Eunyeon
La casa estaba silenciosa, quizá demasiado. Tan solo el incesante tic tac del reloj colgado de la pared del salón rellenaba el espacio que la ausencia de mamá había dejado. Esa misma mañana, la señora Min le había propuesto hacer unas horas extra en la mansión en la que ella y su marido vivían. Al parecer, Yoongi había hecho muy buenos reportes sobre su trabajo en los últimos días y eso había animado a su madre a darle una oportunidad de ganarse un dinero extra. Eso y que necesitaban refuerzos porque la lista de invitados a su cena había sido más larga de lo que habían planeado en un inicio y necesitarían un equipo más grande para organizar los preparativos.
A Jungkook y a mí no nos había agradado la idea. Pero ambos sabíamos que todo dinero sería bien recibido en nuestra casa.
Suspiré agobiada por el ambiente callado y abandonado del lugar. Me encaminé directamente a la puerta del cuarto de mi hermano, abriendo la puerta de sopetón con miedo a hallarla vacía y tener que enfrentarme a lo que aquello significaría. Di de golpe con su figura temblorosa oculta entre las sábanas.
—Jungkook... —murmuré arrodillándome a un lado del colchón.
Sus ojos se entreabrieron en una fina línea. Me observaba sin entender por entre su largo flequillo. Me dio pena haberlo despertado. Probablemente sería la primera vez que lograba dormir del tirón en mucho tiempo y yo le había desvelado.
—Mamá sale del trabajo en unas horas. Voy a ir a recogerla. ¿Vienes?
No respondió. Permaneció mirándome a los ojos fijamente aún procesando mis palabras. Tras unos segundos en trance gruñó asintiendo, pero no se movió ni un solo centímetro de la cama. Fruncí los labios pensando si realmente estaba bien lo que estaba a punto de hacer. Asentí para mí misma lanzándome sobre él, provocando que exclamara una maldición.
—Vamos, hermanito, mueve el culo y ponte en marcha.
—Eun, joder, deben ser casi las once de la noche. Déjame dormir.
—Son las diez y media. Mamá sale en media hora. Si no te das prisa no llegaremos.
Se levantó de mala manera, arrastrándome a mí con él. Quedé tumbada sobre sus piernas bocarriba con sus ojos serios observándome fijamente. Sonreí dulcemente incorporándome de nuevo.
—Ponte guapo.
Mamá había prometido invitarnos a una buena cena con el pago que recibiera por aquellas horas extra. Aunque nosotros habíamos insistido en que no era necesario, que debería guardar ese dinero para cuando realmente lo necesitáramos, mamá estaba convencida de que gastar su primer sueldo en muchos años en sus hijos era el mejor de los regalos, más para ella que para nosotros.
Desde que había empezado a trabajar para los Min no había habido día que no acudiera a la mansión para acompañar a mi madre, tanto a la hora de entrada como en el final de la jornada. Me había acostumbrado a verle la cara a Yoongi todos los días. Cuando aparecía por las mañanas siempre lo encontraba sentado en la butaca de su piano, encarando la terraza del ático. Yo escuchaba desde fuera para que mi madre, que creía que me iba una vez ella comenzaba su jornada, no me descubriera, disfrutando de la melodía amortiguada que nacía del interior.
Una vez Yoongi se cansaba, salía por las amplias puertas acristaladas dando conmigo directamente. Ambos hablábamos por horas de todo tipo de cosas, sentados en el césped artificial —o al menos yo me sentaba, él permanecía de pie por miedo a arruinar su ropa cara— en el punto ciego donde ninguna de sus cámaras de seguridad lo pudiera interceptar hablando con la hija de una de las mujeres de servicio. Me di cuenta de que Yoongi era una persona con la que podía hablar de cualquier cosa, desde el cambio climático hasta por qué el cielo era azul, pasando por una meditación sobre el capitalismo en el que nuestra sociedad estaba envuelta. Era toda una caja de sorpresas, pero eso no obviaba el hecho de que era un completo egocéntrico, incapaz de mirarme de otra manera que no fuera por encima de su hombro.
ESTÁS LEYENDO
THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔
Fanfic𝑬𝒍 𝒔𝒊𝒃𝒂𝒓𝒊𝒕𝒂 𝒚 𝒍𝒂 𝒍𝒂𝒅𝒓𝒐𝒏𝒂 Yoongi jamás ha conocido mundo más allá de la colina al norte de la ciudad en la que se concentra todo el poder y dinero de Seúl. Eunyeon conoce demasiado bien la vida a los pies de esa colina, donde la g...