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Kara

No fui capaz de conciliar el sueño durante toda la noche

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No fui capaz de conciliar el sueño durante toda la noche. Los rayos del sol habían comenzado a colarse entre las finas cortinas de la habitación y mis ojos llorosos aún continuaban abiertos, los sentía pesados he hinchados debido a lo mucho que lloré.

A pesar de todo lo sucedido la noche anterior con Sungho, no sentía la necesidad de marcharme, estaba dentro de mi obligación hacerlo, pero algo dentro de mí me retenía. Algo más fuerte que mi débil voluntad.

¿Mi poca vergüenza? ¿Mi insignificante dignidad?

No lo sabía con certeza.

Pero de lo que sí estaba segura era que yo me había acostumbrado, ¿Me acostumbré a él en tan poco tiempo? quizás no fue a él precisamente a quién me acostumbré, sino a su apartamento, a tener un refugio, comida, y...

¿A quién estoy tratando de engañar?

En gran parte también me había acostumbrado a su compañía, a nuestras largas pláticas, a nuestra extraña conexión, a sus elogios cada vez que cocinaba un plato que le parecía exquisito. Me había acostumbrado a su buen trato, a su amabilidad, e incluso a sus repentinos cambios de humor.

¿Cómo una persona en su sano juicio podría considerar aquello tan importante e imprescindible como para llegar al punto de acostumbrarse?

Depende de cuán vacía estuviera ese persona, y yo desafortunadamente lo estaba.

Para mí, lo poco se había convertido en mucho, porque nunca recibí nada de nadie y quizás debido a eso, consideraba normal el hecho de que ahora mis emociones y mi conciencia se debilitaran con un gesto tan sencillo como un alago, una mirada dulce, una sonrisa sincera y llena de carisma como la de Sungho.

Él no se daba cuenta de cuán maravilloso era a pesar de su inestable personalidad. Profundamente era una buena persona.

Tras haber estudiado detenidamente su comportamiento, había llegado a la conclusión de que había algo dentro de él que no le permitía ser como realmente quería ser. Como sí cuando sonreía genuinamente algo le recordase que no debía hacerlo. Como sí existieran una heridas profundas dentro de él que aún no sanaban. Y quizás, esa era la razón por la cual existía esa conexión tan fuerte entre nosotros dos, ambos llevábamos en nuestro interior heridas abiertas que aún no han sido curadas.

Cierro los ojos mientras suspiro, me arden y siento mi cuerpo cansado debido al trasnocho. Aferro el objeto que poseo sobre mi pecho y lo abrazo fuerte, como si me perteneciera. Nunca fui capaz de devolverle a Sungho la biblia que encontré entre los objetos en la caja, tampoco tenía el suficiente valor como para pedirle que me la obsequiara, no después de haber visto su reacción al enterarse de que había tocado aquella caja sin su consentimiento. Por lo que decidí tomar la Biblia prestada temporalmente en secreto.

Dos vidas: Un propósito (Novela cristiana) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora