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NOAH

–No pienso repetirte más veces que bajes los pies del salpicadero–le dije a Emily.

Ella suspiró frustrada, pero bajó las piernas.

–Si vas a estar así de amargado, creo que no deberías ir. Solo nos aguarás la fiesta.

–Cállate–gruñí.

Se incorporó sobre el asiento hasta tener la espalda recta.

–¿Se puede saber qué te pasa? Últimamente estás más insoportable que nunca.

Esta vez, el que suspiró fui yo.

–No quiero hablar del tema.

Vi la sonrisa de Emily aparecer en milésimas de segundos.

–Así que te pasa algo... No sé por qué me parece que tiene relación con la niña buena que lleva un mes viviendo en tu casa.

Me quedé callado, aún con el ceño arrugado. No quería hablar del tema. Pero, por supuesto, Emily tenía que insistir.

–Ya sabes, la morena a la que no le quitas los ojos de encima cuando la tienes delante. Esa que...

–Lo capto, Em. Pero no quiero hablar de eso.

Se rió.

–Esa chica te está calando muy hondo. ¿A caso Noah Adams se está enamorando? –se burló.

–No me estoy enamorando. Ni siquiera nos soportamos, así que deja de decir gilipolleces.

–A mí no puedes mandarme callar y lo sabes, Adams. Así que baja el tonito.

–Sí si el tema del que hablas me toca los huevos.

–Así que te afecta.

–No he dicho eso.

–Has dicho que te toca los huevos.

–¿Y qué tiene que ver eso con la paranoia que te estás montando en la cabeza?

– Pues que de alguna manera, Danielle influye en tu estado de ánimo. 

Suspiré resignado, porque llevaba razón. 

–Pero eso no significa que esté enamorado de ella. Es simplemente que me frustra, y tener que vivir con ella bajo el mismo techo no ayuda a que mi estado de ánimo sea bueno.

–Justifícalo como quieras, pero esa chica se merece un premio por el control que tiene sobre ti –Se rió, de nuevo, de mí.

La actitud de Emily empezaba a ponerme de los nervios.

–Y tú piensa lo que quieras. Danielle no me gusta. ¿Está buena? Sí, pero no pasa de eso.

–¿Ya la has besado?–dijo elevando una de sus comisuras.

–No. Ahora cállate.

–No sé por qué no me lo creo.

Suspiré de nuevo, cansado de la conversación.

–Se me lanzó hace unos días en mi cuarto, pero al aparté. ¿Quieres algún detalle más?

Arrugó el ceño.

–¿La apartaste?

–Sí. No voy a tirarme a la tía que cuida de mis hermanos.

–Así que si no cuidara de tus hermanos lo harías. 

–¿Intentas jugar conmigo? Porque tus trucos no funcionarán.

–¿No ha pasado nada más que eso?

Maravillosa Excepción - Noah CentineoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora