-¡Eh, Asmodeo, espera!- me grita Gaziel mientras corre detrás de mí.
Acelero el paso con las manos en los bolsillos y reprimo un gruñido. Lo que ha dicho Astoreth me ha dolido, y mucho. Que se casaría a la fuerza, ayer me besaba como si no hubiera un mañana y ahora me salta esto. Gaziel me alcanza y me pone la mano en el hombro para que le mire.
-Sabes que no ha querido decir eso, ¿verdad?- dice él y yo aparto su mano de mi hombro.
-¿Que no ha querido decir?¿Que solo soy una distracción para ella? Vamos hombre, vete a tomar por culo -le suelto y giro por una esquina.
-Ella te quiere, es el ambiente de este círculo el que no te deja verlo-dice él y me paro para encararle.
-Tio, déjalo, en cuanto volvamos a nuestras vidas normales pasará de mi, como ha hecho durante miles de años- digo yo en un tono más alto de lo normal-solo está jugando conmigo, seguro que en cuanto la coronen se casa con ese gilipollas de Ira...
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Camino a paso rápido hacia el castillo, y a cada paso me cabreo más. Todo me molesta, la piedra con la que me acabo de tropezar, la ventana que chirría en una casa, el murmullo del agua de los canales.
Y lo que más me molesta es que Asmodeo se piense que no quiero nada más con él.-Como puede ser tan egocéntrico, tan idiota, tan... ¡Aghhh!- en este punto le pego una patada una farola.
Inspiro varias veces para intentar calmarme, pero demasiada rabia bulle en mi interior. Y se contra quien descargarla.
Abro las puertas del castillo de golpe y avanzo por el pasillo central como un dragón enfurecido hacia la sala del trono. Un par de sirvientes se ponen en mi camino y, a un movimiento de mi mano, acaban envueltos en llamas rojas como la sangre. Entro en el salón del trono con sus gritos como presentación, asombrando a Astaroth, señor de Ira, que está en su trono tranquilo y sin molestar a nadie.
Pues a mí me molesta.-¿Donde está Amón?- increpo a voz en grito.
-Vaya, la princesa Astoreth, es un placer tenerte...- empieza a decir el señor de Ira, pero no estoy para tonterías.
-He dicho que donde cojones está Amón, ¿o voy a tener que quemar este sitio hasta los cimientos para encontrarlo?- grito yo con los puños apretados.
Alrededor de mis manos se empieza a concentrar el fuego que tan bien se controlar, y unos sirvientes que había en la sala salen corriendo despavoridos.
Amón hace su aparición por una de las puertas laterales con una sonrisa de suficiencia en la cara que quiero arrancarle de un guantazo.-Hola otra vez, Astoreth- dice él.
-Tu, pedazo de imbécil, nos vas a ayudar, o te voy a clavar mi espada en las tripas hasta que supliques clemencia- digo yo con toda la mala leche que tengo apuntándole con un dedo.
-Tampoco hay que ponerse así...- dice él, y creo que es duda lo que hay en sus ojos.
-¿Que no hay que ponerse así? Por culpa de este círculo le he dicho una cosa a Asmodeo que no querría haberle dicho ni en un millón de años- le grito acercándome -me han intentado casar, me han perseguido, casi nos matan varias veces, ¡y solo llevo una semana de viaje!
Cuando estoy a varios pasos de él, recula con cara de susto y no puedo evitar sonreír con maldad.
-Vaya, ¿ahora tienes miedo? Habértelo pensado antes de hacerme pasar tanto tiempo en tu terreno- su padre se levanta del trono y yo levanto una mano hacia él -ya he intentado matar a un señor de los círculos, puedo hacerlo otra vez y esta vez no fallar.
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Los hijos del infierno
FantasyEn el infierno, una lucha silenciosa se cierne sobre todos los círculos, el deseo de crear una alianza, el deseo de poseerlo todo... Pero es ella la que decide el destino de todos...