Capítulo 28. Volviendo a casa.

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Sergey

Nuestras historias estaban entrelazadas, nada era casual entre nosotros. Definitivamente nuestros padres, tíos y abuelos, habían escrito nuestro destino. Lo más triste de todo es que ni siquiera nos habían preguntado si nosotros lo queríamos, sencillamente nos metieron en un problema que no nos correspondía y ahora el futuro del mundo, estaba en manos de nosotros, lo cual era una mierda, una completa y física mierda

— No te puedo creer esto — asintió Vico — son familia. Les robaron más de treinta años juntos

— Yo te juro, me alegra mucho, pero a la vez me da muchísima rabia — respondió Dante. Theo estaba sentado junto a mí sin decir una sola palabra

— ¿Te pasa algo? — pregunté en susurro, negó — Rosen, te conozco — volteó a mirarme y asintió

— Ponele que me pasa algo— observó a Vico por un momento, acción que repetí yo

— ¿Por qué se quedan callados? 0 más bien, ¿qué cuchichean? — a Theo se le salió una pequeña risilla en medio de un bufido y yo suspiré con gracia

— Pero dejá los celos, Torito

— ¿Torito? — preguntó ante el apodo que recién le daba Dante

— Y sí, Victorio, Torio, Torio enojado, Torito, ¿no? — Theo, Vico y yo, negamos al tiempo. Y aunque Theo seguía el juego, estaba pensativo. Aunque yo no podía acusarlo, y también lo estaba. Adolf me había dado ese handy y no sabía cómo utilizarlo, además que eso me recordaba brutalmente a las academias y por ende a mi Venecia. Cuando pensaba en ella, solía creer que seguía nuestra lucha desde el cielo o desde donde se supone que esté.

Después de molestar un rato más con los chicos, yo decidí irme solo y pensar un poco sobre todo lo que nos habían dicho recién. Caminé tanto hasta llegar a un lugar algo recóndito. No había gente y no tenía el mismo glamour del resto del subterráneo

— ¿Para qué coño me diste esto, chaval?— pregunté al handy. Quería creer que todo lo que nos habían dicho los viejos, tenía algún sentido, que esta pelea tenía sentido. Sobre todo quería creer que tenía sentido la muerte de Venecia. Por mi mente pasaban pensamientos de querer reunirme con ella en el más allá, pero eso sería algo cobarde

— Casi no doy con vos— levanté la vista. No me había dado cuenta de que Theo estaba frente a mí

— No se te ocurrió que si estoy acá era porque no quería que nadie diese conmigo — Theo se encogió de hombros

— ¿Qué tenés en la mano?— señaló el handy

— Un Handy que me dio Adolf— Theo se recostó a mi lado, dejando salir un largo suspiro. Ninguno de los dos habló por un rato

— Sabés que yo desconfío de todo el mundo, ¿no?— asentí— menos de ustedes e Isaac. No sé, este complejo, esta historia aunque cierra, no me cierra— lo observé de reojo, entendía todo lo que decía— tengo idea de como devolverle parcialmente la vista a Vico— abrí los ojos con sorpresa— ¿por qué te sorprendés, viejo? Durante todo este tiempo no te has dado cuenta de lo increíblemente genio que soy— me reí por lo ofendido que sonaba

— Sí, sé lo genio que eres, pero me sorprendo porque cada vez me demuestras que eres mas genio de lo que ya creí que eras — sonrió

— Y sí, boludo. Mel no sacó mi inteligencia— solté una carcajada. Aunque Mel era consciente de que Theo era mil veces más inteligente que ella, no le hubiese gustado escuchar eso

— Te mataría si oye eso

— Y sí, lo sé. ¿Por qué tenés eso?— señaló nuevamente el handy

Luchando por vos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora