Justo como predije a Harry no le hacía ninguna gracia el favor que le pedía mi padre y si no me acompañaba me quedaría en casa. ¿Opción? Escaparme. Pero teniendo en cuenta que ir a una fiesta no era algo por lo que me comería un castigo y que si mis padres notasen un mal comportamiento lo más probable es que me quedara más tiempo del necesario aquí, no era una opción viable.
Estuve escuchando tras la puerta del despacho de mi padre la conversación que mantenían Gabriel y Harry, y por lo que escuchaba sabía que tendría que decirle a mis amigos que no podía ir.
—Te pido ese favor Harry, ella nunca ha ido a ninguna fiesta y aunque vaya con sus amigos eso no me deja tranquilo. Pero si tú vas con ella...
Mi padre no pudo seguir hablando porque el mencionado lo interrumpió en seguida.
—Gabriel, por favor no me pidas eso, ir de carabina suena... penoso.
Seguro que no era ese solo su argumento en contra, él no quería venir porque me detestaba al igual que yo a él pero el muy insoportable siempre tenía que quedar bien delante de Gabriel así que eso no podía decirlo.
—Ves como su amigo, pensaba que empezabais a llevaros bien.
Quise reírme pero me habría delatado. Escuché un suspiro, probablemente de Harry como contestación.
—Hazlo por todas esas veces. —volví a escuchar la gruesa voz de mi padre, esta vez más severo.
¿Por todas esas veces? ¿Qué veces? Me acerqué más a la puerta, apoyando mi oreja en esta, quería escucharlo.
—Está bien, iré con ella. Pero me debes una.
Pero, ¿por qué ese cambio? ¿Qué cojones me estaba perdiendo? Escuché como alguno se acercaba a la puerta y corrí hasta las escaleras para hacer que acababa de bajarlas, no me daba tiempo a esconderme así que ese era mi mejor plan.
Por suerte no se dieron ni cuenta. El primero en salir fue Harry, quién me miró con mala cara, después de unos segundos salió mi padre.
—Estás ahí. —dijo mi padre refiriéndose a mí— Buenas noticias para ti, Harry te acompañará en la fiesta.
¿Eso eran buenas noticias? Aunque ver la cara de amargado de Harry me robó una gran sonrisa.
—¡Eso es genial! Entonces voy a prepararme.
Subí las escaleras riendo, más contenta de fastidiarle que de poder ir a la fiesta. Pero esa alegría duraría poco en cuanto pisara un pie en casa desconocida con mi insoportable hermanastro. Ni que hablar de mis amigas que pulularían locas alrededor de él. Al menos tenía a Finn.
Nada más escribirles a mis amigos que iría a esa fiesta pero con Harry, surgió una pregunta importante; qué iba a ponerme. Thalía propuso venir a mi casa a ayudarme pero sabía que no solo lo hacía por eso sino que tendría que ir conmigo y con Harry en el coche a la fiesta. No me hacía gracia que mis amigas tuviesen algo que ver con él así que le dije que no hacía falta.
Decidí vestirme con unos vaqueros cortos ajustados y una blusa de manga corta color rosa pálido, no habría nadie allí a quién impresionar y así iría bonita y cómoda.
—Te veo demasiado contenta a pesar de saber que mi palabra valdrá más que la tuya frente a tu padre. —escuché a Harry entrando a la habitación.
Este chico me hacía ser bipolar, tenía el poder de hacerme cambiar de humor en menos de un segundo.
—Yo a ti te veo más delgado, ¿has hecho alguna dieta milagrosa? —le sonreí con fingida inocencia.
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Para tanto y más ©
Teen FictionIsabella y Harry no se soportan. Se provocan y discuten, discuten y se provocan. Pero teniendo en cuenta que les ha tocado ser familia cuando no han pedido serlo, es normal, ¿no? Hermanastros, ni siquiera eso era válido para Isabella. No quería tene...