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Kara estaba confundida

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Kara estaba confundida. La ruta que Sungho había tomado no era la que ella conocía. Definitivamente él no estaba dirigiéndose al edificio donde ambos vivían, estaba conduciendo hacia otro lugar.

—¿A dónde me llevas?

Sungho tenía la mirada fija en la carretera.

—Tengo que hacer algunas compras.

—¿Y porqué tengo que venir contigo? Debiste dejarme en el edificio primero—se quejó de manera informal—. Ni siquiera sé porque acepté subirme a tu auto. No te conozco lo suficiente.

—No me conoce lo suficiente para subirse a mi auto, pero si para entrar a mi apartamento sin siquiera ser invitada a pasar—contraatacó.

Aquello había sido un golpe bajo para Kara, por lo que prefirió mantenerse callada. Aceptando la derrota, por el momento.

Sungho aún seguía pensando en las palabras del doctor. La mujer estaba deshidratada, además de presentar serios desórdenes alimenticios. El recuerdo de la noche anterior, cuando abrió el refrigerador de Kara, invadió su memoria. Ella no tenía ningún tipo de alimentos, ni siquiera agua.

Sin poder evitarlo, Sungho se había compadecido de ella. Se sintió en la obligación de ayudarla.

Las compras que haría no serían para él. Sino para ella. Al verla allí en aquella habitación de hospital tan frágil, Sungho había sentido lástima. Y un extraño deseo de cargarla en sus brazos y sacarla de allí, lo invadió. Era un sentimiento de solidaridad que tenía meses sin experimentar. Actualmente él estaba más enfocado en superar su propio dolor, que en compadecerse de los dolores ajenos.

Sungho desvío su mirada hacia ella fugazmente. La contempló intrigado. Ella mantenía la vista fija en la ventana. No podía mirar su rostro, así que aprovechó que ella no lo miraba, para detallarla mejor. Su pelo oscuro caía rebelde sobre sus mejillas. Lo tenía corto, por la nuca, y aquel corte le quedaba bien, le favorecía a su personalidad.

Él se dio cuenta de que deseaba saberlo todo acerca de ella. Y aquello era un completo problema, porque cuando algo se le metía entre ceja y ceja, él no cesaba hasta conseguirlo. Tenía tanta curiosidad por saber acerca de su vida, que se sintió agobiado.

De inmediato, reconoció que aquel no era el momento para pensar en ello. Así que para aliviar un poco la tensión del ambiente, puso un poco de música.

Por otro lado, Kara seguía sintiéndose confundida e incómoda en aquel asiento de copiloto. Sentía como si el auto fuese mucho más pequeño o ellos más grandes. A pesar de que Sungho puso música bastante aceptable, y que ella intentó relajarse, no pudo hacerlo. Se pasó todo el trayecto sintiendo incomodidad y nerviosismo. Hasta el punto en que empezaban a sudarle las manos.

—Relájate, no soy un psicópata. No planeo asesinarte.

Ella se estremeció al escucharlo y dirigió la mirada rápidamente hacia él.

Dos vidas: Un propósito (Novela cristiana) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora