† twenty five: the great flood

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C A P Í T U L O 25

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H E G R E A T F L O O D
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" Tanto amó Dios a su hijo, único, que lo entregó al mundo para librarlos de sus pecados"

Cordelia junto a Madison habían transportado a Mallory y Coco a un lugar seguro, borrando cada rastro relacionado con el aquelarre.

Myrtle miraba a Amelia golpear sus pies contra el piso mientras la ansiedad le hacia morder las uñas.

- Eso no ayudará - habló haciendo contacto visual, Amelia hizo una mueca, alejando sus manos de su boca. Myrtle se acercó a ella mientras la envolvía en sus brazos - Me recuerdas tanto a Cordelia, tan frágil pero dispuesta a salvar a los tuyos - tomó sus manos mientras las acariciaba lentamente - tú puedes cambiar el futuro, no pierdas la esperanza - Amelia sonrió, ambas pelirrojas se abrazaron, sintiendo toda la angustia y miedo desaparecer por un breve momento.

La puerta se abrió revelando a Cordelia y Madison.
Ambas rubias caminaron hasta ellas mientras la suprema asentía, indicando que todo estaba listo.

Las cuatro caminaron fuera de la cabaña, tres agujeros en la tierra, Cordelia dio una última mirada a Amelia pero no pudo contenerse, corrió hacia ella, abranzandola, Amelia no tardó en corresponderle mientras sentía algunas lágrimas resbalar por sus mejillas.

- No tienes que hacer esto - habló Cordelia rompiendo el abrazo.

- Tengo qué - la voz de Amelia salió temerosa - Es mi deber - susurró mirando a las tres brujas.

Madison seguía mirándola con desconfianza, tal vez fueron los polvos que Cordelia había puesto en Coco y Mallory, cayendo en ella pero no pudo evitar sentir un ligero dolor por dejar sola a la rubia.
Por lo que caminó hasta Amelia y también la abrazó.

- Lamento todo - murmuró en su oído para luego sentir ligeras caricías por parte de Madison, cuando se separaron, Amelia tomó su brazo, sus manos envolvieron su muñeca mientras cerraba los ojos y soplaba ligeramente, una extraña y opaca luz se apoderó de su muñeca, para cuando la luz se apagó y Amelia retiró sus manos, aquella quemadura no estaba ahí.
Madison sonrió a la chica para luego alejarse de ella.

Las tres recitaron lentamente un conjuro que las inducía a un sueño profundo mientras desaparecían de la vista de la chica.

Con un movimiento cubrió cada uno de los agujeros mientras regresaba hacia la cabaña.
Sus piernas se dirigieron hacia el baño, su mirada se concentró en el espejo. Su rostro lucía agotado.
El agua comenzó a salir, permitiéndole mojar su rostro y tratar de eliminar cualquier rastro de cansancio.

ungodly; michael langdon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora