Desde hacía algunas noches había encontrado una nueva afición. No se trataba de nada enrevesado, ni tampoco de algo caro o difícil de conseguir, de hecho era algo tan simple que a cualquiera le podría parecer una soberana tontería, incluso a su antiguo yo de unos meses atrás, sedienta de emociones fuertes y desencantada de un mundo aburrido y monótono que no tenía nada nuevo y excitante que aportar a una mujer artificial y todopoderosa como ella.
Cada noche, un rato antes de ir a lo que ella llamaba dormir, se sentaba en la playa sobre una estera de rafia, se ponía unos auriculares y accionaba la reproducción aleatoria de su dispositivo de música portátil. Había sido el último regalo desinteresado que Krilin le había hecho y, como casi siempre, había acertado en la elección del mismo. Ya no le insistía tanto como lo hacía antes para cualquier cosa; ahora, sencillamente, se limitaba a observarla con tranquilidad mientras hacía o comentaba cualquier cosa que a ella le llamara la atención, o todo lo contrario: mientras callaba, como el día que se lo regaló.
Habían estado paseando una tarde por el parque central de Ciudad Satán, como habían rebautizado a la Ciudad Estrella Naranja en honor a su hijo predilecto, el actual campeón mundial de artes marciales y héroe salvador de toda la humanidad frente al bioandroide Cell. En las verdes calles del parque se habían arremolinado diversos artistas callejeros, con variopintas habilidades, desde estatuas humanas a malabaristas, pasando por músicos, cantantes, pintores e incluso actores.
A Dieciocho le abrumó el colorido y la diversidad creativa que hervía en cada esquina, tras cada puente o banco, habiéndose parado en todos ellos para apreciar lo que tuvieran para mostrar. Simplemente se había limitado a observar.,nisiquiera comentar, aplaudir o criticar. Y Krilin no perdía detalle en el camino. Iba captando cada mínima expresión de ella e iba construyendo un mapa mental de los gustos que iba percibiendo en ella, notando su especial interés por una banda de jazz que improvisaba una melodía bajo un frondoso castaño.
Después de pasar por allí, no hubieron comentado nada de lo visto y escuchado. Simplemente habían continuado su paseo hasta salir del parque y fueron a parar a una zona comercial cualquiera, plagada de restaurantes, bares e incluso tiendas con ofertas diversas. Krilin se había empeñado, entonces, en entrar en una de electrónica antes de ir a almorzar, y ella se había desentendido de lo que él hacía curioseando entre los estantes del establecimiento.
Más tarde, ya de vuelta en la isla, le había enseñado lo que había comprado en ese momento: un reproductor de música tan pequeño que cabía en la palma de la mano y que podía albergar miles de canciones, muchas de ellas parecidas a las que había oído esa tarde. Dieciocho estaba fascinada por la compra, como había aventurado Krilin, y no había tenido que pronunciar palabra alguna para que el hombrecillo lo depositara en su mano con una cálida sonrisa y la dejara a solas para que disfrutara de su regalo.
Y esa era su nuevo pasatiempo. Escuchar música jazz y mientras apreciaba el oleaje mecerse al ritmo del piano o del bajo.
Las semanas en la Kame House pasaban volando. El verano finalizaba y se sentía en la fuerza de la brisa, cada vez más fresca también, y en el empuje de la marea, por momentos embravecida. Pero a ella no le molestaba nada, ni el aire despeinándola ni la humedad de las olas salpicando su rostro. Estaba embelesaba en medio de un blues y nada podría perturbarla, ni la mano tibia que se apoyaba en su hombro con cautela.
Quién si no iba a ser sino su fiel acompañante en esos meses de búsqueda personal. La llevaba observando un rato apoyado en el quicio de la puerta, con las manos en los bolsillos, embelesado, empachado de tanto tragarse las ganas de ir hacia ella y hacerle compañía, anhelante de que sus ojos y su risa relumbraran contra su rostro para devolverle la vida que se llevaba ella en sus manos cada vez que se apartaba unos pasos de él.
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Noches en Blanco || Krizuli (Completa)
FanfictionLas noches son largas para una androide que no necesita descansar y son interminables para un guerrero que anhela verla una vez más. ¿Cómo surgió la chispa del amor entre Krilin y Número 18? Léelo en este romántico y divertido fanfic. 🐉Disclaimer�...