Parte 7

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Al día siguiente, el olor a tocino con huevos lo despertó, se dirigió rumbo a la cocina en el primer nivel.

Inglaterra: América, buenos días, como no sabía a que hora te levantabas no te desperté.

América: Hiciste el desayuno, gracias.

América pensaba que de seguro el inglés iba a actuar como si nada hubiera ocurrido y así fue, aunque lo iba a dejar pasar, solo está vez.

Inglaterra: América, dime ¿qué cosas puedo hacer mientras estoy en tú casa?

América: Verás, puedes hacer lo que quieras dentro de la casa y en el jardín, no quiero que salgas en las noches ni vayas de salidas con otras naciones, puedes salir a hacer compras o lo que quieras, pero me debes de avisar para ir contigo, además llevarás este celular siempre para comunicarnos cuando tenga que salir.

Inglaterra: En definitiva, solo tengo libertad dentro de la casa.

América: Exacto, no te preocupes por las reuniones mundiales, la reina dirá que éstas mal de salud por tu economía y te excusará de esa forma.

Inglaterra: Lo tenías todo bien planeado ¿no?

América: Es muy temprano para discutir ¿no lo crees?

Inglaterra: Haré lo que quiera dentro de la casa.

América sonrió y comenzó a comer el desayuno que le había preparado el inglés.

Los días siguientes transcurrieron para Inglaterra en las tareas domésticas, el cuidado del jardín que recientemente América había comprado con el inglés unas cuantas rosas, la elaboración de la comida y unas tardes de lectura en su habitación, a la cual entraba el americano que solo iba a observarlo tendido en la cama del inglés o ayudándole en el cuidado de las flores.

En Gran Bretaña, la reina Isabel había convocado a una reunión para determinar las acciones monetarias que iban a realizar para reflotar pronto a su país y traer de vuelta a Arthur, se comenzó a proyectar que tipos de negocios se podría realizar y la posibilidad de hacer primar el turismo, se enfocaron en embellecer las casas y lugares, manteniendo la figura de una ciudad moderna con apariencia de una vieja Inglaterra, lo cual atrajo cientos de turistas, más cuando se abrieron las puertas a los castillos que ocupaban la realeza y se ofrecía recorridos o los desfiles en donde la reina aseguraba su presencia o participar en él.

Por otra parte, América se dedicaba a realizar bromas al inglés, lo cual hacía que se enoje y ambos se reían por lo sucedido, ya había más confianza, ese par de meses, el americano pensó que ya Inglaterra se había adaptado, pero no era suficiente, el tiempo que compartían era bueno, como los viejos tiempos en que tenían una relación de hermanos, lo cual claramente no era la intención de América, el quería ser íntimos no como la sombra fraternal que tenían, sino poder poseerlo, ser amantes, fundirse con él y para ello el inglés debía de pertenecerlo en cuerpo y alma.

Por ese mes, había una reunión mundial, donde necesitaba acudir América.

América: Ya me voy.

Inglaterra: Con cuidado.

América: Tienes el celular prendido ¿verdad?

Inglaterra: Si (de mala gana)

América: Está bien, regresó para la cena.

Inglaterra: Me cuentas los acuerdos que tomen en la reunión.

América: Descuida, no dejaré que ningún acuerdo sea perjudicial para ti.

Inglaterra: El detalle es que pertenezco a la Unión Europea y las decisiones las manejamos por mayoría de votos.

América hizo un gesto de incomodidad y solo atinó a decir: Nos vemos.

Inglaterra solo observó ello, pero sin mayor sorpresa, ya que, cuando América se enteró que Europa estaba organizando una unión entre sus países para que puedan apoyarse entre ellos y tener facilidades de viajar sin visa, creando trabajo y turismo interconectado, el americano fue a visitar a Inglaterra para decirle que no debía hacerlo, que iba a ser problemático en un futuro, sin embargo, el inglés hizo caso omiso de ello y decidió estar en esa unión.

Los verdaderos motivos de América eran obvios, los celos de que tenga más contacto con otros que con él.

La fórmula para que te quedes a mi ladoWhere stories live. Discover now