19

139 10 3
                                    

NOAH

–¿Estás seguro de esto, hijo? –preguntó por décima octava vez mi madre.

–Sí. Tengo todo lo necesario y, de verdad, el piso está muy bien. Cercano al centro, no muy caro y lo suficientemente amplio para una persona y un perro.

–Independizarte –dijo mi padre esta vez.

Me encogí de hombros.

–Sí, creo que ya es hora. Tengo diecinueve años y un trabajo que me aporta el dinero suficiente para pagarme un apartamento, ¿qué más necesito para poder vivir solo?

En verdad, solo tenía una de esas dos cosas. Hacía un mes que me habían echado del trabajo por pegarle una paliza a un cliente. Lo tuve merecido, lo sé, pero ese capullo que no paraba de pasarse con esa chica también.

Mi madre suspiró. Sin embargo, el que habló fue mi padre.

–Nos parece bien que quieras hacerlo, pero tu madre y yo tendremos que ir a ver ese apartamento.

–Me parece bien. 

–¿Ya tienes las llaves?

Apreté los labios, y ese gesto fue suficiente para que mis padres comprendieran que ya había firmado el contrato de alquiler de esa casa.

–Así que, aunque nosotros no estuviéramos de acuerdo, ibas a irte igual –reprendió enfadada mi madre.

–Mamá, tengo diecinueve años. No va a pasar nada porque viva solo a veinte minutos de aquí.

Sabía que dentro de poco mi madre iba a empezar a soltar sus típicas frases de madre que no puede separarse de sus hijos, por eso agradecí profundamente que mis hermanos entraran por la puerta de casa en ese mismo momento.

–¡Yo me la he pedido antes! –se escuchó gritar a Connor.

Mis padres y yo nos encontrábamos en la cocina, así que nada más escuchar el barullo nos asomamos a la puerta.

–¡Yo la necesito para ver el estreno de la segunda temporada de Gossip Girl! –replicó Ana.

El siguiente en entrar por la puerta fue Tyler, que soltó un suspiro interminable, supongo que cansado de la discusión de los dos enanos por la dichosa televisión. Le mandé una sonrisa de compasión a mi hermano, pero al instante mis ojos se desviaron. 

Danielle entrando la última captó mi atención al instante. Estaba dada la vuelta cuando pude verla al completo, cerrando la puerta. Una vez más, llevaba esos vaqueros que quitarían el hipo a cualquiera con dos ojos en la cara. No pude pararme a observarla mucho más, porque se dio la vuelta y mi mirada subió a sus ojos. Supongo que se dio cuenta de que la estaba mirando con atención, porque sus mejillas se tiñeron de rojo al instante. 

Me reí entre dientes mientras avanzaba con mis hermanos hasta las escaleras para subir al piso de arriba, pero a la vez sentí una sensación que llevaba sin sentir desde hacía un par de días. Y es que, desde lo que pasó en el probador de Malibu Clothes, a penas me había mirado a la cara. No sabía qué cojones sentía en ese momento, pero una sonrisa se me dibujó en los labios cuando se fue al piso de arriba avergonzada. Debo confesar que extrañaba ver como podía afectarle. 

–Esa sonrisa delata lo muco que echarás de menos a tus hermanos –señaló mi madre.

–Mamá, no empieces... –Dejé caer mis hombros.

Mi padre, sin embargo, se rió.

–Te lo dije cuando quisiste tener hijos –empezó mi padre, y solo con esa frase tuve claro que yo sobraba en ese instante –. Al final abandonan el nido, Emma, no te esperes que...

Maravillosa Excepción - Noah CentineoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora