↳capítulo veintiuno (ii)

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Yoongi

( segunda parte )

—Buenas noches, padre. ¿Puedo preguntar qué te trae por aquí a estas horas?

Él se puso en pie en cuanto oyó mis paso en su dirección. Mi voz, imponente y fría, imitando ese tono que yo había oído de él durante toda mi vida.

—¿Dónde demonios has estado, Yoongi? —Estaba por responder cuando él volvió a hablar—. Y ni se te ocurra volver a mentirme a la cara. ¡Yo no he criado un mentiroso!

Me mantuve firme en mi sitio, sin mover un solo músculo a pesar de que lo único que quería hacer era correr a la otra punta de la ciudad y volver a hundirme en los brazos de Eunyeon.

—Vas a decirme qué demonios has estado haciendo toda la noche en este mismo instante.

Guardé silencio con la mirada fija en las baldosas de mármol negro. Podía sentir el enfado de mi padre aumentado por segundos, a la par que mi histeria. No quería perder los estribos, no era algo que me pudiera permitir en mi situación, pero toda aquella tensión estaba por volverme loco. Antes de que pudiera oponerme o forcejear mi padre me arrebató de las manos la ristra de fotografías de Eunyeon y yo. La miró con el ceño fruncido y la puso al lado de la pantalla brillante de su teléfono.

—Así que es cierto —murmuró más para él que para mí.

Entonces me mostró su teléfono y sentí como toda la sangre se me helaba. En la pantalla aparecíamos Eunyeon y yo sonrientes. Ella caminaba agarrada de mi brazo al tiempo que ambos salíamos del restaurante.

—¿Quién es? —Más silencio—. ¿Quién coño es esa, Yoongi?

—No importa quien sea.

—Por tu bien, espero que sea sólo una de tus amiguitas.

Apreté los puños y me mordí el interior de las mejillas, todo por no elevar el tono de voz más de lo debido. Debía controlarme si no quería que aquella simple discusión terminara desenvolviendo todo un huracán. La furia en la familia Min era hereditaria, pero no me convenía enseñarle los dientes a mi padre, no cuando Eunyeon estaba en el medio de este caos.

—¿Ahora te importa lo que hago con mi vida? Hasta ahora lo único que te preocupaba era que aprobara todo en la universidad para poder graduarme y seguir tu camino.

—Me importa porque una cualquiera se está entrometiendo en un contrato que lleva sellado desde que Jiyeon y tú cumplisteis los dieciocho.

Entonces entendí todo. Una risa sin gracia rebotó en mi interior.

—Así que ha sido ella —comenté asintiendo lentamente—. ¿No os cansáis de organizarnos la vida? Supongo que no. Para vosotros siempre hemos sido un par de marionetas a las que controlar a vuestra merced para cumplir vuestros propios objetivos. Os importa una mierda lo que sintamos o queramos.

—Cuida el lenguaje.

—Oh, claro. —No pude contenerme—. Siéntate recto, inclínate noventa grados justos, saluda educadamente, no maldigas, sonríe aunque por dentro te estés sintiendo como una absoluta porquería. Siempre ha sido así. No importa quién sea, o quién quiera ser. Nada de eso importa, porque al fin y al cabo solo soy el heredero de los Min. Eso es todo lo que tengo que ofrecer, ¿cierto? Mi puñetero apellido.

—Hasta ahora parecía no importarte que fuera así. —Asentí, mis labios fruncidos en una fina línea, imitando el gesto enfadado de mi padre.

—Hasta ahora no tenía nada mejor en la vida. Me conformaba con una buena casa; con ir a fiestas casi todos los fines de semana; con saber que no importa lo que haga porque me graduaré gracias a los cheques que le pasas al director. Pero ya no. He abierto los ojos. Me he dado cuenta de que hay vida más allá de esta colina habitada por peces gordos desalmados como... —Tomé una bocanada de aire pensando en lo que estaba a punto de decir—, como tú.

THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora