Dieciocho pulsaba los botones del mando a distancia insistente e impotente, no había señal ninguna de televisión. Llevaba lloviendo horas sin tregua y, al parecer, la tormenta habría dañado la señal procedente de la antena.
Lanzó el mando a los pies de la cama con un bufido de hastío, resignada. Esa noche tocaba aburrimiento máximo. “Qué asco de lluvia.”
No entendía porqué Krilin se había empeñado en pasar la noche en esa cutre habitación de hotel. Es verdad que su abrigo nuevo podría estropearse en el vuelo de vuelta a la Kame House y, con lo que había costado y todo el empeño, no era menester tirar así el dinero; también era cierto que, si bien, ella era resistente a cualquier cambio de temperatura y que su sistema inmune debía estar hecho a prueba de pandemias, Krilin no dejaba de ser un humano corriente con sus posibles enfermedades y enfriamientos, y por último, habían tenido el genial despiste de dejarte el estuche de las cápsulas hoi-poi en la encimera de la cocina, con lo cual la posibilidad de regresar en una aeronave se había quedado allí. Con lo divertido que habría sido ver a Krilin pálido, mareado por las turbulencias.
Aunque no le hiciera gracia a ninguno de los dos, lo más sensato era hacer noche en la Capital del Sur.
—¿De qué te ríes?
El hombrecillo entraba justo en ese momento por la puerta de la habitación, que estaba prácticamente en penumbras, sólo iluminada por la luz que se colaba desde el cuarto se baño, y la había sorprendido recostada en la cama, sonriendo con la mirada perdida hacia ninguna parte.
—De que me gustaría verte pilotar un día de tormenta —dijo alzando una ceja, divertida. Krilin no entendía dónde estaba el chiste—. ¿Has hablado con el viejo?
Él asintió, avanzando con andar pesado hacia el interior y cerrando detrás de sí. Venía empapado de cabeza a pies. En la habitación no había ni teléfono y tuvo que bajar a recepción para hacer la llamada.
—Sí, ya le he avisado de que no nos espere hasta la mañana —dijo sentándose en el borde de la cama—. Y mira como vengo, resulta no me dejaban llamar desde recepción. La cabina estaba en la calle y encima me he dejado la chaqueta aquí en la estufa —dijo y suspiró después—. Si no ha dejado de llover para la hora de salida, habrá que buscar alguna aeronave en una tienda de cápsulas.
—Más dinero… —se lamentó Dieciocho.
—Y, ¿qué hacemos? El cielo está completamente cubierto y no sopla ni una brisa.
—Pues esperar —respondió ella encogiéndose de hombros—. Ya amainará un poco y podremos volver. Compramos cápsulas vacías para guardar el abrigo y antigripal en la farmacia para cuando lleguemos a la isla por si caes enfermo.
—Duele que hables de esa posibilidad tan fríamente —dijo mirándola de soslayo.
—No debe ser para tanto una gripe para persona que no puede estornudar —se rio. Estaba bromista esa noche. Se puso algo seria, luego—. ¿Has cenado algo?
—He comprado ésto. —Arrojó sobre la cama un sándwich mixto envuelto en plástico y precintado. Dieciocho arrugó la nariz—. Sí, exactamente —dijo él leyéndole el pensamiento—, no te ofendas si no te ofrezco, porque si no estuviera desfallecido ni yo me lo comería.
—Hablando del tema —dijo tendiéndose boca abajo a lo largo de toda la cama hasta quedar con los codos apoyados junto a Krilin—, y antes de que vayas a quitarte eso porque lo estás poniendo todo perdido y te vas a poner malo al final —le regañó señalando su ropa mojada con el dedo—. A veces se te va un poco la pinza: ¿te has puesto celoso de una foto?
—¿Qué? —dijo sobresaltado—. ¡No! Yo sólo —negó en un primer momento bajo la mirada inquisidora de la androide—… ah, sí, está bien, un poco —admitió.
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Noches en Blanco || Krizuli (Completa)
FanfictionLas noches son largas para una androide que no necesita descansar y son interminables para un guerrero que anhela verla una vez más. ¿Cómo surgió la chispa del amor entre Krilin y Número 18? Léelo en este romántico y divertido fanfic. 🐉Disclaimer�...