capítulo veintinueve

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Yoongi

( primera parte )

El repiqueteo de las agujas del reloj retumbaba en mi cabeza y, en aquel momento, lo creía capaz de hacerme enloquecer. Mantenía la cabeza gacha, con los brazos reposando sobre mis rodillas y la mirada fija en la puntera de mis zapatillas. Las gotas de mi pelo empapado caían sobre el impoluto suelo del pasillo del hospital, en consonancia con el minutero del dichoso reloj. Minutos antes, acababa de salir por las puertas del hospital, dispuesto a despejarme y respirar algode aire que no apestara a antiseptico, cuando el cielo había decidido partirse en mil pedazos sobre mi cabeza. Habían sido menos de tres minutos lo que había pasado fuera, pero había sido más que suficiente para que la lluvia me calara hasta los huesos.

La puerta corredera frente a mí se deslizó e inmediatamente levanté la cabeza esperanzado. Mis pies reaccionaron antes de que pudiera impedirlo. Enseguida, la mano de Jungkook se plantó sobre mi pecho, frenándome. Sus ojos, más oscuros que de costumbre, me atravesaron y helaron el alma. Me di cuenta de que vestía el mismo pijama con el nombre del hospital con el que le había visto la noche de la boda. Su rostro seguía igual de magullado, tal vez algo menos hinchado, y daba lástima verlo. Pero él no parecía demasiado preocupado por los cortes en sus mejillas o su ojo morado.

—¿Adónde crees que vas?

—Jungkook, hijo, ¿por qué eres así? Oh, mira quién es. —La señora Jeon me miró anonadada—. Joven Min, ¿qué hace usted por aquí de nuevo? Me pareció verlo la otra noche, pero no estaba segura de que fuera usted. Perdóname si no saludé. Etaba un poco... Bueno.

Negué rápidamente, una sonrisa avergonzada en mi rostro. Me rasqué la nuca, buscando las palabras adecuadas para presentarme y explicar por qué llevaba tres días rondando esta misma habitación de hospital esperando que alguien me dijera algo o me dejara pasar. A sus ojos, Eunyeon y yo no éramos más que un par de desconocidos. 

—Es el novio de Eunyeon, mamá.

Chasqueé la lengua maldiciendo a Jungkook. Lo había pronunciado con un tono tan monótono y aburrido que cualquiera se lo habría tomado como una broma. Solo me quedó sonreír y asentir. Mis mejillas estaban ardiendo y notaba las manos temblorosas, los hombros tensos por la expectación. Hubiera preferido presentarme ante de ella de cualquier otra manera que no fuera en un hospital, a las puertas de la habitación de su hija malherida, y por medio de su hijo, que parecía querer matarme allí mismo.

—Perdón... Eunyeon no me ha dicho nada. Ni siquiera sabía que os conocíais.

—Ya, respecto a eso...

—Mamá, vamos a por un café. Te contaré todo en la cafetería, ¿sí?

Y sin mirarme una sola vez más se agarró al brazo de su madre y ambos comenzaron a caminar en dirección opuesta a mí por el pasillo.

Me dejé caer sobre el asiento una vez más. Cubrí mi rostro con ambas manos, un suspiro pesado calentando las palmas de estas. Desde que había oído al señor Jeon mencionar que, lamentablemente debía abandonar la ceremonia porque sus hijos habían sido trasladados al hospital, mi corazón se había detenido. No lo había sentido latir en todo el trayecto desde aquella colina hasta el cetro de Seúl, tampoco mientras esperaba al taxi bajo la lluvia sin importarme en absoluto que me estuviera empapando. Desde aquella noche, las incómodas sillas de la sala de espera se habían convertido en mi segundo hogar. Namjoon había venido unas cuantas veces para asegurarse de que estaba comiendo y preguntar si sabía algo nuevo. "Nada" había repetido una y otra vez.

Ambos habíamos visto como enfermeras y doctores entraban y salían de la habitación de los Jeon sin pronunciar palabra. Entonces la pasada noche, cuando el doctor salió, se acercó a hablar con la madre de Eunyeon, que había permanecido sentada en los asientos frente a la habitación, y casi pude sentir el alivio y la alegría que desbordaba la mujer cuando la enfermera señaló la puerta de la habitación con un asentimiento de cabeza.

THE SYBARITE (RK #1) » min yoongi ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora