06

1.3K 131 20
                                    


Kara

Había transcurrido una semana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Había transcurrido una semana.

Una semana en la que no pude encontrar más que solo rechazos tratando de buscar algún empleo. El dinero estaba agotándose, y dudaba que me alcanzara para comer después de haber pagado la primera renta.

Dejé caer mi cuerpo al suelo rendida. Cansada. Negada a pedir ayuda a Ivanna, quién ya había echo suficiente por mí poniendo su propia vida en riesgo. Tampoco podía pedirle ayuda a quién tanto me lastimó. Esa que me trajo al mundo, desafortunadamente. Si lo hacía sería mi fin. Ella se encargaría de hacerle saber a él, donde me encontraba. Le haría saber la situación en la que estaba y entonces él me encontraría. La sola idea de pensar en ellos dos me hizo estremecer del miedo. Abracé mi cuerpo con fuerza dejando libres las lágrimas. Toqué las cicatrices y los moretones que tenía en el comienzo de mis muslos, aún dolían. Había transcurrido casi un mes y todavía no sanaban por completo.

Recordé lo que había pasado hace dos semanas atrás con el vecino de al lado, incluso él me había rechazado. No mostró amabilidad, ni siquiera lástima al verme así aquel día. No solo era la rata la que me hacía sentir fobia, también la soledad lo hacía. Estaba desesperada por sentirme acompañada, me sentía tan sola. Pensé que la ansiedad desaparecería si dejaba de verlo. Si me alejaba de ese monstruo que me había hecho tanto daño. Pero la ansiedad ya formaba parte de mí, sin importar que tan lejos estuviese de él, estaba marcada de por vida.

Lo único que había conseguido como refugio en estas últimas semanas había sido el alcohol. Cometí el error de gastarme parte del dinero que había guardado para comer, en alcohol. Y ahora me encontraba desesperada sin saber que hacer. No le atendía ninguna de las llamadas a Ivanna, no quería hablar con ella. No quería que supiera lo derrotada que estaba.

La única opción que me quedaba era olvidar mi dolor con lo único que había funcionado hasta el momento. Me puse de pie con esfuerzo secando las lágrimas que había derramado. Me dirigí a la habitación y empecé a buscar algo llamativo para ponerme.

                                 

•••


Sungho

La semana había transcurrido rápido. Era sábado ya, y se suponía que debía de sentirme feliz porque era el cumpleaños de mi padre. Como todos los años, mi hermano y yo le traíamos un pastel y hacíamos una cena familiar. Pero este año, nada se sentía igual, faltaba ella, y todos los sabíamos.

El ambiente estaba tenso, y ninguno tuvo el valor de tocar el tema. Ni de mencionar a la innombrable.

—Me iré a casa, ya es muy tarde —dije, luego de un silencio incómodo, anunciando mi despedida.

Dos vidas: Un propósito (Novela cristiana) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora