capítulo dos

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Eunyeon

Suspiré agotada, limpiando de mi frente las pocas gotas de sudor que se podrían haber escondido tras mi flequillo. Chasqueé la lengua, admirando el rostro de Jungkook desde el suelo. Descansaba con los labios entreabiertos y un brazo colgando del lado de su cama. No pude evitar sonreír al ver un hilillo de baba corriéndole por la barbilla. Era como un niño pequeño. Un niño pequeño con el tabique nasal destrozado por tanto esnifar, el hígado podrido por el alcohol y los pulmones hechos mierda por el tabaco.

—Si no fueras mi hermano ya te habría echado del país a patadas —murmuré extendiendo una manta sobre él para que no despertada en mitad de la madrugada por el frío.

Con un suspiro exhausto, me levanté del suelo, recogiendo todas las prendas que Jungkook había esparcido según se desnudaba al entrar por la puerta de casa. "Me siento como un bebé recién nacido" habían sido sus últimas palabras antes de lanzarse completamente desnudo sobre la cama y caer rendido finalmente. Lancé la ropa al cesto de las prendas sucias situado al lado de la pila de la cocina. Y con la espalda apoyada en esta y la mirada clavada en la puerta del cuarto de Jungkook recordé la primera noche que decidió huir de casa.

Había discutido con mamá y ambos habían dicho cosas demasiado hirientes. Nuestra madre se encerró en su cuarto para no salir en los siguientes dos días por miedo a cruzarse con Jungkook de nuevo. Mi hermano, por otro lado, creyó que lo más conveniente sería escaparse para ir de fiesta con sus amigos. Si hubiera sabido que aquella noche comenzaría la adicción que nos había llevado por el camino de la amargura no le habría permitido cruzar el umbral de la puerta de su habitación.

Si tan solo hubiera sido más atenta con él...

Chasqueé la lengua disponiéndome a rellenar el calienta aguas para prepararme una infusión relajante. Con suerte me ayudaría a dormir, aunque fuera durante un par de horas. Giré la llave del grifo, para mi sorpresa nada salió. Volví a intentarlo; de nuevo nada. Un papel anaranjado pegado con un imán a la nevera llamó mi atención.


"Se informa al responsable de la vivienda que, con motivo de un retraso e impago de la factura de agua, el suministro de esta ha sido cortado. Se recuperará cuando la cantidad de ₩300.000 sea abonada a la compañía suministradora."


Genial.

Acababa de saldar cuentas con Byounggon y ya tendría que pedirle ayuda de nuevo. Me esperaban unas cuantas semanas de trabajo doble para conseguir esa cantidad de dinero.

Doblé la hoja de mala manera y la guardé en el bolsillo trasero de mis pantalones. Lo último que necesitaba era que mamá encontrara la nota y se sintiera aún más presionada a encontrar un trabajo cuanto antes.

Un repiqueteo en la ventana de la cocina me hizo salir del ensimismamiento en el que había entrado. Miré la puerta de la habitación de Jungkook una última vez desde la cocina antes de abrir, con gran dificultad, el ventanal. Abrí los ojos de par en par al ver el rostro sonriente de Taehyung al otro lado.

—¿Qué haces aquí? —susurré

—Hacía demasiado que no te hacía una visita. Vamos a la azotea.

—No, Taehyung, no puedo. Mi hermano esta...

—Bien, pues la reunión se traspasa aquí —anunció encogiéndose para colarse por la ventana.

—¿Sabes que puedes entrar por la puerta como la gente normal?

Él sacudió la mano, restándole importancia al asunto, lo que me hizo reír. Kim Taehyung era la persona más espontánea y divertida que jamás había conocido. Había sido así desde los once años, edad con la que lo conocí cuando nos mudamos a su edificio. Llamó mi atención porque siempre cargaba una mochila de Doraemon y una cámara de juguete colgada al cuello a través de la cual, él juraba se podía ver un universo paralelo de color arcoíris. Ahora, más de diez años después, dedicaba su vida a la fotografía profesional y seguía convencido de que podía ver cosas que nadie más lograba percibir a través del objetivo de su cámara.

THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora