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"Un día muy triste"

Capítulo 13

"Algunas personas no están destinadas a estar o permanecer en nuestras vidas. Espero pronto poder terminar con todo esto"

Estaba escribiendo una carta que posiblemente nadie podrá leer nunca. O eso espero.

Habían pasado dos meses desde que Aristóteles me había expuesto ante todos con mi mayor secreto.

Todos los días que llegaba a la escuela me bombardeaban de insultos, de groserías, de palabras hirientes.
Aristóteles se encontraba entre ellos; los que me atacaban.
Incluso una vez me golpearon en el corredor de la escuela. ¿Eso me quitaría lo gay? Qué gente tan imbecil.

No estaba bien, no comía bien, me estaba cayendo a pedazos, lo juro.
Todo el mundo se me estaba desmoronando y yo no tenía idea de cómo reparar mi corazón ni mi vida.

Yo sabía lo que sentía y sabía que yo estaba bien. Sabía que lo que yo hacía no afectaba a nadie; la gente que hablaba mal de mí por tener gustos diferentes era gente que antes estaba conmigo siempre.

¿Qué tan hipócrita puede llegar a ser la sociedad?
Dicen que todos somos iguales y cuando alguien resulta ser diferente 'no es normal'. No existe concepto alguno para lo "normal" porque cada quien es como fue creado. Con mucho amor o mucho odio, quizá con mucho miedo o valentía, un poco más de felicidad que tristeza o posiblemente haya una equivalencia.
Lo normal es lo que tú sientes.
Lo normal es uno mismo.
Lo vuelvo a repetir; lo normal eres tú.

Juro que estoy cansado de todo esto y por más que trate de ser fuerte no puedo. Viví estos dos meses sin hablar con Aristóteles, sin hablar con Diego, sin ir al trabajo y sin hablar con mi padre ni mis hermanos. Sólo quería dormir y no despertar jamás.
Ya no quiero seguir sufriendo más por gente que no tiene claro lo que quiere.
Estoy harto. Harto de todo y todos.

Tomé las llaves de mi auto.
Por fin lo estrenaría.

- ¡Cuauhtémoc López! - gritó mi padre haciéndome saltar del susto mientras él reía - ¿A dónde vas?

- Iré a caminar un poco - reí falsamente

- Con cuidado hijo, regresa temprano que hoy tenemos la cena con Susanita - siguió poniendo la mesa

- Sí papá - salí del departamento y corrí hasta el auto. Lo encendí y comencé a manejar sin rumbo fijo.
Prendí el estéreo y comenzó una canción que tenía de nombre "Viva la vida" que parecía ser de Coldplay.

[....]

[I hear Jerusalem bells are ringing
Roman cavalry choirs are singing
Be my mirror my sword and shield
My missionaries in a foreign field
For some reason I can't explain
I know Saint Peter won't call my name
Never an honest word
But that was when I ruled the world]

Ese pedazo fue mi favorito.
Ya tenía en mente algo y creo que no me lo sacaría de ahí hasta que lo lograra hacer.
Comencé a conducir lo más rápido que pude. No había carro alguno que se me atravesara y estaba algo lejos de Oaxaca.
Estaba manejando con el corazón roto y con un par de lágrimas saliendo de mis ojos. Estaba conduciendo hacia el inicio de un nuevo comienzo.
Ví venir un tráiler de carga pero no me importó.

Anoche te soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora