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Al día siguiente, Stuart se presentó en la cafetería 15 minutos antes de que ésta abriera. Le gustaba ser puntual, y además le daba tiempo de tararear algunas canciones. Sentado en el asfalto, movía la cabeza al ritmo de sus tarareos. Cantó un poco para distraerse.

Al poco tiempo, su melodía fue interrumpida por un sonido de llaves a la vuelta de la esquina. Era Russel, quien saludó amablemente a Stuart.
—Buenos días, Pot.
—Buenos días.
—Vaya que eres puntual. Eso te da puntos extras como empleado.
—Oh, gracias, creo.
—Vamos, entra.— Russel abrió las puertas de la cafetería. Dejó su abrigo en el perchero y se dispuso a abrir por completo el lugar. Stuart cerró la puerta de cristal tras de sí y se quedó mirando el lugar.

Se veía como una cafetería normal, con su barra de madera, sillones acomodados al más puro estilo de los 50's y tonos color capuchino en las paredes. También había un pequeño exhibidor de cupcakes y pasteles. Claro que el lugar todavía no lucía su máximo esplendor, pues faltaba asearse y llenarse de vida. Pero eso pronto se solucionaría.

Russel llamó la atención de Stuart, quien se había quedado embobado con las decoraciones de la cafetería. El peliazul volteó enseguida.
—¿Eh? ¿Decía algo Sr. Hobbs?
—Ven, esto es para ti.— Russel extendió sus manos, dándole la prenda a Stuart.
—Oh... ¿Qué es?
—Es el delantal que usarás en el trabajo. Aunque, debo disculparme. La anterior empleada era una chica y pues...
—No se preocupe, puedo usarlo así.— Dicho esto, Stuart se puso el delantal. Al amarrarlo en su cintura, se dio cuenta de que de verdad le quedaba corto y apretado.

El delantal era de color capuchino, con la silueta de una taza en un círculo negro. Arriba de eso, el logotipo de la cafetería Gorillaz en estilo graffiti. Stuart se ajustó el delantal, para que éste no le apretara tanto.
—Bueno, supongo que tendré que encargar un delantal a tu medida. Pero usarás ese mientras tanto, ¿ok?
—Está bien.— La puerta de la cafetería se abrió. Stuart volteó a ver a una muchacha con rasgos japoneses. Russel se cruzó de brazos amistosamente.

—Hey, no me digas que Katsu te retrasó otra vez.
—¡De hecho sí! Volvió a salirse y tuve que perseguirlo...
—Entiendo. Por fortuna, todavía no hemos comenzado.— Russel tomó del hombro a Stuart. La japonesa sonrió al ver al peliazul y su delantal ajustado.
—¿Ese es el chico nuevo?
—Sí.— Dijo el mayor.— Los presento : Noodle, este es Stuart. Stuart, ella es Noodle.

Stuart le entendió la mano a Noodle. Ella la estrechó sonriente.
—Mucho gusto Stuart.
—Igualmente.
—Stuart, Noodle es nuestra barista. Se encargará de enseñarte cómo funciona todo aquí.
—Claro, tengo algo de experiencia entrenando chicas para un Maid Café.
—No sé que sean esos, pero suena bien.— Dijo Stuart rascándose la nuca. Noodle se rió, Stuart también. Al parecer se llevarían bien.

—Bueno, los dejo que practiquen. Estaré en mi oficina.
—Gracias Sr. Hobbs.
—¡Nos vemos Russ!— Russel cerró su puerta. Noodle miró al peliazul. Sonrió y llevó sus manos a su cintura.—Bueno, ¿por dónde comenzamos?

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Toda la mañana, Noodle se había encargado de enseñarle a Stuart cómo atender a los clientes, qué hacer en caso de una emergencia y otras cosas necesarias. Stuart aprendía rápido y superaba con éxito las "simulaciones de clientes" que Noodle hacía.
Ella fingía ser un cliente para que Stuart supiera cómo atenderle. La habían pasado de maravilla.

También se habían dado descansos para conocerse mejor. Al parecer, Noodle había nacido en Japón, pero durante un viaje en barco, algo salió mal y llegó a Inglaterra en vez de Estados Unidos. Algo que a Noodle le hacía reír cada que lo contaba, era cuando al salir del barco una caja de latas de sopa cayó sobre su cabeza, dándole amnesia. Es por eso que Russel le había apodado "Noodle", pues él estaba cerca del accidente y al llevarla al hospital, ella no soltaba una lata de fideos (de las mismas que le habían caído). Después de eso, Russel le propuso trabajar con él, a lo que ella aceptó gustosa.

Stuart no tenía mucho que contar. Toda su vida se la había pasado en Inglaterra. Vivía una vida normal hasta que decidió independizarse. Su madre le llevó con Sebastian Niccals, su actual casero, para conseguirle un hogar. Y bueno, el resto de la historia lo conocemos ya.

Noodle, una amiga instantánea. La vida de Stuart en ese café parecía tener un futuro prometedor, al menos eso pensaba él.

Hasta que el reloj marcó las 12:30 p.m.

2Doc AU : The Sugar RobberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora