Embarazada De Mi Mejor Amigo

Llamadas Inesperadas

Los pensamientos seguían carcomiendole la mente a Alice. Las cuestiones parecían tener más consecuencias malas que buenas. Todas estaban destinadas a ser la peor idea que Alice hubiese imaginado. La principal y para ella, la peor de todas; las bebés.

¿Cuándo podría decirle a Adrián la sorpresa que le había dado la ginecóloga dos días atrás?. O antes de eso, ¿Podría armarse de valor para verlo frente a frente después de tantos días separados?. ¿Él habrá cambiado?.

El celular encima de su muslo cubierto con una frazada de Charlotte, comenzó a sonar un poco alto. Alice bajó el volumen inmediatamente, para que Charlotte no se despertara otra vez. Al parecer ella también pasaba malas noches últimamente.

Cuando a Alice se le pasó el susto, se fijó que en la pantalla del celular anunciaba una vídeo llamada realizada por un contacto desconocido. Un número con lada inimaginable para ella. 
El contacto tenía una fotografía de una chica castaña posando en una calle llena de árboles rosados y una fuente justo a su lado. La fotografía se veía borrosa, pero luego el detalle del abrigo rojo le hizo recordar al que su padre le había regalado a su hermana Mandy. Así que deslizó el círculo verde y la llamada comenzó.

Una Mandy sonriendo de oreja a oreja estaba del otro lado de la pantalla con un árbol rosado de fondo.

—¡Hermanita! —la llamó en japonés.

—Hola Hermana —le saludó con poco entusiasmo.

Mandy pronto se percató de que algo andaba mal. —¿Todo bien Alice?

Ella hizo una mueca y asintió levemente. —Nada de que preocuparse —dijo cuando vió que alguien se sentaba a la par de Mandy.

—No me lo parece, pero está bien. Me lo contarás después —Alice se quedó sorprendida al ver el cambio que había en Mandy. Ella nunca se quedaba con la duda de algo.

—¿Y qué tal Japón? —preguntó Alice con una sonrisa.

Mandy miró al lado donde alguien se había sentado y con una amplia sonrisa le contestó. —Osaka es hermosa. Combina los rascacielos con las tradiciones arquitecturas Japonesas y eso, hermana mía, es increíble —Alice notó un brillo particular en sus ojos, no podría decirse si era exitación o pasión—. Y la gente también es increíble —se giró a mirar a la persona otra vez y sonrió.

—Me alegra que al menos alguien sea feliz —le dijo con un tono amargo.

—¿Me contarás?

Alice lo pensó por un momento. Y al principio se negó, pero luego se imaginó que Mandy podría  ayudarle con la decisión de las bebés. —Adrián cree que hay alguien más.

—Oh. Kieran no sabe nada de español, ella es rusa.

Ali se dió cuenta que al parecer, no hablaban de lo mismo. —Eso está bien. Pero no escuchaste lo que te dije.

—¿Qué dijiste?. Creo que mi red está cortándose. Pero vamos dime —pidió Mandy.

—Adrián creyó que lo estaba engañando con Emmanuel.

La cara de Ali era un dilema. La confusión estaba allí, al igual que la tristeza, el coraje y el disgusto. —¿Emmanuel?. ¡Hace meses que no sabemos de ese!

Suspiró. —Hace algunas semanas la empresa lo contrato y se quedó con el puesto de mi asistente.

—¿Y cómo papá podría permitir algo así?

—Papá no sabe nada. Y las contrataciones se hicieron cuando estábamos planeando mi boda; así que como te imaginarás, la mente de papá tenía cosas más importantes en que pensar.