Epílogo

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Tres días después de volver a casa fui coronada.
Vinieron todos los altos cargos del infierno, y muchos demonios de bajas categorías para ver a la nueva reina.
Mis padres tiraron la casa por la ventana para prepararme una coronación por todo lo alto, y frente a todo el infierno, Lucifer me puso su corona, una intrincada malla de espinas de hierro negro.
Llevo dos meses siendo la reina, y debo admitir que tras mi aventura me aburro bastante.
Una vez a la semana mis antiguos compañeros de viaje vienen a Palacio para contarme cómo van sus circulos, si falta algo o hay que cambiar alguna cosa, y cada vez que les veo no puedo evitar añoranza.
Noctis se ha acostumbrado muy bien a su nuevo hogar, se pasa el día corriendo por castillo para descubrir algo nuevo, y ahora que ha descubierto la biblioteca no consigo sacarla de allí.
Ya nadie intenta matarme, o al menos no a plena luz del día. Los demás herederos están que rabian por verme convertida en la reina sin ninguno de ellos a mi lado.
Bueno, todos menos Asmodeo y Amón, que al final se ha resignado y ha aceptado unirse a mí guardia personal, su destreza con las dagas me podría ser útil en un futuro.
¿Y Asmodeo y yo?
Seguimos juntos, y sí, seguimos prometidos.
Es más, os cuento esto de su mano, caminando por una calle de la Tierra, en una ciudad que seguro que conocéis, llena de casinos y hoteles.
Sí, habéis acertado, estamos en las Vegas. Asmo me ha convencido para venir, según él solo para dar una vuelta.

-Uy, mira qué mona esa capilla- dice él distraídamente.

La típica capilla para bodas rosa y llena de flores se levanta a uno de los lados de la calle.

-¿Que estás intentando decirme?- le pregunto yo.

-Nada, que es muy mona- dice Asmo.

Me paro frente a la capilla y él me mira extrañado.

-A mis padres les daría un soponcio si se enteraran de que me he casado sin tanto bombo y platillo como en mi coronación- le digo y el sonríe de lado.

-Y no queremos que los antiguos reyes se disgusten, ¿verdad?

-No, sería lo último que querría...

Campanas de boda.
Ahora sí que pueden sonar.

-¿Aceptas, Asmodeo, a Astoreth como tú legítima esposa?- recita el hombre que nos está casando.

-Si, acepto los términos y condiciones de uso- responde Asmo y no puedo evitar reirme.

-¿Y tú Astoreth, aceptas a Asmodeo como legítimo esposo?

-Sí, quiero- digo yo.

Un flashback de mi diciendo que nunca me casaría me pasa por la mente, cómo cambia una con el tiempo, ¿eh?

-Por el poder que me ha sido concedido por el estado de Nevada, yo os declaro marido y mujer, puedes besar a la...

Antes de que termine la frase yo ya estoy besando a mí ahora esposo como si no hubiera un mañana.
Nos separamos y nos miramos con una sonrisa estúpida en nuestras caras.

-Joder lo que me ha costado convencerte- me dice Asmo.

-Sí, solo has tenido que seguirme por todo el infierno y casi morirte- le respondo con cariño.

-Sabes que lo haría cien veces más solo por terminar aquí- susurra y no puedo evitar sonrojarme.

-Eres idiota, pero te quiero- le digo.

-Yo también te quiero, esposa- dice él marcando la última palabra -veras cuando se enteren Gaziel y Noctis...

-Noctis lo verá como algo normal, Gaziel seguro que se pondrá como loco y le dirá a Amón que porqué el no es tan romantico- digo yo saliendo de la capilla.

-¿Disculpa que?- responde Asmo sorprendido.

-¿No te lo he contado? Me los encontré el otro día...

Y esa es la historia de cómo me convertí en reina.
Después hubo un par de aventuras más, pero no os quiero aburrir.
Tened cuidado con los sicarios y no os comáis nada que os ofrezcan en Gula, ¡yo me voy de luna de miel!

Los hijos del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora