Capítulo 9

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Había despertado antes que Harry, aunque eso era de esperar. Nunca he entendido como alguien puede emborracharse de esa manera. En realidad nunca he entendido como a alguien le puede gustar el alcohol. Quemaba, sabía asqueroso y daba angustia. Por no decir que te hacía hacer estupideces de las que luego te arrepentías y te mataba unas cuantas neuronas. ¿No sabían divertirse sin alcohol en las venas o cualquier otro tipo de droga?

No era muy fan de las fiestas por esa razón, porque habían estúpidos alcohólicos por todos lados, y Harry resultó ser uno de ellos. Lo imaginaba, para qué mentir, y eso me hacía sentir un poco mejor. Incluso me levanté de mejor humor sobre todo porque no volví a tener sueños absurdos.

Mi padre y yo estábamos desayunando tan tranquilamente en la barra de la cocina. Me pregunté si él sabía de la condición en la que Harry llegó anoche. Aunque el rubiales era legalmente mayor de edad, mi padre era un tanto estricto. Nunca me había llevado una bronca por beber demasiado porque nunca había bebido ni un cubata —solo probado— pero no podía imaginar a mi padre callado ante alguien borracho viviendo bajo su techo.

La razón por la que Ruby no estaba desayunando con nosotros dos era porque se había marchado a trabajar más temprano mientras que Gabriel hoy trabajaría desde casa. No era tonta. Sabía que él intentaba pasar un poco más de tiempo conmigo porque aunque él podía trabajar desde casa, siempre iba a su oficina que estaba en la ciudad. Por una parte me alegraba que hiciese eso por mí, por la otra prefería distancia ya que así evitaría escuchar cualquier cosa referente a quienes consideraba su familia.

Lo que yo tenía entendido en la actualidad es que Ruby era secretaria de un súper jefazo en una empresa de arquitectura y mi padre era uno de los jefes de una empresa de marketing, pero no era el mandamás. Solo era el mandamás en una de las oficinas que tiene la empresa en el centro de mi ciudad. Aún así ambos tenían unos sueldos envidiables para una familia humilde.

—¿Qué te parecería irnos juntos de vacaciones? —me preguntó mi padre.

En ese momento estaba disfrutando mi desayuno como nunca pero al escuchar eso dejé de comer. ¿Había oído bien?

—¿Los dos solos? —pregunté extrañada.
Pero me arrepentí de haberlo hecho en cuanto contestó:

—Me refería a los cuatro. —sonrió sin mostrar sus dientes.

Claro, vamos a ser felices los cuatro. Gracias papá pero no te acepto el trato.

Lo único que salió de mi boca fue un "ah". ¿Y ahora como se suponía que iba a salir de esta?

—Ruby y yo tomaremos vacaciones en agosto, dos semanas, y pensé en hacer un viaje.

Respiré hondo. Piensa, piensa, piensa.

¿Y por qué no os vais tú y Ruby? Es lo que mi madre ha hecho con Tom.

Quizá si llevaba el asunto por ese camino —el camino de quitarte a los hijos de encima para tener tiempo a solas con tu mujer— lograba que no me hiciera pasar por un viaje "en familia". Sería imposible evitar verlos, sin embargo aquí podía escabullirme mucho mejor y más tiempo.

La idea es pasar tiempo con nuestros hijos, Isabella. Dentro de un año ya no os tendremos a ninguno de los dos.

Ni que Ruby me considerara su hija, solo me había visto cuando era muy pequeña, ni siquiera me conocía bien como para echarme de menos. Por supuesto que yo lo prefería así. En cambio sabía que mi padre adoraba a Harry y eso era algo que me ponía furiosa.

Mi único consuelo era que aún quedaba mes y medio para agosto y que en ese tiempo podían pasar muchas cosas.

—Buenos días, Justin Bieber. —saludó mi padre con alegría a Harry, quién acababa de entrar a la cocina.

Para tanto y más ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora