22 - Refugio.

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Dejó caer al hombre, que rodó sobre la hierba para amortiguar la caída, y lanzó un pequeño rayo energético a su lado para disuadirlo de que huyera.

—No te muevas de ahí —le dijo con voz tranquila y amenazadora, antes de descender a su lado. Brayan estaba hecho un ovillo en el suelo y se cubría la cabeza con las manos para protegerse. Atemorizado, aquello le parecía completamente irreal, pero su instinto de supervivencia le decía que se estuviera quietecito—. ¿Qué haces aquí? —preguntó a su hermano, que permanecía de pie delante de ella, con gesto tranquilo.

Estaba igual que siempre, llevaba puestos sus raídos vaqueros azules y su bandana naranja, pero había sustituido su camiseta negra con el emblema de la Red Ribbon por otra de color beige que rezaba en el pecho, con letras grandes y negras: “ranger”. Además, llevaba al hombro un rifle y un cinturón de cuero con la munición. Dieciocho se preguntaba para qué demonios quería él un arma y porqué esa misma maldita noche se habían puesto de acuerdo todos sus fantasmas del pasado para hacer acto de presencia.

El androide se encogió de hombros antes de contestar:

—Trabajo.

—¿Que tú estás trabajando? No me hagas reír —se mofó su hermana. Lo miró de arriba abajo y se percató de que, a unos diez metros de distancia, en la linde de un sendero de tierra, había un todoterreno de un color verde desvaído parado con los faros encendidos. En su interior, una figura con rasgos delicados y cabello oscuro tenía su total atención puesta en algún dispositivo que alumbraba parcialmente su rostro—. ¿Y esa chica?

—¿Y este chico? —rebatió él con media sonrisa—. No sabía que te fueran tipos como éste, te hacía más con el calvito de aquella vez...

—Cállate —le atajó—. Yo también estoy trabajando —dijo y bajó la mirada al bulto tembloroso en que se había convertido Brayan.

—Ya veo —susurró Diecisiete observando también al despojo humano que tenía su hermana a los pies. Alzó la vista y señaló con la barbilla los escombros humeantes que había detrás de ella—. ¿Qué ha pasado ahí?

—Es largo de contar —contestó ella y se cruzó de brazos—. Este idiota se había metido ahí como una rata y me cabreé cuando vi el escondite, no me pude contener.

—Pues me vas a meter en un lío por culpa de tu genio, hermanita —le dijo y Dieciocho lo miró sin entender—. Esta mierda de sitio era un refugio para langures, y te lo has cargado.

—Pero, ¿qué me estás contando?

—Soy un ranger, Dieciocho, tengo encargado proteger la zona oeste de estos bosques. ¿No estás orgullosa de mí?

—Espera... ¡¿qué?! ¿Tú estás cuidando de un bosque y sus bichos? ¿Y esa gente te ha dado un arma?

—Sí y sí, yo pensé lo mismo: están pirados. Pero, mira por dónde, tengo trabajo y es divertido —dijo y ambos androides rieron por lo bajo—. Esto es en serio, tengo que detenerte.

—Sabes que si me tocas, eres hombre muerto —le advirtió.

Brayan se removió a sus pies. Esa mujer no se andaba con zarandajas, pero es que el otro tipo le parecía igual de peligroso que ella y sin haberlo visto en acción.

—No lo tomes a mal, es mi trabajo y una mera formalidad.

—Arg —resopló Dieciocho—. Déjate de gilipolleces, tengo mucha prisa.

—Hablo en serio —rebatió. Diecisiete no se movía de su sitio y su gesto era adusto.

—Yo también. Pon en tu informe que la culpa fue de este imbécil. Ya lo busca la policía, no le importará tener más porquería en su historial. ¿Verdad que no, inútil?

Noches en Blanco || Krizuli (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora