24 - Incertidumbre

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Esa noche sería la indicada. A Dieciocho se le quedaban cortas las caricias y los besos, le aburría el que Krilin parara el camino de las manos traviesas que querían conocer la piel de su compañero. Se había propuesto para esa noche ser la que marcara el ritmo a seguir.

Esperó pacientemente a que el anciano se despidiera para dormir y que ellos se quedaran a solas en la sala de estar, e hizo como si se quedara viendo un insulso programa en la televisión, con gente absurda mostrando talentos absurdos.

Los minutos pasaban. Krilin llevaba más tiempo del habitual recogiendo los chismes de la cocina y le daba la impresión de que la estaba evitando, ya que desde última hora de la tarde lo había observado algo distraído y tenso. Forzaba su sonrisa en una demasiado afectuosa cuando, un instante más tarde, le rehuía la mirada y fingía no estar pendiente de ella.

Se levantó de su sitio y fue hasta él, que le daba la espalda y recolocaba innecesariamente una pila de platos que previamente había quitado de donde los estaba poniendo de nuevo.

Él, por su parte, pensaba en la conversación telefónica que había mantenido con Bulma por la tarde, poco antes de la cena. Se había dispuesto a cocinar unas delicias de pescado y gambas cuando el teléfono hubo sonado, y había apagado el fuego rápidamente antes de haber ido a contestar, pues supo que su maestro no lo haría y que Dieciocho, aunque se encontraba en ese momento el baño, tampoco habría respondido si no hubiera sido así.

—¡Hola, Bulma! ¡Qué de tiempo sin saber de ti! —le había dicho al descolgar el teléfono.

Y más tiempo que podrías pasar sin saber... ¡si no te llego a llamar yo!

El anciano Roshi, frente al televisor, como de costumbre, había mirado por detrás de los cristales oscuros de sus gafas el brinco que había dado Krilin entonces.

—Bueno, y ¿qué tal estáis todos? Trunks debe ser ya todo un hombrecito —había respondido él, habiendo pasado por alto el reproche de su amiga.

¡Oh, muy bien! Trunks está guapísimo y más fuerte cada día. ¿Sabes que está aprendiendo a volar? ¡Si ni siquiera se le entiende bien cuando habla! —había dicho entre risas—. Gracias por preguntar. Dime, ¿cómo van las cosas por ahí? Me ha dicho un pajarito que Dieciocho sigue viviendo allí y que vais en serio...

—Te lo ha dicho Yamcha.

¡Claro que me lo ha contado él! —había exclamado la científica—. Pero como no me fiaba de él porque tiende a exagerar las cosas, he querido preguntarte directamente.

—Ah, claro... Pu-pues, verás, sí que es en serio...

¡Qué buena noticia, Krilin!

El nombrado se había separado el auricular del oído para evitar el impacto de la voz de Bulma.

—Gracias, Bulma.

¿Hay planes de boda, entonces? —había querido saber la del pelo azul.

—Aun no... No... No estoy seguro.

¡¿Qué?! ¡¿Cómo es eso posible?! —había gritado Bulma desde el otro lado y Krilin sudaba por la frente por el respeto que le infundía su amiga cuando se indignaba—. Al menos se lo habrás pedido ya.

—Todavía no.

¡¿Y qué te retiene?!

Krilin había suspirado.

—Porque no creo que le guste la idea y no quiero que me rechace.

Por Dios, Krilin, llevas esperando esto toda tu vida —le había animado—. Sólo lo sabrás si se lo preguntas. ¿Habéis sacado el tema, al menos?

Noches en Blanco || Krizuli (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora