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JU S T H O L D O N
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"No es justo morir cuando no has amado plenamente"
Sabía que aquello estaba mal, que iba en contra de las reglas, que cuando todos los ángeles lo supieran, irían a por ella, pero su corazón no se lo permitía.
Podía sentir el sol, de los Ángeles, penetrar su piel mientras entrecerraba los ojos ante la luz, y ahí estaba, parada enfrente de la casa de los asesinatos.
Dio un suspiro profundo, antes de comenzar a caminar hacia ella. Con un movimiento de manos, las oxidadas rejas se abrieron lentamente, mientras miraba cada parte de la casa, jamás pensó volver ahí, la hierba llegaba hasta sus tobillos, sintiendo un pequeño hormigueo al pisarlas.
Sentía la vibra de la casa, cada una de las energías, buenas y malas. Podía sentir la agonía recorrer sus venas, aquellos fantasmas necesitaban luz.
La puerta se abrió mientras la humedad inundaba sus pulmones. Al poner un pie dentro de la casa, la sala se iluminó más de lo debido.
De inmediato la muerte atacó el lugar.
Ben Harmon yacía colgado del candelabro mientras que Hayden intentaba quedarse con, un pequeño, Michael. La amante de Ben al darse cuenta de la presencia de Amelia, retrocedió asustada, justo lo suficiente para acercarse al niño.
Amelia sabía cada una de las consecuencias de sus actos.
Dios quería que la maldad se detuviera pero Amelia sabía que él, a parte de eso, quería guiarlo hacia la luz.
Lo tomó entre sus manos mientras le regalaba una sonrisa, el pequeño Michael sonrió de vuelta, sintiendo pureza en su interior. Hayden intentó atacarla, más nunca pudo mientras el resto de los fantasmas veían estupefactos la escena.
Con tranquilidad bajó las escaleras, sabiendo su siguiente movimiento.
Colocó el portabebés en el suelo para luego respirar profundamente y cerrar los ojos.
Un cálido soplido salió de sus labios.
- Vade in pace - susurró, la tierra se agitó y con él, las almas de los que fueron buenos desaparecieron encontrando la paz y aquellos que no, irían a donde pertenecen.
La casa se sentía distinta, la tranquilidad se apoderó del lugar, tomó al pequeño Michael en sus manos y partió antes de que Constance llegara.
