Cap 7. Prejuicio

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 "¿Pesadilla o fantasía?"  


Naruto sube a la parte trasera del auto con Sakura que está recién levantada, la cual lo mira con cierta culpabilidad de a verse sentido indispuesta y no poder disfrutar la salida con su novio, o con los amigos de éste. Tal vez dejó una mala impresión en el grupo, lo que su madre toda la vida le enseñó, a no quedar mal con nadie.

—Lo siento, me dolía la cabeza y... —Naruto le sonrió con dulzura a lo que Sasuke encendió el motor, conduciendo hacia la casa de Karin.

—No te preocupes por eso —respondió el rubio y acarició los mechones de su cabello rosa—. Ya vamos a casa, está muy tarde y te prometí una pizza, ¿no es así?

Sakura sonrió contenta y Sasuke observó el brillar del color verde por el retrovisor, sintiendo molestia. No estaba celoso ni mucho menos, estaba molesto por verla con la sonrisa de oreja a oreja, cómo si no pudiese sentir otra emoción que no fuera alegría. Harto, empezaba a hartarlo.

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Sakura se deja caer en la mullida cama quitándose las zapatillas para encender el televisor. Naruto está en la puerta pagando la pizza a eso de las 4:20 de la madrugada, pero con las persianas en las ventanas ni el molesto sol entraría a avisar el completo amanecer. Dejó la pizza sobre la mesa de noche y cada uno sujetó un trozo viendo la película que acababa de poner su novia. Romance, drama. Cosas como esa ella adoraba.

Al cabo de un rato ambos se levantan y se cepillan para acostarse con el aire acondicionado encendido. Naruto acaricia con la yema de sus dedos su espalda y ella se curvea con las mejillas manchadas del rosa suave, pero por la luz apagada él no logra notarlo.

—¿Puedo preguntarte algo Sakura?

—Dime.

—¿Tú has estado con alguien más antes?

El silencio abarca la habitación por unos minutos, retractándose él por inercia.

—Lo siento, no debí preguntar. Es una estupidez.

—No.

—¿Mm?

—No he estado con nadie Naruto, soy virgen.

Los labios varoniles sonrien imperceptibles para ella, la cual ya estaba cediendo al cansancio de nueva cuenta. Naruto besa su frente y la abraza, durmiéndose con ella.

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Los días pasaron y la temporada de lluvias llegó con fuerza. Siendo las nubes grises y los tormentosos rayos los que acaparaban el cielo diariamente. Sasuke se encuentra sentado en los escritorios para los planos arquitectónicos; sujeta el lápiz, notando ya hace días la sonrisa tonta que se cargaba Naruto.

—¿Y esa cara de idiota?

—Sakura no ha estado con ningún tipejo.

Sasuke sonríe ante aquella declaración más estúpida. Quizá por eso sus ojos ardían fervientes a la felicidad, o quizá solo era un prejuicio de su cabeza como la de muchas más.

—¿Y?

—Pues que será mi futura mujer Sasuke —habló decidido—, si las cosas siguen bien pediré su mano al graduarnos de la universidad.

El Uchiha levantó una ceja, sorprendido levemente por la sinceridad en las palabras de Naruto. ¿Quién diría que un Naruto Uzumaki pensaba cosas tan serias cómo esa? Qué ni él llega a pensar con Karin llevando ya más tiempo de noviazgo que ellos.

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Sakura termina de sacar las cordales en su práctica y sale caminando rumbo a su casa. Su maletín en esa ocasión pesa un poco más de lo normal por la cantidad de instrumentos que debe llevar por la ocasión.

—Pss.

Los orbes esmeraldas voltean y se encuentran con un joven en motocicleta con el casco polarizado. Ella levanta la una de sus cejas hasta que el chico se quita el caso y deja ver los orbes ámbar.

—¿Sasori?

El muchacho sonríe amistoso y ella se acerca y le saluda.

—¿A dónde te diriges pequeña Sakura?

Ella forma un mohín con sus labios y eso provoca una sonrisa ladina en él.

—A mi apartamento, quiero descansar un poco.

Sasori se queda pensativo por unos instantes y decide invitarle.

—Ahora iré por unos pastelillos, los llevaré a la casa de Itachi ya que los chicos planean una reunión pequeña para recordar cosas un poco tontas —comenta y vuelve a ponerse el casco—.   Deberías ir.

Sakura sonríe y niega con las manos, suspirando cansada por la pesada mochila en su espalda. Sasori lo nota y en un instante le quita la mochila y se la coloca él. Sakura siente sus mejillas arder por la vergüenza y trata de jalarla pero él no se mueve ni un centímetro aún sobre la motocicleta.

—¡Devuélvemela Sasori!

—Ve a comer pastelillos con nosotros y te la devuelvo, además, Naruto no se enojará si vas conmigo —habla con sinceridad y arranca, alejándose de ella.

Sakura suspira y camina deprisa a casa. Debía al menos asearse y encontrar una buena chaqueta para ir al apartamento en donde estarían ellos, o de lo contrario le dirían a Naruto que fue por la mochila como toda una pordiosera. Siempre pensando en cómo la ven los demás, nunca acertando en cómo la ven realmente.

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Presente.

Kakashi nota a Naruto diferente a la última vez. Sus manos no tiemblan, sus labios no se mueven y sus ojos no se desvían de un lugar a otro. Parecen vacíos, sin nada dentro.

—Naruto.

El joven ante su nombre le presta atención, recordando en donde se encuentra. En ese momento Kakashi percibe el mover de su zapatilla contra la madera, parece ansioso. El Uzumaki pasa sus manos tras su cuello y lo mira a los ojos, permaneciendo el detective con su imagen serena.

—¿Ya lo encontraron? —cuestiona con notable estrés en el arrastre de sus palabras—. ¡¿Encontraron al maldito que la asesinó?!

Hatake niega y Naruto pasa sus manos por su cabello frustrado, quedándose estático de nueva cuenta en un breve lapso de tiempo. Quizá las medicinas para la depresión lo estaban afectando más allá de lo que el psiquiatra le mencionó en el reporte médico, o quizá él no tenía suficiente conocimiento sobre lo que podrían causar aquellas píldoras a una persona que jamás las ha tomado.

—Naruto, ¿recuerdas algo significativo en la vida de Sakura? —cuestiona botando las cenizas del cenicero en la cesta de basura, regresando su mirada oscura sobre los orbes azules—. Algo que para ti haya tenido valor en sus palabras...

—Ella —susurró y tragó pesado al pensar en ello—. Me dijo que era virgen.

El hombre mayor levanta una ceja, escribiendo sus palabras en una libreta.

—¿Fuiste su primer hombre?

Naruto negó y apretó los puños.

—Era mentira... ella no era virgen, nunca lo fue, no para mí.


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Odio en movimiento. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora