capítulo veintiuno

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Yoongi

( primera parte )

Aquella noche no logré pegar ojo, mi mente demasiado ocupada planeando la cita de la tarde siguiente al milímetro para que todo fuera perfecto. Porque Eunyeon no merecía menos que eso, perfección. A las siete había decidido dejar de fingir que estaba descansando y salté de la cama, corriendo a por mi teléfono para conseguir reserva en el mejor restaurante que conocía. Pero antes de que pudiera siquiera buscar el número del dueño en mi lista de contactos, el número de mi madre apareció en la pantalla.

—Buenos días, mamá.

—Buenos días, hijo. Escucha, esta tarde vendrán la señora Kim y su prometido a casa. Tu padre quiere que estés presente.

—¿Qué? ¿Por qué? —Pude escuchar un suspiro del otro lado de la línea.

—Porque tu padre así lo quiere. Te esperamos aquí.

—Mamá, no...

Me colgó antes de que me diera tiempo a terminar la frase. Lanzando el teléfono sobre la cama de mala manera, volví a entrar en el baño y cerré la puerta con un golpe. Me desnudé y, una vez al otro lado de la puerta acristalada, dejé caer mi cabeza contra las baldosas frías de la pared. Podía hacer las dos cosas. Podía presentarme en casa de mis padres, sonreír y celebrar la unión de la señora Kim y su prometido durante unas horas, y después iría en busca de Eunyeon. Había tiempo para ambas cosas. Y si no lo había... No, le había prometido a Eunyeon que la vería a las siete, y a las siete en punto, ni un minuto más ni uno menos, estaría frente a su portal, sonriente y ansioso.

Cuando horas después llamé a la puerta de mis padres, mamá me recibió con un cálido abrazo y una amplia sonrisa. Papá levantó la cabeza de su teléfono cuando oyó mis pasos aproximarse al salón, solo para mirarme con el ceño fruncido y recordarme que había llegado tarde.

—Lo siento, padre. —Él solo chasqueó la lengua y volvió a teclear algo en su teléfono. Quizá, cualquier otro día, me habría sentido mal por haber llegado tarde. Cualquier otro día, su mueca decepcionada me habría hecho querer arrancarme las pestañas y morder los cojines del sofá sobre el que estaba sentado. Pero no hoy.

—Los invitados deben estar a punto de llegar —habló mi madre desde el otro lado del sofá. Y como si los hubiera invocado con sus palabras, el timbre de la casa volvió a sonar. Esta vez fue una de las mujeres de servicio la que atendió la puerta y recibió a la señora Kim y el señor Jeon.

Cuando la pareja apareció por el arco que servía de puerta del salón no pude evitar pensar qué habría sentido Eunyeon al ver a su padre del brazo de otra mujer, sonriendo y besándola, queriéndola como no los había querido a ellos. Mis labios se fruncieron en una mueca desagradada ante el pensamiento y esta no le pasó desapercibida al señor Jeon. Bien.

—Bienvenidos. Pasad, pasad. Tomad asiento. Yoongi, haz hueco para la señora Kim y su prometido. Oh, ¡Jiyeon! Tú también has venido.

—Por supuesto, señora Min, No podía perderme una reunión como esta.

Jiyeon asomó por detrás de su madre, sacudiendo la mano con desdén ante la mujer que había recogido su abrigo para colgarlo en el armario de la entrada. Sus ojos dieron a parar con los míos cuando los apartó de la pantalla de su teléfono y me sonrió. Fruncí el ceño ante el gesto, porque la última vez que nos habíamos visto la había hecho llorar, de nuevo, y nuestra conversación sobre ese futuro que nunca compartiríamos había acabado, como siempre, terriblemente mal.

—Hola, Yoongi —canturreó con voz melosa. Yo me incliné frente a los tres recién llegados en un saludo formal y respetuoso, como mi padre lo habría querido. Cuando noté que Jiyeon se acercaba para abrazarme, me senté de nuevo en uno de los sillones individuales a la derecha de la televisión y frente a mi padre.

THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora