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"Odio extrañarte tanto y no poderte decir que vuelvas"

Capítulo 04

"No me importa si crees que eres la persona más fea del mundo, lo importante es lo que yo crea y lo que yo creo es que eres la persona más genial, divertida, carismática, ridículamente cursi y hermosa que puede existir. Así que no, no eres la persona más fea del mundo porque eres mi mundo y no eres para nada feo."

Aristóteles actuaba partes de su obra junto con el club de teatro en su casa. Eran exactamente las cuatro quince de la tarde e iban por el ensayo número treinta. Por alguna razón no me aburría de verlo actuar, se veía tan perfecto maldita sea.

- ¡Temo! — aplaudió frente a mi cara mientras yo daba un salto hacia atrás por el susto que me había llevado

- ¿Qué pasó? Me espantaste Ari

- Lo lamento pero te estaba hablando y estabas como perdido — se sentó junto a mí mientras todos sus amigos nos veían

- Lo lamento, mi mente estaba en otro lado, ¿Qué me decías?

- Te pregunté que si te había gustado la obra — se rió

- Pues, siento en mi corazón que el ensayo número dieciocho les salió mejor que todos los demás — reí con él

- "El corazón nunca se equivoca" — citó el título de su obra

- Chicos, nosotros nos tenemos que ir — se levantó la chica con la que haría la obra acompañada de un chavo más alto que ella que sinceramente no había notado en la habitación.

- Adiós Jess, adiós Dani — se despidió Aristóteles

- Nosotros también, estoy agotado y ella más — se despidieron otras dos personas que no conocía. Que incómodo.

- Adiós Abdiel, adiós Caro — se levantó para ir a abrir la puerta y pudieran salir todos. Y así fue, todos se retiraron dejándonos solos otra vez.

- Entonces sólo somos tú y yo — rió y se sentó junto a mí

Estaba nervioso, sólo éramos él y yo y aunque ya habíamos estado solos, se sentía muy raro, se sentía diferente.

- ¿Te comió la lengua el ratón o qué onda? — pasó su mano por mi cara

- No, perdón, estoy completamente perdido en mis pensamientos.

- ¿Te preocupa algo?

- Sí, siento que estoy enamorado de ti — pensé

- ¡Temo! — aplaudió otra vez frente a mi cara

- Lo siento, ¿Qué me preguntaste? — sacudí la cabeza.

¿Qué demonios me pasaba?

- Qué si te preocupa algo, ¿O por qué estás así de raro? —se recostó en el sofá

- Quiero estar lejos de ti porque estás revolviendo absolutamente todos mis sentimientos — pensé.
- No, nada, estoy algo cansado, tal vez por eso — dije sacudiendo mi cabeza otra vez

- Temo, me preocupas — se sentó completamente y pasó su brazo por mi cuello.

- Estoy bien Aristóteles, algo cansado pero bien — se rió — No te rías, me desperté temprano un domingo para venir a verte ensayar con tus amigos

- ¿A caso las doce pm es temprano para ti? — rió de nuevo

- En un Domingo, sí — reí con él

- Está bien, te llevo a la puerta — se levantó y me jalo para que yo también me parara — adiós Temo — me abrazó.

- Sí, correme — reí — adiós Ari — correspondí el abrazo

- Lo siento pero tienes que descansar, hoy trabajas — metió sus manos en los bolsillos de sus jeans, siempre usaba esos jeans, creo que le regalaré unos nuevos en navidad.

- Cierto, el trabajo, adiós Ari — corrí hasta mi departamento para cambiarme de ropa y ponerme el uniforme, hoy entraba a las cinco quince y eran las cinco en punto. Maldita sea Aristóteles, ¿No te basta con robarte mis suspiros y mi sueño?, ¿También quieres mi tiempo? Voy a llegar tarde. Pero lo vale.

Anoche te soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora