La fórmula para que te quedes a mi lado

Parte 23

Isabel: Dime como te trato él en estos 30 años.
Arthur: Yo...
Isabel: Dime, ¿qué es lo que sientes por él?
Arthur: Yo...estos años a su lado...creo que él ha cambiado a como cuando nos separamos...
Isabel: ¿lo extrañas?
Arthur (sonrojado): Creo que puedo encontrar las mismas cosas aquí...no estoy preocupado...
Isabel: Pero, él no va a estar aquí y las ocasiones en que se encuentren serán por temas diplomáticos y aspectos económicos.
Arthur: Pero, así siempre fue...
Isabel: Antes no tenías esa expresión tan triste al saber esto...Arthur, no me respondas como una nación sino como tú, la persona a mi lado.
Arthur: Pero, yo soy una nación, no soy nada más que eso.
Isabel: Mi niño, eres más que eso, todas las reinas te hemos visto como un primer amor o un gran amigo, una persona de hermosos sentimientos que también carga con tristezas, no se que más humano que eso necesitas ser, porque, no encuentro una mejor aplicación de la palabra que en ti.
Arthur: Yo...no puedo contestar a tu pregunta...lo siento tanto...
Isabel: Creo que el silencio también es una respuesta, la tuya y de América es la misma.
Arthur: ¿Al está aquí?
Isabel: Si, él vino antes que tú a negociar un nuevo contrato para que la garantía se extienda, pero, le dije que no se iba a aceptar ello, ya que, nuestras arcas son capaces de auto satisfacerse.
Arthur: ¿Te dijo algo más?
Isabel: Una petición...
Arthur: ¿De qué se trata?
Isabel: Quiere proteger al Reino Unido sin pagos ni tratados de por medio, solo quiere que pueda visitarte todos los días en donde tenga tiempo y permitirle que se hospede en tu casa. Realmente ha cambiado de la prepotente nación que era y creo que es gracias a ti.
Arthur (sonrojado): Yo no creo haberlo cambiado...y esa petición... ¿Qué respondiste?
Isabel: Ese tema solo le compete a mi querido Arthur, él es libre de elegir con quien quiera estar o que invite a su casa a otros. (Sonrió)
Arthur: Yo, no se que decir...
Isabel: ¿Qué sientes por él?
Arthur: No lo sé, estos años a su lado fueron hermosos como cuando lo conocí, pero, aún así tan diferentes, por mi parte, había un lugar en el fondo de mi corazón que añoraba esos días pasados y volver a sonreír junto a él, deseaba tanto que nada de esos años oscuros hubiera pasado y mantener contacto con él, sin embargo, otra parte de mí, no le perdonaba la traición a mi confianza, el miedo y odio que creó en mí hacía él era grande, pero, él y yo hemos cambiado mucho estos siglos.
Isabel: ¿Lo amas ?
Arthur: Yo no puedo responderte (con la cara y orejas rojas).
Isabel: Mi niño, aún no sabes mentirme...por tu bien aceptaré lo que me pidas.
Arthur: Mi bien no es lo importante, sino, el de los ciudadanos.
Isabel: Arthur tu eres Inglaterra y sin ti nada tiene sentido, además, tu bienestar es el mío, quiero que seas feliz de la forma en que lo decidas.
América estaba escuchando toda la conversación en una sala contigua que tenía un sistema de videovigilancia en todo el castillo, siendo que, la joven nación no podía mantener la calma ante la posible retención del británico en su propio territorio y más aún la extrema cercanía de ambos en su plática, a pesar, de los años de distanciamiento.
América (entrando en el salón principal): Inglaterra, creó que son dos días que no nos vemos. (Sonrió tristemente).
Arthur: Al, ¿Qué estás haciendo aquí?
América: Es como te dijo la reina...vine a ver si podía obtener una ampliación del plazo para retenerte a mi lado... Lo siento, por seguir siendo un inmaduro.
Isabel: Él ya me dijo sus verdaderos sentimientos hacía ti, pero, dime ¿qué es lo que sientes por él?
Arthur: Yo...(sonrojado) en el tiempo que hemos estado juntos he podido comprobar que aún recuerdo todo lo que pasamos y del inmenso amor que como hermano mayor sentía por ti, sin embargo, en estos 30 años el amor que siento por América es distinto...Isabel, se que esto está mal...
Isabel: Mi niño, el hecho que lo ames no esta mal, te lo dije la felicidad del país es tu felicidad.