Capítulo 2

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—¿Irás a mi casa ésta tarde o yo iré a la tuya?

Iría hasta la luna por ti, papi.

¿Qué? No.

—Es mejor que vayamos a la tuya. Mamá tiene algunas visitas el día de hoy. Ya sabes, sus amigas.

Y es que era cierto. Mamá tenía a dos de sus amigas más cercanas, que, mágicamente, eran las madres de Hailee y Hailey. Una vez al mes, cuando los padres de nuestros compañeros de clases hacían una reunión para ver temas de la graduación, asistían a esta junta y luego iban a mi hogar para tomar un té. El tema era que hablaban demasiado alto y no me dejaban reflexionar mi vida como tal.

—De acuerdo, ¿a las siete?

—A las siete.—confirmé con una sonrisa.

El día en la escuela siguió con normalidad. Pero por fin, había llegado mi parte favorita del día. La hora del almuerzo. Para el día de hoy, una ensalada con pollo, queso y tomates me acompañaría. Éste último ingrediente lo odiaba con mi alma, y eso era algo que tenía en común con mi mejor amigo.

—¿Cuando le dirás?

—Cuando sea correcto. Todavía no, Hails.

Dejé mi mochila encima de una de las mesas de la cafetería y saqué mi almuerzo, mientras que Hailee esperaba el suyo junto a Shawn. Ambos reían a carcajadas a lo lejos, pero aún así, se les veía muy felices juntos.

—TIENES que decirle, L.

—No, no TENGO que decirle. Además, ¿qué me asegura que me dirá que le gusto de vuelta?

—Su comportamiento últimamente cuando está cerca tuyo, o de nosotras. No es muy disimulado, que digamos.

Clavé con el tenedor unas hojas de lechuga. Mi favorita.

—¿Tú crees?

—¿De qué hablan, enanas?

Miré hacia arriba, Hailee venía al lado de Shawn, ambos venían sonriendo.

—No porque tú midas casi un metro noventa, significa que los demás son enanos, Mendes.

—Tranquila, Baldwin. Es sólo un sobrenombre. En fin, ¿de qué hablaban? ¿A quién le tienes que contar a algo?

Mi corazón se aceleró de un momento a otro.

—A Ryder. Nos besuqueamos en la fiesta de la senana pasada y quiero saber si quiere algo más.

—¡Así se hace, amiga mía!

Bufé internamente. ¿Estaría ocultando sus celos? Ay, Diosito. No me quedó otra más que seguir comiendo en silencio de mala gana. Escuchaba de fondo la animada conversación entre dos de mis mejores amigos, hasta que el chico de cabello rizado se levantó y se fue donde Niall.

—No entiendo como te puede gustar ese chico, Lana. De verdad. A mí nunca me podría gustar alguien como Shawn. Es horrible de rostro y tiene una personalidad terrible.—comentó Hailee ante mi oscuro silencio.—¿Ha habido progreso?

—De ningún tipo. Ya vienen las vacaciones de invierno y no sé. No lo veré en dos semanas y se me hace algo difícil.

Es que era cierto. Todos los alumnos desaparecerían hasta el comienzo de un nuevo semestre. Vendría Navidad y año nuevo. No sabía que pensar al respecto.

El fin del día llegó con ansias y lentitud. No quería seguir sentada por horas escribiendo materia que en diez años más no recordaría. A pesar de que no me gustaba la escuela, estudiaba demasiado, lo que me permitía tener un promedio medianamente alto. Me despedí de mis amigas con una pequeña sonrisa ladeada, pero no de Shawn. No lo veía cerca, y tampoco quería salir a buscarlo, así que no me quedó de otra más que irme a casa en silencio.

Al llegar, me preparé un pequeño snack de zanahorias, subí a mi habitación y estudié física hasta casi las seis de la tarde, que fue cuando sentí el timbre de la puerta. Supuse que se trataba de la madre de Hailey, quien siempre era la primera en llegar, puesto a que vivían demasiado lejos de la escuela y de mi hogar. Decidí cambiarme de ropa antes de que llegara Shawn, aunque para aquello solo faltara una hora. Así que en cuanto deslicé mi camiseta por mis brazos y luego por mi cabeza, quedé solamente en mi brasier. Y no, no estoy hablando de un brasier de seda con detalles de encaje de color rojo sensual. No. Estoy hablando de, literalmente, el brasier más incómodo y horrible de toda la historia. Era de color negro y las esponjas que venían estaban aplastadas, pero en la mañana fue el primero que encontré.

—Decidí venir ant... ¡Lana! ¡Cúbrete!

—¡Santa mierda!

Cogí con rapidez mi camiseta y me cubrí en el minuto que sentí la voz de Shawn. ¿Qué mierda hacía aquí? Podía escuchar sus carcajadas mientras estaba de espaldas. Lo empujé fuera de mi habitación y cerré la puerta con seguro.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí? ¡Te dije a las siete! ¡Son las seis!

—Lannie, no te enfades tanto... Está bien. Mi madre se fue primero y me pasó a dejar.

—¡Es que...! ¡Uhg! Lo peor de todo, es que sé que estás disfrutando de esto porque eres un maldito desgraciado. Te gusta ver a los demás sufrir.

—Relájate. Sólo fue el brasier... No vi nada más allá.

—Mi privacidad ha sido violada.

Abrí la puerta una vez más mirándolo con odio. Ahora ya estaba vestida.

Para quienes piensen que debe ser muy genial que su crush las vea en brasier, les puedo asegurar que no lo es. Si hubiera podido enterrarme bajo tierra, lo hubiera hecho.

—Lo siento. Podemos pretender que esto nunca sucedió, si lo deseas.

—Yo feliz.

Lo dejé entrar con una sonrisa mientras en el camino, me despeinaba. Aunque me dio igual. Mi cabello estaba hecho una mierda al fin y al cabo.

Shawn cogió un libro de poesía y se acostó sobre su estómago a leerlo encima de mi cama.

—¿Éste es el libro de literatura que debemos leer para el próximo mes?

—Exactamente.—asentí sentándome al lado de mi amigo.—Se supone que debemos analizar nuestro poema favorito.

—Creo que elegiré el más corto. Será más fácil.

—¿Nunca has pensado en hacer una tarea como los estudiantes normales y corrientes? Siempre buscas el camino más fácil.

Se dio vuelta, quedando su espalda completamente apoyada sobre el colchón y suspiró. Lo imité.

—No quiero seguir en la escuela.

—¿A qué te refieres?

Giró en su costado, mirándome directamente.

—Cada día es difícil. Y cada vez que pasa más tiempo, se me hace imposible.—frunció los labios.—Sé que siempre hablamos de estas cosas... Pero esta vez es diferente, Lannie Banani.

—Shawn, ya sabes que puedes hablar conmigo. Siempre que quieras.

Mordió su labio, cerrando sus ojos y soltando el aire que tenía contenido, para luego mirarme nuevamente con el ceño levemente levantado, demostrando su estado de preocupación.

—Estoy enamorado de alguien.

Better Off; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora