XII

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La puerta se cerró tras su espalda mientras se deslizaba lentamente hasta quedar sentado contra el suelo, cubrió su rostro con ambas manos dejando que las lágrimas empaparan su piel. Intentó aguantarse el dolor sin hacer ningún ruido, pero el movimiento de algo al otro lado de la habitación lo había asustado.

Se quitó las manos del rostro y miró asustado a su acompañante, Do Kyungsoo, el integrante más nuevo en su vida y novio de su mejor amigo, que estaba sobre las frías baldosas con una expresión fría mientras estiraba la banda en su muñeca y la soltaba, con la mirada vacía, como si estuviese muerto en vida.

Chanyeol se secó las lágrimas rápidamente y tomó la muñeca del otro percatándose de las líneas que había sobre aquella blanca piel y que sobresalían formando un patrón aterrador. Lo miró a los ojos, pero no encontró al Kyungsoo alegre que había visto mientras conversaban en el jardín.

—¿Por qué...?

—No es de tu incumbencia —su voz sonaba monótona, sin vida, lo hacían parecer un robot sin sentimientos que alejó su agarre y escondió su piel bajo al suéter de lana que traía puesto—. No diré nada si tú no lo haces.

El más alto asintió, volviendo a su lugar y abrazando sus rodillas mientras las lágrimas corrían por su rostro. No podía apartar la vista de Kyungsoo, ¿estaba bien dejarlo solo en aquel estado? No quería que tomara una decisión errada, así que se mantuvo en el cuarto de baño por un rato más, mirando cada cosa que el otro hacía, sin darse cuenta de que el tiempo pasaba y alguien podría tener una idea equivocada.

Había entablado una especie de amistad con él desde aquel día, obviamente el camino para llegar hasta él fue tortuoso, difícil y lleno de obstáculos, pero pudo llegar a conocerlo, a quererlo y posteriormente a amarlo. Kyungsoo era su salvador en todo aspecto y contaba con el deseo de también serlo para él.

—A mi madre le encantaban las margaritas, pero desde que murió mi hermana no acepta ninguna flor, mi familia terminó destrozada con eso y supongo que se mezcló con mis propios problemas. Perdón por contarte esto —a pesar de que su relación no había avanzado tanto tras su primer mes de pseudoamistad, Chanyeol escuchaba atentamente cada vez que Kyungsoo hablaba de su pasado, lo conocía como a la palma de su mano y no lo interrumpía incluso cuando aquella era la tercera vez en la que escuchaba la misma historia—. ¿A ti te gustan las flores?

Negó intentando no parecer alguien desagradable, se rascó la nuca al ver como el otro agachaba la cabeza, ¿lo había arruinado?

—Son lindas, es solo que soy alérgico a ellas, sobre todo las que desprenden mucho polen, perdón.

—No te disculpes por eso, no es algo que dependa de ti —sonrió al escuchar las palabras confortables de él, se sentía comprendido todavía sin contarle nada muy relevante de su vida—. ¿Qué te gusta entonces?

—La sonrisa de Baek —sonrió mientras sentía los ojos aguados—. Me gusta cuando se detiene a mirarme y solo sonríe, siento como si no necesitara más de él que su hermosa sonrisa.

—Eso es muy lindo, ¿él lo sabe?

Chanyeol negó evitando la mirada de su amigo, Kyungsoo le tocó la mano con cuidado apretándola—. Deberías decírselo, Yeol, es bueno recordarles a las personas que amas cuanto las amas.

—¿Tú se lo dices a Jongin? —abrió los ojos al interpretar sus propias palabras— Perdóname, no quise sonar así... yo, solo tengo curiosidad.

—Se lo digo cuando está dormido, no me siento preparado para escuchar una respuesta de su parte. Apenas hemos salido durante unos meses, puede que amar a alguien sea fácil, pero ser correspondido está a otro nivel que no creo poder alcanzar aún.

Día de PadresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora