Campanas de boda

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Veo como un guardia noquea a Asmodeo con su espada sin poder hacer nada al estar bajo el maleficio del señor de Gula, y aunque me revuelva sin parar, no puedo soltarme cuando se lo llevan a rastras fuera de la sala. Joder, tendría que haberse ido. El tentáculo de oscuridad que me rodea se mueve acercándome a la masa amorfa que es el señor de Gula haciendo que se me revuelvan las tripas al ver su cara grasienta en HD a centímetros de el.
Me observa como si fuera un trofeo que le acaban de entregar y después mira a Jason.

-Os casareis está misma noche, y mañana serás el rey del infierno- le dice con toda tranquilidad.

-¡Ni de coña, no pienso dejar que me obligueis a esta tortura!- grito a pleno pulmón -¡Prefiero morir!

El señor de Gula me mira con una sonrisa macabra y se ríe.

-No, princesa, tu no vas a morir, pero tú amiguito lo pagará caro si no te casas con mi hijo- dice él relamiéndose.

-No puedes hacer nada, el también es un principe- digo yo con un cabreo monumental.

-Que no tiene el apoyo de sus guardias fuera de su círculo, ahora estais bajo mis normas, así que puedo hacer lo que me dé la gana- dice él.

Para rematar sus palabras aprieta el conjuro alrededor de mi sacándome un quejido y que me crujan un par de huesos, como siga así me va a partir las costillas. Mi cerebro va a mil por hora intentando buscar una escapatoria, pero la única razonable y sin muertos... Es rendirme...
Dejo caer la cabeza cuando el conjuro se relaja un poco, lo que al señor de Gula parece agradarle.

-Veo que eres una chica lista, si sigues así, nadie saldrá herido...

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Me despierto entre barrotes. La cabeza me da vueltas, pero al menos no me duele. Miro a mi alrededor buscando ubicarme, pero solo hay más celdas a lo largo de un corredor. Me levanto y camino hasta la puerta, pero no la agarro, es de hierro estigio. Me asomo con cuidado para ver si hay alguien, encontrándome con un guardia apoyado contra una pared con pinta de aburrido.

-Eh, tu, el de la armadura- el guardia me mira -¿Cuánto llevo grogui?

-Un par de horas- dice él sin mirarme -casi te pierdes la boda.

-¿Boda?¿Que boda?- digo yo poniéndome nervioso.

-Pues la de la princesa Astoreth y el príncipe Jason, por supuesto- dice él y por fin me mira - es en un rato, tengo órdenes de llevarte a verla...

-¡No puede ser, tiene que ser un error!- exclamo - Astoreth jamás decidiría casarse con uno de nosotros...

-Pues ahí lo tienes- dice él y vuelve a mirar la pared -y ahora cállate, se supone que no puedo hablar contigo...

Reculo hasta la pared y me dejo resbalar hasta el suelo desolado. Astoreth no puede haber elegido esto, esto es un error.

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La mujer que me está vistiendo tira de las cintas con fuerza apretándome al máximo el corset y dejándome sin respiración.

-¡Joder, un poco de cuidado!- le recrimino, pero no me hace caso.

Me miro al espejo que tengo delante con el ceño fruncido. Llevo dos horas bajo el cuidado de tres señoras empeñadas en ponerme "guapa" para la puñetera boda. Me han recogido el pelo haciendome una especie de moño y clavándome todas las horquillas del universo en la cabeza, me han pintado los ojos de negro y gris, por lo que el violeta resalta bastante, y me han embutido en en un vestido negro con una falda por capas y sin tirantes que me recuerda a la ropa de las muñecas de plástico.
Suspiro, lo que me cuesta por la presión del corset.
Esto lo hago por Asmodeo, para que no le maten, yo he sido la que le ha traído, yo tengo que sacarle de aqui.
Mi mente vaga hacia Gaziel y Noctis, espero que estén bien y a salvo, a lo mejor han vuelto a la casa del ángel caído.

Los hijos del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora