"¿Por qué después de que alguien importante nos deja las personas nos dicen 'Si se va es porque no era para ti'?"Capítulo 03
- Buenos días Aristóteles - saludé desde mi puesto
- Buenos días Cuauhtémoc - saludó enterando al local - dame un Capuchino y tres donas por favor - sonrió
- Claro - entregué la orden a mi compañero y volteé para hablar un rato con el rizado - entonces ¿Voy a tu casa a las doce? ¿Esa hora está bien?
- Las puertas de mi casa están abiertas las veinticuatro horas del día para ti - le entregué su pedido - gracias, puedes ir a la hora que quieras, nosotros estaremos desde las nueve am - me pagó y le dio un sorbo a su bebida.
- Entonces iré a las diez - le sonreí entregando su cambio
- Adiós Cuauhtémoc - salió del local antes de que yo pudiera despedirme.
[...]
- ¿Que no piensas trabajar? ¡Dejá de estar sentadote Cuauhtémoc! para eso no te pago - ¿En serio este hombre no conoce la felicidad?
- Sí jefe, lo siento - me levanté y continúe atendiendo a las personas que entraban.
[....]
Dieron las tres de la tarde y era hora de regresar a casa. Mi padre estaba afuera esperando en su camioneta a la que nombraba 'La burra'.
- ¿Cómo te fue hoy hijo? ¿Ligaste o trabajaste? - se reía de mí
- Papá! Obviamente trabajé, necesito ese dinero para mí auto nuevo.
- Hijo, sabes que yo te puedo comprar ese carro, no es necesario que te la vivas en el trabajo después de la escuela y a parte los sábados y domingos, deberías disfrutar tu juventud.
- Gracias papá, pero me gustaría lograrlo por mí mismo - le toqué el hombro en señal de agradecimiento, yo realmente anhelaba ese auto
- Cuando compres tu auto podrás salir a conquistar corazoncitos oaxaqueños por ahí - comenzó a reír más fuerte de lo normal
- No estoy interesado en conquistar "corazoncitos oaxaqueños" papá, en estos momentos de mi vida el amor es una perdida de tiempo - claro que mentí.
- Lo que digas hijo, pero se nota que alguien ya te robo el corazón - rió
Me sonroje, ¿En serio se notaba tanto? Tal vez estaba comenzando a sentir cosas por Aristóteles. A veces ni yo mismo entiendo mis sentimientos.
- Pareces tomate Cuauhtémoc, se me hace que alguien ya te robo el corazón, ¡Mi hijo está enamorado! - se asomó y gritó por la ventana mientras conducía, digno de una multa.
- Papá, solo maneja ¿Sí?
[....]
- Hola Temo, hola Francisco - entré al edificio y lo primero que vi fue a un Aristóteles totalmente nervioso y preocupado recogiendo un pastel del piso
- ¿Qué te pasó muchacho? - preguntó mi padre
- Me tropecé camino a su departamento, mi tía Blanca me pidió que les trajera este pastel que ahora son chilaquiles en el suelo - decía mientras lo recogía
- Tranquilo muchacho, dile a doña Blanca que muchas gracias por el detalle - recogió lo que quedaba del pastel y se metió a su departamento dejando solos a aquellos dos
- Lamento mucho haberte dejado sin pastel - se rascó la nuca mientras comenzaba a despreocuparse
- No te preocupes, ¿Hay una panadería abajo? — asintió — ¡Entonces vamos por unas donas! — le animé
- Cierto, le diré a mi tía que me regale algunas para ti y tu familia.
- Y si se puede para ti - reí
Caminamos hasta la panadería mientras Ari me contaba como había entrado al club de teatro, era una historia divertida y algo dramática, a los de ese club de teatro realmente les encanta el drama.
- ¡Deberías meterte tú también Temo! Estaríamos juntos ahí.
- No creo, no se me da eso de la actuación - tomé varios panes y los metí a la bolsa que la madre de Aristóteles nos había dado al entrar
- Lo mismo decía yo y resulté ser la estrella de la nueva obra - me sonrió. No me cansaré de decir que su sonrisa es lo más lindo que pudo existir.
- Es que tú sí tienes talento Ari, yo aún no descubro el mío.
- Estoy seguro que tienes que tener algo por ahí guardado, tal vez muy adentro, pero tarde o temprano tiene que salir a la luz y que mejor que yo te ayude a ello - dejó el pan en la repisa y me palmeó la espalda
- Gracias por todo Ari - lo abracé
- Gracias a ti Temo - correspondió mi abrazo - bueno, toma el pan y regresate a tu casa, yo tengo que hacer unos mandados - me dió las bolsas llenas de pan.
- Adiós Aristóteles -le dije mientras salía por la puerta de la panadería.
- Adiós Temo - gritó desde adentro.
ESTÁS LEYENDO
Anoche te soñé
NouvellesQué no haría yo por darte un último abrazo. Qué no haría yo por tenerte conmigo otra vez.