Capitulo 11

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Estuvimos rozando nuestros labios lo que a mi me pareció una eternidad. Una parte muy grande de mí pero que mi mente había dejado en segundo plano, trataba de devolverme a la realidad ingresando pequeños pensamientos realistas que no podía visualizar bien debido a la nebulosa que ocultaba mi razón en este momento. Harry ni siquiera se apartaba y eso no ayudaba en absoluto.

—Oh joder —escuchamos la voz de su amigo Guille, o Kev, ahora mismo no podía recordar quién era quién—, ahora lo entiendo todo. —rió disfrutando de lo que acababa de ver.

Mi mente volvió a la realidad, dio paso de nuevo a mi orgullo que me dio una bofetada imaginaria la cuál me avergonzó mucho más de lo que ya estaba. Nos separamos tan rápidamente, en cuanto su amigo nos salvó de un gran error. No pude ni mirarlos a la cara y solo se me ocurría huir de la escena.

—Espera, Isabella.

Pero no esperé, subí corriendo las escaleras y me encerré en su habitación. Su habitación. Lo que me recordaba que ni siquiera tenía aún mi propia habitación donde esconderme y que tarde o temprano tendría que encararlo. Oh dios, no podría levantar a mi orgullo después de eso. ¿Qué había hecho?

***

—Vale, vale, vuelve a repetirlo con más calma porque creo que no lo he entendido bien, Isabella. —Podía notar el asombro de mi mejor amiga Kika por su voz a través del móvil.

—Ay, Kika. —me quejé porque todavía sentía vergüenza del suceso como para tener que repetírselo en voz alta a mi mejor amiga.

Me acosté en la cama derrotada después de haber estado caminando por toda la habitación de mi padre y Ruby mientras le contaba a Kika lo que me estaba atormentando. Necesitaba desahogarme con alguien y la mejor candidata para hacerlo era Kika. No menospreciaba a las demás pero muchas de las veces no sabían guardar un secreto, además de que se creían celestinas y más aún si descubriesen que estuve a punto de besar a un chico, cuando yo parecía huir de ellos.

No podía hablar con ella en la habitación de Harry porque era su territorio y por lo tanto podría entrar en cualquier momento. Como no estaban ni Ruby ni mi padre opté por ir y encerrarme en su habitación.

—Estábamos discutiendo en la cocina porque no nos soportamos pero se acercó demasiado y... —cerré mis ojos todavía reacia a admitir lo que pasó— casi lo beso.

—Ay dios mío pues sí que había entendido bien. —noté la incredulidad en su voz y luego silencio durante unos segundos— ¿Pero tú misma has dicho que no os soportáis? Además tú... Dios, es que no me lo creo. —murmuró la última frase.

Yo tampoco me lo creería de no ser porque estuve allí, cuerda y sobria. Igual la cordura sí que la perdí pero no tenía excusa y eso me estaba matando.

—Lo peor de todo es que podría haber pasado de no ser porque nos interrumpió uno de los idiotas de sus amigos. O eso creo.

Mi mejor amiga no dijo nada al otro lado de la línea, solo escuchaba su respiración e imaginaba la confusión en su cabeza. Nunca había tenido una conversación así conmigo porque nunca había tenido un problema amoroso, si es que se podía llamar así. Porque una cosa tenía clara: No estaba enamorada. Lo odiaba hasta límites insospechados y me hacía feliz humillarlo. Eso no era amor. Además de que —quitando el hecho de que era el hijo de la novia de mi padre y los detestaba— lo volvía a ver después de diez años y habían pasado solo unos pocos días. Imposible llamarlo amor. ¿Atracción? Aún era virgen, solo había besado a quién era mi mejor amigo, era prácticamente una monja, ¿acaso sabía lo que era el deseo?

—Bella, creo que has encontrado a alguien que te atrae físicamente tanto como para ir en contra tuya. —comentó divertida.

—Kika, esto no me hace ninguna gracia, de verdad.

Para tanto y más ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora