Capítulo 24

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Si hace un año, me hubieran dicho que yo estaría de novia con el mismísimo Shawn Mendes, mi mejor amigo, me hubiera reído en sus caras. Pero con el tiempo, ya era un hecho oficial.

El día tres de noviembre me pidió ser su novia luego de haber hecho el amor por primera vez. Aquel mismo día me había intentado proponer matrimonio en un concierto, y no creía que ya habían pasado trescientos sesenta y tres días desde aquello; Hoy era nuestro primer aniversario, pero no lo había pillado por ninguna parte.

Observé cómo Megan tomaba asiento frente a mí. Me sonrió tiernamente para luego coger mi mano.

—Cariño, ¿cómo estás?

Fruncí el ceño.

—Muy bien, Meg, ¿y tú?

—Estupendamente bien. Yo... Quería hablar de un tema contigo.—cogió aire para luego soltarlo con brusquedad.—Es sobre Josh.

Me removí algo incómoda en mi asiento. Había pasado un año desde aquellos sucesos y aún me dolía. De vez en cuando, tenía crisis de pánico al recordar sus asquerosas manos tocando mi cuerpo. Megan estaba al tanto de todo eso.

—¿Qué hay sobre él?

—Ya sabes que lo pateamos del grupo por lo que sucedió. Y sé que fue hace un año, pero te quería preguntar algo.

—Hazlo.

—¿Cómo estás con eso? Digo, tú como persona. Tanto mental como físicamente.

Suspiré.

—Bastante bien. Dejé de ir a terapia la semana pasada. No recuerdo mucho de lo qué pasó ese día, y se me ha hecho mucho más fácil así. Tengo suerte de que no haya pasado nada pero estuvo a punto.—luché contra las lágrimas.—No puedo verlo a la cara, Megan. Cuando lo siento cerca, tengo ese sentimiento de terror instalado por todo mi cuerpo y salgo corriendo. Mi año ha sido muy bueno hasta ahora, estoy entre las mejores de la clase pero tengo ese secreto detrás. No he dejado que me afecte, y cuando estoy con Shawn, todo se me olvida.

—Cielo, lamentó hacerte recordar todo. Es sólo que... Hace cinco minutos atrás, golpeé a Josh.

Abrí los ojos como platos, ¿había escuchado bien? Su manos izquierda, específicamente sus nudillos, tenían un leve tinte rosado. Se notaba que se había lastimado.

—¿Qué? ¿Por qué?—murmuré.

—Estaba hablando pestes de ti. Le dije un par de cosas, con mucha clase, obviamente. Lo golpeé cuando dijo que tú estabas buenísima y otras horripilantes cosas. Agregué también que no tenía las bolas suficientes para asumir lo que te había hecho.

—Desearía no haberlo dicho. Bastardo hijo de puta.

No sabía que me había ocurrido, pero tenía demasiada rabia. Recordé que él era un año mayor que yo, ese año le tocaba literatura así que corrí a esa aula. Por suerte, habían tocado la campana para receso así que no debía estar muy lejos.

Era la primera vez que me enfrentaba a Josh.

Cuando lo vi riendo mientras hablaba con sus amigos nuevos, avancé con fuerza y más rapidez hasta donde estaba. Al ver sus ojos grises penetrarme, esa sonrisa socarrona que tanto odiaba, dejé que la ira explotara.

—¡Lana Marie, un año después por fin te dignas a aparecer en mi campo de visión y no corres! Debe ser obra del...

No lo dejé terminar, porque ya tenía mi antebrazo sobre su cuello y su cuerpo contra la pared. Los papeles se habían invierto.

Ahora él me miraba con pánico.

—Lana Marie...

—Cállate imbécil. Me vas a escuchar muy bien, ¿de acuerdo?—hice más presión contra su garganta.—Me vas a dejar tranquila, dejarás de hablar mierda sobre mí y harás como que no existes en mi vida, ¿entendido? 

—Eres tan caliente cuando te pones mandona.

Lo empujé con fuerza. Sus amigos lo miraron con el ceño fruncido.

—¿Qué dirían tus padres al saber que su hijo es un puto violador, eh?—todos me miraron sorprendidos.—Porque así es, chicos. Ustedes se juntan con un violador. ¿Quieres hablarles sobre cómo me drogaste en la fiesta de bienvenida? Ahora intenta ver quien se querrá juntar contigo, pedazo de escoria.

Joshua estaba en un estado shock. Creo que tanto él como yo nunca pensábamos que sería capaz de hacer algo así, pero me sentía orgullosa de mí misma. Sabía que me dejaría en paz.

Una vez que solté, sus amigos me aplaudieron junto a otras personas que recorrían el pasillo.

—Eres una mierda, Hayes.

Salí al jardín de la universidad. Era simplemente precioso, lleno de flores y bastante colorido, el sol lo adornaba mejor aún. Pero cuando llegué ahí, no me esperaba lo que vi.

Estaba de espaldas, con una sudadera roja puesta sentado en el suelo donde había una manta de cuadros extendida, y sobre ella, una canasta llena de alimentos.

—¿Shawn...?

Se volteó y sonrió.

—Vaya, hasta que te apareces. Asumo que no viste mi mensaje.—negué.—De todas formas, sabía que vendrías. Siempre sueles hacerlo.

—¿Qué es todo esto?

Shawn se levantó, llegó hasta donde yo estaba y puso sus brazos alrededor de mi cintura. Sonreí sin pensarlo.

—Feliz primer aniversario, cariño.

—Feliz primer aniversario, Shawnie Boy.

Me besó con mucha suavidad y ternura. Una vez que nos separamos, lo abracé fuertemente. Sin querer, mis ojos se llenaron de lágrimas traicioneras. Estaba luchando para que no salieran rodando por mis mejillas, pero mi novio me vio igualmente. Comenzó a acariciar mis mejillas.

—Hey... No llores. ¿Qué te sucede? ¿Estás bien?

Asentí.

—Es sólo que... Estoy muy agradecida contigo por haberme dado el mejor año de toda mi vida.

—No debes agradecerme. Todo ha sido gracias a ti.—me hizo dar una vuelta entre risas.—Vamos a comer, anda.

Tal vez había derramado miles de lágrimas por Shawn, pero no era capaz de recordar nada de ello. Estaba feliz, era feliz. Todos los malos recuerdos eran cosas del pasado y mi felicidad se resumía a esa manta, donde estaba sentada comiendo junto a mi novio de un año.

La vida daba muchas vueltas, y a veces me preguntaba si Hailee sabía sobre esto, o en qué estaría ella.

—Por cierto... Debo decirte algo.

—Dispara.

—La próxima semana me voy a Canadá por un mes, ya sabes, tengo que estar por navidad y todo eso. Bueno, es un poco más de un mes porque voy vuelvo el diez de enero.—besó mi cabello.—No te enojes, por favor. Tú me habías dicho que irías a tu casa.

—Por una semana.

Suspiró.

—Lo sé, lo siento mucho.

—No lo sientas. Está completamente bien. Pretendo alargar mi viaje a casa, entonces. Solo que te extrañaré. Mamá me debe de necesitar, ha estado sola en casa todo este tiempo y solo la he visto un par de veces.

—Te amo.

Lo miré sorprendida. Era una de las pocas veces que nos decíamos aquellas palabras. De vez en cuando se salían. Pero sabía que esta vez lo había hecho en serio.

Y yo lo hacía mucho más. Pero estaba tan equivocada, demasiado para mi gusto, pero en aquel minuto no lo sabía. Por eso, respondí lo que dije.

—Y te amo mucho más, Shawn. No sé qué haría sin ti.

Better Off; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora