capítulo veinticinco

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Yoongi

Había pasado más de una semana desde la última vez que había podido hablar con Eunyeon. Nueve días desde que había respondido por última vez a mis mensajes de buenas noches. Nueve días desde que había ido a recogerla de la academia de danza después de todo un día de clases y la señora Choi me había anunciado –con un tono algo incómodo y mucho pesar– que Eunyeon se había marchado hacía ya rato.

La preocupación y la duda me habían nublado el paso del tiempo, y no fue hasta que Seokjin apareció en la puerta de Namjoon aquel domingo que fui consciente de lo rápido que había pasado el tiempo. Apenas faltaba un par de semanas para la boda, y Haneul y el señor Jeon ya estaban ultimando los últimos detalles. Y volviendo loco a Seokjin en el proceso.

—Hay gente por todos los rincones de nuestra casa llevando vestidos de un lado para otro. La casa apesta a bizcocho las veinticuatro horas del día. ¡Todo el puñetero día oliendo a bizcocho de vainilla! —Seokjin alzó la voz haciendo aspavientos con las manos. Con el rostro colorado y la vena de su cuello a punto de explotar, se dejó caer sobre el sofá más grande del salón de Namjoon—. Además, mi madre está insoportable y nos pone histéricos a todos los demás.

Yo solo pude parpadear, aún sintiendo los párpados pesados por el sueño. Apenas había logrado pegar ojo un par de horas, después de desistir en mi misión de intentar ponerme en contacto con Eunyeon. Namjoon, que estaba sentado a mi derecha con el rostro igual de caído por el cansancio, se puso en pie y caminó hacia la cocina, ignorando por completo las quejas de Seokjin.

—Mi madre me obliga a acompañarla a ella y a el señor Jeon al lugar donde se celebrará el banquete. Por favor, tenéis que acompañarme. No me dejéis solo en esto. Si me pregunta una sola vez más qué sabor de pastel prefiero creo que voy a echarme a llorar delante de todos.

—¿Quieres un café, Yoongi? —preguntó Namjoon desde la cocina, ignorando por completo al otro Kim.

—Se supone que somos amigos —masculló Seokjin entre dientes algo ofendido.

—Has dejado de ser mi amigo cuando me has despertado a las ocho de la mañana un domingo.

Mi teléfono comenzó a sonar sobre la mesa al tiempo que recogía la taza de café que Namjoon me ofrecía. Por un momento mi corazón se saltó un par de latidos, creyendo que podría tratarse de Eunyeon al fin. Cuando leí el identificador de llamada solo pude rodar los ojos.

—¿No se lo vas a coger? —preguntó Seokjin cambiando de tema.

—No.

—Yoongi, podría ser algo importante.

—Me da igual lo que sea. No pienso hablar con mi padre.

—Era tu madre.

—Me llama ella porque él es demasiado orgulloso para hacerlo, pero sé que si lo cojo no tardará en pasarle el teléfono a mi padre.

—¿No habéis vuelto a hablar desde que te fuiste de casa? —Negué con la cabeza. Namjoon se irguió, quedando más cerca de mí.

—Tarde o temprano os volveréis a encontrar en el camino, en la boda.

—No me lo recuerdes. Cada vez estoy más convencido de que no debería ir a esa boda.

—No, no. Vas a venir —protestó Seokjin—. Y tú también. Tenemos que estar todos juntos, porque si no, no seré capaz de soportar más de dos horas.

—Seokjin, es la boda de tu madre. Podrías mostrar un poquito de compasión. —Le regañó Namjoon. Pero él solo se encogió de hombros, quizá algo avergonzado.

THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora