salvada.
—Bueno, ¿y desde cuando salís juntos? ¿Desde que me dabas clase o después de eso? —fui directa al grano y mis palabras fueron hacia Tom con cierta desconfianza.
Mi madre al instante casi se atraganta con el vino que Tom había pedido para ellos y Tom se acomodó la corbata como si le ahogara.
No, no me gustaba que mi madre saliese con uno de mis profesores. Era raro, incómodo y poco profesional de parte de Tom. Es de mis profesores favoritos pero eso no significaba que me encantara la idea de que saliese con mi madre. Yo pensaba que mi madre no me lo presentaba por miedo a que no pudiese soportarlo como pasaba con mi padre pero en realidad tenía miedo de que no lo quisiese porque era mi profesor.
—Te aseguro que fue después y que no tuvo nada que ver contigo. —Bebió de su copa, nervioso—. Vamos al mismo gimnasio, ahí nos empezamos a conocer mejor y nos acabamos gustando. —me explicó un poco aliviado con su respuesta.
Ambos se miraron dedicándose una sonrisa coqueta. Se me puso la piel de gallina.
—Lo cierto es que tardamos en decidirnos por eso mismo, cielo, sabíamos que podía resultarte incómodo. —Hizo una mueca de disculpa—. Sentía que muchas cosas jugaban en contra pero al final no pudimos evitarlo.
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Para tanto y más ©
Teen FictionIsabella y Harry no se soportan. Se provocan y discuten, discuten y se provocan. Pero teniendo en cuenta que les ha tocado ser familia cuando no han pedido serlo, es normal, ¿no? Hermanastros, ni siquiera eso era válido para Isabella. No quería tene...