05

4.4K 442 105
                                    


"¿Por qué después de que alguien importante nos deja las personas nos dicen 'Si se va es porque no era para ti'?"

Capítulo 03

- Buenos días Aristóteles - saludé desde mi puesto

- Buenos días Cuauhtémoc - saludó enterando al local - dame un Capuchino y tres donas por favor - sonrió

- Claro - entregué la orden a mi compañero y volteé para hablar un rato con el rizado - entonces ¿Voy a tu casa a las doce? ¿Esa hora está bien?

- Las puertas de mi casa están abiertas las veinticuatro horas del día para ti - le entregué su pedido - gracias, puedes ir a la hora que quieras, nosotros estaremos desde las nueve am - me pagó y le dio un sorbo a su bebida.

- Entonces iré a las diez - le sonreí entregando su cambio

- Adiós Cuauhtémoc - salió del local antes de que yo pudiera despedirme.

[...]

- ¿Que no piensas trabajar? ¡Dejá de estar sentadote Cuauhtémoc! para eso no te pago - ¿En serio este hombre no conoce la felicidad?

- Sí jefe, lo siento - me levanté y continúe atendiendo a las personas que entraban.

[....]

Dieron las tres de la tarde y era hora de regresar a casa. Mi padre estaba afuera esperando en su camioneta a la que nombraba 'La burra'.

- ¿Cómo te fue hoy hijo? ¿Ligaste o trabajaste? - se reía de mí

- Papá! Obviamente trabajé, necesito ese dinero para mí auto nuevo.

- Hijo, sabes que yo te puedo comprar ese carro, no es necesario que te la vivas en el trabajo después de la escuela y a parte los sábados y domingos, deberías disfrutar tu juventud.

- Gracias papá, pero me gustaría lograrlo por mí mismo - le toqué el hombro en señal de agradecimiento, yo realmente anhelaba ese auto

- Cuando compres tu auto podrás salir a conquistar corazoncitos oaxaqueños por ahí - comenzó a reír más fuerte de lo normal

- No estoy interesado en conquistar "corazoncitos oaxaqueños" papá, en estos momentos de mi vida el amor es una perdida de tiempo - claro que mentí.

- Lo que digas hijo, pero se nota que alguien ya te robo el corazón - rió

Me sonroje, ¿En serio se notaba tanto? Tal vez estaba comenzando a sentir cosas por Aristóteles. A veces ni yo mismo entiendo mis sentimientos.

- Pareces tomate Cuauhtémoc, se me hace que alguien ya te robo el corazón, ¡Mi hijo está enamorado! - se asomó y gritó por la ventana mientras conducía, digno de una multa.

- Papá, solo maneja ¿Sí?

[....]

- Hola Temo, hola Francisco - entré al edificio y lo primero que vi fue a un Aristóteles totalmente nervioso y preocupado recogiendo un pastel del piso

- ¿Qué te pasó muchacho? - preguntó mi padre

- Me tropecé camino a su departamento, mi tía Blanca me pidió que les trajera este pastel que ahora son chilaquiles en el suelo - decía mientras lo recogía

- Tranquilo muchacho, dile a doña Blanca que muchas gracias por el detalle - recogió lo que quedaba del pastel y se metió a su departamento dejando solos a aquellos dos

- Lamento mucho haberte dejado sin pastel - se rascó la nuca mientras comenzaba a despreocuparse

- No te preocupes, ¿Hay una panadería abajo? — asintió — ¡Entonces vamos por unas donas! — le animé

- Cierto, le diré a mi tía que me regale algunas para ti y tu familia.

- Y si se puede para ti - reí

Caminamos hasta la panadería mientras Ari me contaba como había entrado al club de teatro, era una historia divertida y algo dramática, a los de ese club de teatro realmente les encanta el drama.

- ¡Deberías meterte tú también Temo! Estaríamos juntos ahí.

- No creo, no se me da eso de la actuación - tomé varios panes y los metí a la bolsa que la madre de Aristóteles nos había dado al entrar

- Lo mismo decía yo y resulté ser la estrella de la nueva obra - me sonrió. No me cansaré de decir que su sonrisa es lo más lindo que pudo existir.

- Es que tú sí tienes talento Ari, yo aún no descubro el mío.

- Estoy seguro que tienes que tener algo por ahí guardado, tal vez muy adentro, pero tarde o temprano tiene que salir a la luz y que mejor que yo te ayude a ello - dejó el pan en la repisa y me palmeó la espalda

- Gracias por todo Ari - lo abracé

- Gracias a ti Temo - correspondió mi abrazo - bueno, toma el pan y regresate a tu casa, yo tengo que hacer unos mandados - me dió las bolsas llenas de pan.

- Adiós Aristóteles -le dije mientras salía por la puerta de la panadería.

- Adiós Temo - gritó desde adentro.

Anoche te soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora