Yoongi
Eunyeon ya había comenzado su camino de regreso a su casa, alejándose por la ancha avenida. Mantuve la mirada fija en su figura, pequeña y de oscuras ropas, desvaneciéndose con cada paso. Seokjin, que había aparecido diez minutos después de haber cortado nuestra llamada, había sido el culpable de que ella rehuyera, sabiendo que no sería capaz de soportar más de cinco minutos en presencia de Kim. Este no había dejado de parlotear sobre la última de sus aventuras con una de las muchas pretendientes que tenía tras él y una de las pocas afortunadas que lograba captar su atención realmente.
—Qué culo, Yoongi, ¡qué culo!
Ignoré por completo sus comentarios. Me interesaba más bien poco lo buena que fuese en la cama o su talla de sujetador. Por algún motivo no podía dejar de pensar en Eunyeon y la extraña familiaridad que me transmitía, haciéndome sentir a gusto cada vez que hablaba con ella de temas algo más personales que, en cualquier otra circunstancia, jamás había compartido con nadie. Hasta que ella apareció, la conversación más extensa sobre mis pensamientos que había mantenido había sido con mi madre. ¿Qué demonios tenía Eunyeon para hacerme sentir tan cercano a ella y resguardado en sus palabras?
—Oye, ¿estás bien? No has abierto la boca más que para responderme con monosílabos desde que he llegado.
—¿Eh? Sí, sí, bien. —Seokjin chasqueó la lengua apoyando su mano en mi hombro. Me giré en su dirección dando de lleno con su mueca seria mientras negaba lentamente balanceando su cabeza.
—No, no lo estás. Mira, no sé lo que ha pasado con esa rata callejera, pero si te ha hecho o dicho algo...
—Seokjin —murmuré apartando su mano de mi hombro de un manotazo—, ella no tiene nada que ver con esto.
—Ah, ¿no? Entonces, ¿por qué demonios desde que ella apareció te has convertido en alguien diferente? En serio, Yoongi, si te tiene amenazado o algo...
—Te he dicho que no tiene nada que ver con Eunyeon —bramé molesto—. ¿Por qué no en lugar de acusar a la gente sin motivo te encargas de mantener a tu hermana alejada de mí? Ya no sé cómo decirle que no quiero nada con ella.
—Eunyeon —susurró con la mirada fija en las losas del suelo—. Así que ahora la llamas por su nombre.
—Para algo existen los nombres.
Seokjin permaneció en silencio unos segundos. Me sentía pequeño bajo su mirada inquisitiva, casi desnudo. Y es que Seokjin era de las pocas personas capaces de descubrir hasta el último de mis pensamientos con tan solo mirarme fijamente a los ojos. Solo necesitaría dos segundos de contacto visual para saber si había matado a alguien. Rio sin ganas regresando la mirada al suelo y dando una patada a alguna piedra que había en el suelo.
—Dices que no quieres nada con Jiyeon, pero cuando acude a ti tú sin dudarlo te la tiras y después la desechas. Eso tiene un nombre, estás usando a mi hermana, Yoongi.
—Tú eres quien la envía.
—¿Por quién me tomas?
—Por Dios, Seokjin. Desde que éramos pequeños siempre has intentado emparejarnos. Si me sirves a tu hermana en bandeja de plata la tomaré, pero no de la manera que vosotros queréis. Nada de enamoramientos fingidos para camuflar una boda que lleva planeada desde que los tres nos conocimos. Te lo dije hace un tiempo y estoy harto de tener que repetírtelo; olvídate de que tu familia y la mía estén relacionadas de una manera que no sea la mera amistad y los tratos entre empresas.
Con aquello di por finalizada nuestra conversación, dejando a Seokjin con la palabra en la boca. Él carraspeó, tratando de no lucir demasiado afectado por mis frías palabras, y se atusó el pelo, así como la chaqueta. Comenzó a caminar en dirección a su coche, el cual había aparcado a escasas calles de donde Eunyeon y yo nos habíamos separado. Me miró por encima del hombro una última vez y habló con tono serio:
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THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔
Fanfic𝑬𝒍 𝒔𝒊𝒃𝒂𝒓𝒊𝒕𝒂 𝒚 𝒍𝒂 𝒍𝒂𝒅𝒓𝒐𝒏𝒂 Yoongi jamás ha conocido mundo más allá de la colina al norte de la ciudad en la que se concentra todo el poder y dinero de Seúl. Eunyeon conoce demasiado bien la vida a los pies de esa colina, donde la g...