Sempiterno

28 4 1
                                    

-Gracias por tu ayuda, Gaziel- dice Astoreth -Asmodeo la habría palmado de no ser por ti...

-No hay de que- dice Gaziel -¿Necesitáis algo mas?

-Pues, se que es abusar de tu hospitalidad, pero nos vendrías bien para nuestra mision- dice Astoreth y me mira como pidiendo mi opinión.

-¿Misión?¿Que misión?- dice Gaziel intrigado.

-Si, creo que sería una buena elección- digo yo mirando a Astoreth -tampoco es que nadie de por aquí vaya a ayudarnos...

-Gaziel, ya que te han echado de allí arriba... ¿Te gustaría unirte a un consejo real aquí abajo?- dice Astoreth.

-¿Un consejo real?- dice Gaziel cruzándose de brazos -No me irás a decir que eres de la realeza...

-Princesa Astoreth, príncipe Asmodeo- digo yo señalandonos y aguantandome la risa al ver su cara de pasmo.

-Oh, vaya, y yo sin hacer reverencias- dice Gaziel al cabo de un momento.

Noctis se empieza a reír por el tono de sarcasmo del ángel caído,a lo que yo no puedo aguantarme la carcajada.

-Bueno, que, ¿te vienes o no? Porque tenemos un poco de prisa- dice Astoreth con una sonrisa.

-¿Una aventura por todo el infierno con peligro de muerte?- dice Gaziel y compone una sonrisa de blancos dientes -Claro, además necesitaréis la ayuda de alguien que os pueda sanar si os volvéis a encontrar con los sicarios.

-Pues hecho, vamonos- digo yo y camino hacia la puerta de la mansion.

Salimos hacia la calle y nos dirigimos al translador, a las afueras del círculo. Caminamos entre jardines y mansiones durante un rato vigilando nuestras espaldas, hasta que nos encontramos de frente con los demonios que guardan el translador. Gaziel de adelanta y se pone delante nuestro atusandose los puños de su camisa. Yo me remuevo dentro de la camisa que me ha dejado, blanca y almidonada, no me pega para nada.

-Buenas tardes, caballeros, si no les importa, vamos a pasar por aquí, así que les agradecería que se apartasen- dice Gaziel con retintín.

Los demonios guardianes se miran entre ellos y después al ex-angel.

-No podemos dejar pasar a nadie, y menos a un caido- dice uno de ellos, denotando su desagrado en la última palabra.

-Me parece una gran falta de respeto por uno de los vuestros- dice Gaziel frunciendo el ceño -al fin y al cabo, estoy aquí abajo, no allí arriba.

-No podemos dejaros pasar- repite el demonio.

Resoplo y me adelanto un paso.

-Mirad, ya hemos cruzado la mitad de los círculos, dudo que os digan algo por dejarnos pasar por este- digo yo exasperado.

-No. Podemos. Dejaros. Pasar- dice el demonio y se que se está riendo de mí.

Aprieto los puños empezando a cabrearme cuando noto a Noctis a mi lado. Los demonios bajan la mirada hacia ella.

-Por favor, es muy importante señores demonios- dice Noctis con tono inocente.

-Lo siento pequeña, no- dice el demonio.

Noctis se acerca a ellos e intento pararla, pero ella se revuelve y les agarra de las manos. Según entran en contacto, los demonios se derrumban contra el suelo y empiezan a roncar.

-¿Pero que cojones?- dice Astoreth y mira a Noctis -¿Que acabas de hacer?

-Puedo hacer que la gente se duerma... Perdona, pensaba que era mejor que pelear...- dice Noctis bajando la cabeza.

Astoreth se acerca a ella y se arrodilla frente a ella.

-No, tranquila, has estado genial, gracias- dice Astoreth -espero que puedas controlarlo...

Noctis asiente y Astoreth suspira.

-Vale, pues una cosa menos, vámonos antes de que despierten- se levanta y avanza hacia el traslador con Noctis de la mano.

Gaziel y yo nos miramos sin saber que acaba de pasar antes de seguirlas. Hacemos el ritual de cortarnos las palmas y segundos después estamos entrando en el círculo de Gula.

-Que bien huele, ¿que es?- dice Noctis olisqueando el aire.

La verdad es que huele muy bien, a costillas asadas y patatas fritas.

-Mmm, hamburguesa de beicon- dice Astoreth con los ojos cerrados.

-No, huele a menestra con codornices- dice Gaziel -querida, tienes el olfato atrofiado.

-¡Pues a mí me huele a tarta de chocolate!- grita Noctis y le tira de la mano a Astoreth -¿Podemos ir a por un poco?

-Espera, ¿porque a cada uno nos huele diferente?- digo yo mirando alrededor.

Frente a nosotros se extiende una réplica de París, con más restaurantes de los que hay en la versión de la Tierra.

-Oh, mierda- dice Astoreth -Mefisto tenía razón...

-¿Razón en que?- digo yo.

-En Gula no se debe comer nada, si empiezas no puedes parar- dice ella y me mira -nos están tentando con nuestras comidas favoritas.

-Vaya, entonces deberíamos parar a la pequeña mocosa- dice Gaziel señalando la calle.

Astoreth y yo nos giramos a la vez para ver a Noctis corriendo hacia una pastelería en una esquina.

-¡Noctis!- gritamos los dos y salimos disparados tras ella.

Astoreth consigue alcanzarla primera antes de que coja un trozo de pastel que le está ofreciendo un tendero bastante obeso. Noctis se revuelve pero Astoreth consigue apartarla.

-¡Aléjate de nosotros!- le grita Astoreth al tendero.

El hombre obeso la mira frunciendo el ceño y se mete en la trastienda desapareciendo de nuestra vista.

-¿Porque no puedo comer pastel?- gimotea Noctis.

-No es bueno, te volverías adicta y no podrías parar hasta que estuvieses como ese señor- le explica Astoreth con cariño.

-Pero yo quería pastel...- refunfuña Noctis.

-Cuando volvamos te daremos todo el pastel que quieras, ¿vale?- le digo yo revolviendola el pelo.

-Vale...- dice ella.

-Venga, busquemos a alguien que nos pueda ayudar- dice Astoreth y comenzamos a recorrer la ciudad.

Caminar por las calles de Gula es un auténtico suplicio, todo huele bien, todo tiene una pinta deliciosa, y si a eso le sumamos los vendedores con muestras gratis que hay por mitad de las calles, ya lo rematamos. Llegamos al centro de la ciudad, y nos quedamos en mitad de la plaza mirando a los transeúntes, todos gordos y bamboleantes, sin saber con quién hablar.

-Asi no hay quien pueda hacer un consejo real para no casarse- dice Astoreth con un bufido, a lo que no puedo evitar una sonrisa.

-Venga, tampoco es para tanto, seguro que acabamos encontrando a alguien- le digo y me acerco un poco a ella.

-Agh, no ireis a besaros, que asco- dice Noctis a nuestro lado con cara de desagrado.

-No íbamos a besarnos- dice Astoreth.

-Dilo por ti- digo yo ríendome a lo que ella pone los ojos en blanco.

-Princesa Astoreth, príncipe Asmodeo- oímos a nuestras espaldas.

Nos giramos para encontrarnos de frente con dos guardias que contrastan con el resto de gente por no estar obesos.

-Esto... ¿Si?- digo yo.

-Les reclaman en el castillo- dice uno de ellos.

-Mierda, el tendero nos ha reconocido- dice Astoreth mentalmente.

-Si nos acompañan...- dice el otro guardia.

-¿Tenemos elección?- dice Gaziel.

Por el gesto que cruza el rostro de los guardias no la tenemos, así que les seguimos hacia el castillo de Gula.
En buena nos hemos metido.

Los hijos del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora