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Sungho

Limpié la sangre que salía de su nariz con la primera prenda de ropa que encontré tirada en el piso

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Limpié la sangre que salía de su nariz con la primera prenda de ropa que encontré tirada en el piso. Luego de haberse caído del mueble empezó a sangrar más, incrementando mi preocupación.

—¿Qué clase de mujer es usted? —pregunté indignado.

Alejó mi mano con fuerza haciendo que parara de limpiar la sangre que salía de su nariz. Intentó ponerse de pie pero lo único que logró fue levantar más aquel vestido que tenía. Era mi deber como un caballero desviar la mirada. Pero no pude hacerlo, y no por perversidad, sino por la cantidad de cicatrices y hematomas que tenían sus muslos.

¿Pero qué...?

Me acerqué a ella nuevamente. Agachándome, la tomé delicadamente por los hombros y volví a sentarla en el sofá.

—¿Quién es usted realmente? ¿Y que le ha sucedido?

De pronto quise saber todo acerca de ella. Sabía que no tendría una respuesta coherente a mis preguntas, sin embargo, me miró directamente a los ojos, y habló.

—Nada, no soy nada. Soy como un rompe cabezas, al que ya no le queda ninguna pieza. Soy un ser inservible y miserable.

Su mirada estaba triste y vacía. Tenía la misma mirada de aquella vez cuando entró a mi apartamento. Sus palabras me preocuparon mucho.

—Creo que debería llevarla a un hospital.

Tomé asiento a su lado en el sofá. La escena dejó de hacerme sentir molesto e incómodo. En su lugar, me sentía preocupado y curioso.

—No.

Más que una negación, sonó como una súplica.  

—Le traeré un poco de agua entonces.

Sin pensarlo mucho entré en su cocina con el mismo atrevimiento con el que ella había entrado a mi apartamento hace dos semanas atrás. Abrí el refrigerador y me sorprendí al ver que estaba completamente vacío. No tenía nada de comer, ni siquiera agua.

¿Cómo puede ser eso posible? ¿Hace cuánto tiempo ha estado viviendo así?

Salí de la cocina preocupado y decidí indagar, a pesar de que no me competía.

—¿No tiene ningún tipo de alimento aquí? ¿Agua? ¿Frutas?

Ella negó con la cabeza, llevándose ambas manos hacia su pelo.

—Mi vida es un completo desastre. Quisiera morir
—confesó. En un hilo de voz, casi como queriendo echarse a llorar.

Me senté nuevamente junto a ella, entendiendo el peligro de sus palabras y de la situación.

—No vuelva a decir algo así. No menosprecie su vida de esa manera.

Ella alzó la mirada, acercándose rápidamente a mí. La miré extraño debido a su cambio repentino de actitud. Miró fijamente mi rostro y luego de algunos segundos, sonrió.

—¿Porqué eres tan atractivo? —preguntó de repente, desviando totalmente el tema.

Entonces recordé lo ebria que estaba.

Iba a decir algo pero ella continuó hablando.

—Conozco los hombres como tú. Tan atractivos y caballeros al principio, pero luego—su voz se quebró—. Luego lastiman y destruyen...

Su mirada estaba perdida en mi rostro. Y aquellas palabras no dejaban de hacer eco en mi cabeza. Había entendido perfectamente lo que acababa de decir. Alguien la había lastimado, demasiado.

—Vete —me pidió, haciéndome volver a la realidad, sin darme tiempo de hablar.

Me puse de pie sin saber que más decir. Sabía que no debía dejarla sola, pero sobre todo debía respetar su petición.

—Si necesitas hablar sobre lo que sea, puede tocar mi puerta mañana. La escucharé y la ayudaré en lo que pueda.

Le ofrecí, para luego girarme y caminar hacia la puerta, y finalmente salir de su apartamento. Llevando conmigo un sentimiento de lástima e incertidumbre hacia ella, que no desaparecería hasta saciar mi repentina curiosidad. Me quedé mirando hacia al vacío del pasillo, tratando de regular mis pensamientos y de procesar lo que acababa de pasar.

¿Qué le ha sucedido?

Caminé hacia la puerta de mi apartamento. Ingresé el código y entré con rapidez, sin dejar de sentirme angustiado y agobiado.

¿Estuvo bien haberla dejado sola?

Me dirigí al baño para lavarme la cara. Al entrar lo primero que hice fue mirarme al espejo. Pude notar pequeñas manchas de sangre en mi camisa blanca, y recordé cómo ella se acurrucó en mi pecho.

¿Quién es ella? ¿Cómo es su vida exactamente? ¿Porqué sus piernas estaban en ese estado?

De repente, tenía demasiadas preguntas sobre ella. Sabía con certeza que me sería imposible dormir en paz esta noche. Esperaría hasta mañana, posiblemente ella recordaría lo qué pasó y tocaría mi puerta para hablar.

Por primera vez estaba dispuesto a escuchar los problemas de alguien más.

¿Alguien tiene más o menos una idea de lo que le ha ocurrido a Kara? ¡Dejen sus teorías en los comentarios!

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Gracias por leer, Dios les bendiga. ❤️

Dos vidas: Un propósito (Novela cristiana) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora