Parte 1

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En Inglaterra se había coronado a una joven reina de nombre Isabel quien se encontraba casada con un duque de gran prestigio, por las apariencias eran una hermosa familia real, sin embargo, la joven tenía un amor imposible, su verdadero y único amor se llamaba Inglaterra, no el país ni sus ciudadanos, sino, la personificación de la nación, que respondía al nombre de Arthur Kirkland, ella lo conoció de pequeña y fue un flechazo, más cada vez que lo veía en las reuniones o fiestas del té que se tenían en palacio o en las casas de campo, a la cuál era invitado este hermoso joven de ojos color esmeralda.

Pero, al ascender al cargo de reina, la boda con un duque destrozó ese amor, procurándose sólo cuidar de su pequeño Arthur.

La joven reina meses antes de la coronación se enteró de la situación real en que se encontraba Gran Bretaña, más precisamente Inglaterra, su economía era desestable y con probabilidades de caer en desgracia, las personas no veían bien a la monarquía y estaban en situación de desempleo, no había inyecciones monetarias en esta economía de naipes que se encontraba a punto de desfallecer, la reina solo hizo una pregunta - ¿qué le ocurrirá a Arthur si eso llega a pasar?

El consejero real se sorprendió ante esa sola pregunta, sin embargo se repuso y contestó que podría enfermar gravemente, ya que, ahora era un poco delicado su salud, al punto de desaparecer.

La reina solo atinó a retirarse para pensar, luego de la ceremonia de coronación, la cual no fue muy ostentosa, más bien austera, se acordó una reunión con todos los expertos en economía de Londres, Escocia, Gales e Irlanda.

Reina: los he convocado a cada uno de ustedes, porque saben como se maneja la economía de cada país que representan y el estado actual en el que se encuentra, es por ello, que deseo que analicen la situación global de Gran Bretaña y presenten una solución ante la crisis económica en la que nos encontramos.

Todos: como usted diga, su majestad.

Se pasaron a retirar, dejando en el salón a una reina pensativa mirando hacia una antigua reliquia, era la imagen de la guerra de independencia de Estados Unidos de América.

La reina se marchó del lugar y se dirigió a una mansión con un hermoso jardín de rosas muy bien cuidadas, al oír el agua, se fue directo al jardín que estaba rodeando la mansión.

Reina: Buenos días, Arthur. (Sonrió)

Inglaterra: Reina...buenos días... Perdone como me encuentro ( estaba con una camisa desabotonada del cuello y unos pantalones un poco manchados con tierra al igual que sus zapatos).

Reina: Descuida Arthur, se que a esta hora te dedicas a tus rosas, yo me disculpó por venir sin avisar.

Inglaterra: No se disculpe, usted puede venir cuando lo desee.

Reina: Dime Isabel, no me gusta que me hables con honoríficos, trátame como a los anteriores reyes y reinas.

Inglaterra: Oh, de verdad...Isabel, está bien así.

Reina (sonrió): Bien, Arthur ve a cambiarte, ya es casi hora del té.

Inglaterra: Viendo la hora del reloj que estaba en la mesa del jardín- tienes razón, me cambió y preparo todo, siéntate en casa Isabel.

Isabel: Voy a esperarte.

La fórmula para que te quedes a mi ladoWhere stories live. Discover now