Capítulo 1. Reencontrando viejos aliados

55 2 0
                                    

Sergei

Hoy era su cumpleaños. Cumpliría 28 años, y yo aún esperaba que entrara por la puerta de la cabaña donde estábamos escondidos, que entraba y me decía que todo había sido un mal sueño

— ¡Hora de comer! Fuimos capaces de saquear una tienda, no es mucho pero es algo — levanté mi vista a Dante. Estaba bastante más delgado y más fibroso. Tener que sobrevivir entre bosque y bosque, cabaña y cabaña no era nada fácil. Proteger a Theo se había vuelto nuestra prioridad, lo único que nos mantenía en pie — ¡Che! ¿Qué esperan? Algo es algo, ¿no?

— No, la verdad no es nada. Estamos en estado de inanición — escupió la rubia

— Y va de nuevo la rubia, ¿no te cansas de ser tan negativa, Melanie?

— Dejate de joder, Dante. — Mel agarró la comida — ¿Qué pretendemos? Noah cada vez está más enfermo por la falta de nutrientes. Nosotros estamos también cada vez más desnutridos. Mi porcentaje de grasa antes de que pasará toda esta mierda era de de 5 % creo que ahora estoy en menos 10, ¡Odio esto maldita sea! ¡Me largo de esta mierda! ¡Qué me atrapen! — salió hecha una furia y suspiré. Vico se levantó con mucha más seguridad al igual que Athos, el lazarillo que ya era un experto en llevar a Vico

— Espera

— Pero

— Yo voy por ella — salí un momento después de que Mel cerrara la puerta. Al salir la vi contra una roca al frente de un pequeño arroyo que nos proveía agua y nos bañábamos una que otra vez

— ¿No me pueden dejar en paz un segundo? — preguntó con enojo. La miré y luego miré el arroyo

— Yo sé porque estas tan enojada, Mel. Pero rubia, esta vez nos tocó a nosotros resistir

— Es que no es justo, ruso — se sentó frente al arroyo, la seguí y me senté a su lado. Le rodeé el cuello con mi brazo y la acerqué a mi

— Lo sé, pero así son las cosas y debemos dejar de preguntarnos por qué suceden de esa forma y solo vivir lo que nos toca. Supongo que algún día toda esta mierda cambiará, Dios no es tan cruel

— ¿No es cruel? — río sin gracia — Me quito a mi mejor amiga. Hoy es su cumpleaños, ¿lo sabes? — nos quedamos en silencio un rato. Apreté su cuello y ella me miró

— Si, lo sé. Cumple 28

— Cumplía, esta muerta — susurró con tristeza y poniendo sus rodillas contra su pecho

— Cumple, Mel. Aunque ella no este en cuerpo, vive en cada uno de nosotros y de esa forma no la dejaremos morir

— Déjate de joder, no estoy para poesías baratas, ruso — rodé los ojos por su terquedad. Mel se había convertido en mi mejor amiga, de eso no había duda — desde que se fue, desde que pasó eso, todo se terminó yendo aún más al carajo

— ¿Por qué no hacemos algo para recordarla? Le decimos a los chicos, que cada quien diga unas palabras — ignoré lo último porque aún me dolía lo que había pasado y me dolía mucho

— ¡Che! ¡Vengan a comer que tengo hambre! — gritó Dante y aunque no quería hacerlo, Mel río. Me levanté y le tendí la mano, la agarró y se levantó.

Dante sirvió un poco de papas de paquete, maní, verduras y chicharrones. Fue bastante a comparación de otros días

— Antes de comer, Sergei y yo queríamos proponerles algo — todos me miraron — Venecia cumple hoy 28 años, queríamos recordarla con unas palabras. Que todos digamos algo de felicitación para ella. Por favor — sus ojos se aguaron. Le sonreí con tristeza y ella se secó el nacimiento de sus lágrimas

Luchando por vos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora