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Pulsé una vez más el ascensor del edificio. Iba cansada.

Mamá y yo vivímos en un departamento en el octavo piso. Es agradable, no muy lujoso.

La cabeza estaba estallándome, hace exactamente un par de horas había tomado unas tres tazas con café cargado para que la resaca se me fuese, pero aún seguía martiriandome la existencia.

Cuando el ascensor por fin se abre, me introduzco a ella junto a mi vecino Kim quien se ocupa de mirarme de soslayo. Le sonrío levemente. Él me mira extraño, por lo que miro mi reflejo en las láminas de metal; y me doy cuenta que estoy hecha un desastre.

Mis ojeras son inigualables y llevaba los ojos rojos como si estuviese bajo alguna clase de droga.

Cuando la campanilla suena, arrastro los pies saliendo del elevador y me encamino a mi departamento que estaba a tan solo unos pasos. Justo cuando voy a sacar el juego de llaves que siempre llevo conmigo, abren la puerta.

—Arae, ¿Qué horas de llegar son estas?

—Sí, mamá, lo sé. Estoy castigada —digo, desganada.

—¿Estuviste llorando? —es lo primero que dice antes de tomar mis mejillas—. Arae, contéstame.

¿Lo había hecho?

¿Había llorado?

¿Había hecho algo que juré nunca hacer?

¿Había llorado por amor?

the reason; choi youngjae✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora