capítulo veintidós

3.7K 418 66
                                    

Eunyeon

Observé el coche de Yoongi partir mientras lo despedía con la mano y una sonrisa en la cara. Entré finalmente en el edificio sin dejar de tararear la canción que había estado sonando en los recreativos mientras nosotros nos hacíamos las fotos.

Había sido la mejor noche de mi vida en tantos aspectos que pensar en terminarla me dolía. Yoongi me hacía sentir como una adolescente enamoradiza; sus sonrisas provocaban todo un huracán en mi interior; el solo hecho de oír mi nombre pronunciado por sus labios me hacía sentir la única persona en el mundo. Hacía demasiado tiempo que no me sentía tan feliz y despreocupada como cuando estaba con él.

Me moría por contarle todo a mi madre. Hacía mucho tiempo que no teníamos un rato para nosotras solas donde pudiéramos hablar sobre nuestras preocupaciones y sentimientos. Ya no la acompañaba a casa de los Min tanto como solía hacerlo, tampoco coincidíamos en las horas de llegada, pues, por lo general, para cuando yo entraba en casa ella ya estaba dormida. La echaba de menos.

Metí la llave en la cerradura y giré hasta el escuchar el clack. Tuve que empujar con fuerza pues la puerta fallaba y se negaba a abrirse. El interior de la casa estaba a oscuras. Pensé que estaba a solas por lo que decidí encender todas las luces.

En cuanto me adentré un poco más en el apartamento pude apreciar lo que parecían ser sollozos ahogados. Me asusté en el momento en el que vi un camino de sangre que conducía desde el recibidor hasta la cocina. Automáticamente pensé en Jungkook y el corazón se me encogió. ¿En qué te has metido ahora? me dije, asustada.

Pero no, no se trataba de mi hermano, sino de mi madre.

La hallé tirada en un rincón de la cocina. Sostenía una de sus manos pegada a su pecho mientras todo su cuerpo temblaba. Corrí espantada hasta ella y me arrodillé a su lado. Sujeté su rostro entre sus manos buscando su mirada. Estaba ida.

—¡Mamá! ¡Mamá, mírame! —Sacudí su rostro suavemente para hacerla salir del trance en el que había entrado.

No obtuve respuesta de su parte. Sus ojos parecían vacíos, toda su expresión estaba ida. El corazón me palpitaba en las sienes. Todo mi cuerpo estaba temblando tanto como el de mi madre y no podía pensar con claridad. ¿Qué había pasado? Traté de llamar su nombre un par de veces más, pero su respuesta seguía siendo la misma. Sin esperar más la levanté con cuidado de los fríos azulejos del suelo y la cargué contra mi hombro hasta el baño. Caminaba como si las piernas le pesaran más de lo debido, provocando que tropezara y cayera de bruces frente a mí, haciéndome tropezar a mí también. Rápidamente me arrodillé a su lado.

—No, no. Venga, mamá. Vamos a levantarte.

Una vez en el baño la ayudé a sentarse en el retrete y comprobé una vez más que no se encontraba en su ser, en absoluto. Aquella no parecía mi madre.

Dejé ir sus manos, las cuales habían permanecido entrelazadas la una con la otra en todo momento, para poder limpiar con un paño húmedo la sangre que no parecía querer dejar de brotar. Levanté las mangas de su camisa con cuidado. Dejé escapar un suspiro aliviado, ahogado entre lágrimas, cuando me di cuenta de que las ideas macabras que mi mente había fabulado no eran más que simples imaginaciones. Tan solo tenía cortes en las palmas de sus manos. No parecían demasiado profundos, la sangre lo hacía ver más grave de lo que realmente era.

Lavé sus manos con cuidado y después desinfecté las heridas. Tuve que desincrustar algún que otro cristal que había quedado clavado bajo su piel. Con el labio inferior pellizcado entre mis dientes saqué pedazo a pedazo temiendo hacerle daño a mamá. Pero ella parecía no estar notar nada de lo que yo hacía.

THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora