Cruda realidad

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Siwon llego unos minutos más tarde de lo normal aquella noche, se encontró con la falta de emoción en su esposa que no le dio el animado recibimiento y al tiempo parecía molesta.

—Traje la cena. —Por esa razón llego más tarde. —¿Qué pasa?

—Pude hablar con Jessica hoy.

—¿La convenciste de denunciarlo?

—Es peor de lo que imaginamos. ¿Me das un abrazo?

Siwon dejo las bolsas con la cena y luego fue a abrazarla, pronto escucho la historia de Jessica, no al mismo detalle pues Tiffany pensó que no debía contarla al pie de la letra por respeto a Jessica.

Con lo poco que Tiffany le comparte a Siwon, este se deprime y disgusta, pareciéndole increíble que todavía las mujeres tengan que pasar por ese tipo de situaciones, la impotencia le llega al igual que Tiffany y concluye lo mismo que esta, esperar a saber porque no procedieron las denuncias en contra de James y entonces buscar la solución.

James entra a su casa, Jessica le recibe para darle unas pantuflas cómodas, llevarse sus molestas botas de trabajo y su chaqueta, él la mira sin interés sobre las lesiones que le causo sólo para comprobar que no haya nada fuera de lo común en ella, se va directo al comedor a tomar la cena que ya está servida a la temperatura justa, una cerveza a un lado y una taza de café.

Cuando termina de cenar, se levanta del comedor y se dirige a la sala para descansar mirando el televisor un par de horas antes de irse a dormir, es en ese tiempo que Jessica recoge los platos sucios y los lava, termina y va la cama pues si llega después de James no tiene permitido entrar y le tocaría dormir donde pueda.

No es que Jessica sea fanática de dormir junto a James, pero tampoco le gustaría en el sofá o cualquier otro lado y pasar frio. Cuando James entre a la recamara, Jessica normalmente ya está dormida o por lo menos finge hacerlo, James de todos modos no suele cruzar palabras con ella, cuando lo hace son insultos.

Esa es la rutina nocturna de Jessica, la mañanera es todavía más demandante, debe levantarse primero que James, prepararle el baño, dejarle la ropa limpia que llevara al trabajo en la cama, la que por supuesto debe estar arreglada, y por último, tenerle listo el desayuno.

La trata de sirvienta, de esclava y lo que agradece Jessica es esos silencios, hace que pueda desaparecerlo, un momento en el que no existe para ella, aunque se destruye cuando este habla y la insulta, llamándola perra, inútil, recordándole que le da asco y demás sufijos groseros de los que Jessica nunca se acostumbrara, le lastiman y muchos los cree.

James es el ejemplo de que simplemente existe maldad en el mundo, las personas hacen daño y no hay justificación a ello.

Las horas pasan y Jessica tiene que asear la casa, lo que debe hacer diario sin importar que. Prepara también la comida para ella y la cena, sus horarios son cansados lo que James nunca le reconocerá.

Más por la tarde, el timbre suena y Jessica sabe de quién se trata, no quiere abrirle pero tampoco quiere ignorarla y es que no puede engañarse que Tiffany la hace sentir bien, no la clase de bienestar de simplemente tener con quien hablar, o la del tipo como cuando va al médico después de sufrir lesiones, un bienestar distinto, uno que llamaría especial.

Va y le abre la puerta para verle la enorme sonrisa en sus bonitos labios, porque sí, a Jessica le gustan los labios de Tiffany.

—Jessi. Tengo algo para ti. —Le muestra una bolsa plástica que por su color no se descubre el interior.

—¿Qué es? —Se hace a un lado y la deja pasar, agacha su cabeza porque le sigue dando pena las heridas en su rostro.

—Sé que no debes tener medicinas para tus hematomas y te las he comprado.

Can't Stop Fallin' in LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora