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Al verla tan afectada delante de él, Sungho suavizó el agarre que ejercía sobre su muñeca

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Al verla tan afectada delante de él, Sungho suavizó el agarre que ejercía sobre su muñeca. Kara no decía ni una sola palabra, se mantenía estática en su lugar, acorralada entre la espada y la pared.

Sungho se sintió ansioso. Sus manos comenzaron a temblar. Definitivamente a él también le afectaba verla así y eso hacía que su curiosidad por conocer su pasado no hiciera más que aumentar.

Con su mano libre, se atrevió a tocar su rostro. Alzó su mentón delicadamente y se percató de que estaba llorando.

Se sintió impotente al verla así. No podía entender como alguien pudo ser capaz de hacerle tanto daño, a tal grado de provocar esa reacción en ella.

La miró directo a los ojos, y sin siquiera pensarlo dos veces, dejó que su corazón hablara por él.

—Mientras estés conmigo, nada ni nadie podrá hacerte daño de nuevo. No lo permitiré —susurró, mientras delicadamente le limpiaba las lágrimas con su pulgar.

Kara se estremeció al escucharlo. Dejó de respirar.

Sintió como todo a su alrededor comenzaba a dar vueltas y a tornarse borroso. Lo único que podía ver delante de ella era a él. Su alta figura y su calor protector. Su delicioso aroma y su presencia enigmática.

Su rostro estaba tan cerca de ella, y sentía tanta necesidad de tocarlo, que sus manos comenzaron a temblar.

Su respiración estaba agitada y las caricias que Sungho impartía en sus mejillas le estaban quemando la piel, pero no de una manera dolorosa, sino balsámica. Como si quisiera sanarla, como si quisiera restaurarla aún cuando él mismo estaba igual de roto que ella.

Un silencio afable reinó entre los dos, y Kara de pronto fijó sus ojos en aquellos labios que justo en ese momento quería besar.

Y ella nunca había sentido el anhelo de besar a ningún hombre antes. Ni siquiera recordaba si había dado un beso real en toda su vida. Los únicos besos que recordaba eran repudiables, monstruosos y forzados.

¿Qué sucedería entre los dos si lo intentaba? ¿Qué pasaría si cruzaba la línea y se arriesgaba? ¿Qué se sentiría besar a alguien que realmente le gustaba?

Quería besarlo.

Quería hacerle saber que por muy loco que fuera, ella lo necesitaba más allá de lo normal.

Quería hacerle saber que se sentía segura estando a su lado. Que se sintió segura en cuánto él la salvó de las garras de la muerte y de la depresión. Que no había otro lugar en el mundo en el que ella se sintiera más segura que a su lado.

Sungho también miró sus labios, y de pronto sintió una intensa emoción. Removió rápidamente aquel pensamiento de su mente y antes de que fuera tarde, la soltó con intenciones de alejarse de ella.

Dos vidas: Un propósito (Novela cristiana) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora