† seventeen: save my soul

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C A P Í T U L O   17

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S A V E  M Y  S O U L

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       El silencio reinó en el lugar, las miradas podían expresar las palabras que no se decían.

— Siempre soñaba con un rostro que lucía demasiado hermoso para ser real, o la mayoría de las veces estaba ahí conmigo hasta quedar dormida. Mis padres me habían enseñado sobre los ángeles, así que supuse que eso era, en mis sueños siempre intentaba consolarme y lo lograba, a veces me envolvía en sus brazos, sintiendo la suavidad de sus inmensas alas, me susurraba que era especial, hasta que mi padre me atrapó hablando sola, le juré que aquél ángel se hallaba a mi lado, pero fue en vano, pensó que estaba perdiendo la cordura e inploraba por mi alma a Dios, luego de ese día, mi padre cambió de la noche a la mañana y comenzó mi tortura, la tormenta había caído, inundando las calles, en el patio trasero había un nido de aves, y el más pequeño había caído al suelo, pude escuchar su corazón latir lentamente desde mi habitación, bajé corriendo, ignorando los llamados de mis padres.
Me acerqué a él, y lo tomé en mis manos, sentía su corazón latir cada vez más lento, y ahí estaba él de nuevo, me dio una sonrisa , estiró su mano protegiendolo de la lluvia y en ese momento dejé de sentir el calor del ave por lo que lo miré y como si supiera mis pensamientos me indicó que esperara, luego sentir el revolotear en mis manos y ahí estaba él, luego sentí la mirada sombría de mi padre, fue la primera vez que sentí  el dolor recorrer por todo mi cuerpo y cuando Michael apareció, dejé de verlo, como si ya no existiera— Amelia finalizó suspirando.

— Tienes el don más preciado de la vida — habló Myrtle mirando hacia Amelia.

— Cariño, no tienes que seguirlo ocultando — susurró Cordelia caminando a su alrededor.

Amelia miró hacia la nada sintiendo las miradas de las chicas.

— No soy un ángel — Zoe la miró confundida, dio un largo suspiro antes de continuar — al menos, no completamente, supongo — se encogió de hombros mientras miraba hacia el piso.

La sensación en su pecho había aumentado.

— El arcángel Miguel, el que derrotó a Satanás junto a sus seguidores — habló con ironía, la tristeza se veía en su rostro — tardé en entenderlo — comenzó a sollozar.

— ¿A qué te refieres? — preguntó Queenie cruzando los brazos.

— El arcángel Miguel es su padre — habló Myrtle mientras Mallory miraba a Cordelia.

— Lo que me convierte en su sucesora... — suspiró — y la misma misión que él tuvo, se me fue concebida - su pecho se agitaba más de lo normal.

Cordelia la miró con angustia mientras que Zoe se acercaba a abrazarla.

— Derrotar al anticristo y enviarlo a donde pertenece — mencionó Mallory mientras compartía su dolor.

— He tenido visiones — habló con la voz entrecortada — al principio pensé que serían solo sueños, luego supe que eran algo más, y en cada una de ellas, o ustedes están muertas, él lo está o el mundo es consumido por el fuego —Madison rodó los ojos.

— Por eso se ha decido que Michael no puede acercarse a Amelia, ¿entendido? — Cordelia miró a cada una.

— ¿Por qué no debe acercarse? — preguntó Coco confundida.

— Porque... — Cordelia miró a Myrtle y esta asintió — intentará engendrar un fruto en su vientre y eso... —Amelia puso su mirada en sus tacones - no solo ocasionaría una guerra aquí, sino también se desatará una guerra entre el cielo y el infierno — Amelia miró a Cordelia sintiendo cómo sus latidos sonaban frenéticamente.

— No me importa lo que digan, es una maldita mentirosa, ¿Por qué habríamos de creerle? — preguntó Madison enojada a Amelia.

— Creo que lo merezco tanto como el que te hayan sacado del infierno —Amelia se había levantado de su asiento caminando hacia ella — Ahora tengo el poder suficiente para regresarte ahí mismo — el rostro de Amelia se encontraba cerca del suyo— no me hagas dudarlo una vez más —escupió con rabia.

Amelia salió de la habitación a paso apresurado, a pesar de los llamados de las brujas, Cordelia indicó que se detuvieran.

— Dejen que lo entienda — arregló su vestido al levantarse — No es fácil entregar a la persona que amas.

— El único pecado de Amelia — habló Myrtle mirando a Cordelia  y Madison — fue haberse enamorado de un demonio.

¿Qué debía hacer cuando su corazón estaba dividido en dos?

Amelia se acostó en el césped, sintiendo como la humedad de este impregnaba en su piel, haciéndolo refrescante, por un momento cerró los ojos escuchando el cantar de las aves y el suave soplo del viento recorrer su cuerpo.

Al abrirlos, supo que estaba recordando.

Se encontraba en el parque que ambos frecuentaban, luego de haberlo conocido, el chico había decidido comenzar a salir de la casa.
Aún recordaba cuando Michael se sonrojaba al atraparla mirándolo, o la forma sobreprotectora que tenía al abrazarla, sintiendo como sus brazos enrollaban su cintura impidiendo que esta se alejara.

— No quiero perderte — susurró el chico en su oído — eres lo único que me queda.

— Y nunca me perderás — murmuró besando su mejilla haciéndolo sonreír.

Involuntariamente las lágrimas comenzaron a resbalarse por sus mejillas.

O su primer beso, aquél día caía un diluvio, Miriam, había salido de compras mientras el chico no tenía cómo entrar a su casa, Amelia sonrió mientras rodaba los ojos, Michael solía ser tan descuidado, mientras se acercaba a él y le ofrecía un espacio junto a su paraguas. Ambos comenzaron a hablar de cosas triviales hasta que Michael posó una mano en su mejilla brindandole caricias, como si su vida dependiera de ello, Amelia vio sus increíbles ojos azules, estos tenían un brillo, que le hacía imposible no verlos, lentamente acercó su rostro a ella, dudando si era lo correcto o no, sus labios levemente se rozaban, volviendo impaciente a la chica, podía sentir su respiración chocar en su mejilla mientras la mano de Michael tomaba la suya llevándolo a su pecho, Amelia sonrió ante ello, antes de terminar lo que él había empezado.
Sus labios parecían encajar a la perfección, se movían de una manera lenta y torpe, pero para ambos chicos parecía la mejor sensación del mundo.
Michael la apegó a su cuerpo, tratando de que no se alejara, porque había algo en ella que le daba paz y tranquilidad, sin importar que al día siguiente ambos terminaran enfermos.

Luego, todo se tornó oscuro y siniestro.

Veía a Michael, sonriendo mientras caminaba hacia ella hasta que de un momento, se detuvo abruptamente y la miró con odio, luego la señora Mead apareció a su lado susurrandole algo al oído y acto seguido, sintió una opresión en su pecho, una opresión que se convirtió en dolor, miró su propio pecho, encontrándose con una navaja clavada justo donde su corazón, su vista comenzó a nublarse mientras sentía la falta de aire, antes de caer al suelo, pudo ver a Michael gozar de su lenta muerte.

Sus ojos se abrieron topándose con el cielo azul.
Sintió una presencia, al mirar, Misty se encontraba tendida a su lado, esta le sonrió aunque esa sonrisa fue sustituida por una de tristeza.

— Ese es tu destino, Amelia — una mueca apareció en su rostro, con cuidado tomó sus manos mientras los acariciaba — Tú acabas con él, o él acabará contigo.










Déjenme decirles que esto, ya está por acabar, y que las actualizaciones pasarán a ser esporádicas.

ungodly; michael langdon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora